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Con financiamiento de la empresa UPM —US$ 1,5 millones anuales—, se inauguró el año pasado el Centro Tecnológico Forestal Maderero, en Tacuarembó, y en los próximos meses se abrirá un Centro de Bioeconomía en Paysandú. A través de esta nueva institucionalidad, con gestión público-privada, se busca mejorar la competitividad de esta cadena, incrementar su productividad, la diversificación, las inversiones y el empleo.
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Hoy Uruguay ya cuenta con un sector “con alto impacto en la economía nacional” surgido de una “experiencia exitosa como política de Estado” y las leyes forestal y de zonas francas, de 1987, pero el propósito es escalar a otro nivel, destacó a Búsqueda Álvaro Rossa, asesor de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP) involucrado en esta iniciativa. La actividad de estos centros es “una gran oportunidad para explorar si es posible incorporar mayor valor agregado” y, al mismo tiempo, apoyar el desarrollo de las pequeñas empresas que actualmente “tienen un panorama no tan alentador” como las grandes compañías del rubro, añadió.
En el Consejo Directivo del Centro Tecnológico Forestal Maderero están representados los ministerios de Industria y de Ganadería, Agricultura y Pesca, la OPP, la Sociedad de Productores Forestales y la Asociación de Empresarios de la Madera y Afines. Su coordinadora ejecutiva es la agrónoma Inés Bocage. Rossa destacó que esa gestión público-privada “puede dar distintas miradas sobre el problema de la competitividad” en la cadena.
Con un presupuesto para este año de unos US$ 745.000, el Centro Tecnológico Forestal Maderero definió un plan estratégico con seis ejes. El propósito es no abarcar “tantas cosas, no tantas hojas de ruta, sino 10 o 12 acciones concretas y bajarlas a tierra”, sostuvo el asesor de la OPP.
Entre esas acciones previstas mencionó, para este año, la contratación de consultores que identifiquen “cómo es todo el mercado de la cadena madera-forestal, cuáles son los productos y en cuáles Uruguay puede tener ventajas competitivas”. Otros trabajarán en aspectos más específicos relacionados con la producción, como el secado de la madera y el uso de preservantes.
También está previsto realizar un relevamiento de la oferta productiva y actualizar un censo de aserraderos “para tener claramente identificados a los actores”, explicó Rossa. Además, se buscará identificar las necesidades de capacitación en el sector; también se financiarán becas de maestría y doctorado relacionadas con el área.
Por otro lado, habrá un premio a la innovación productiva en la cadena.
Otro eje estratégico es mejorar el ambiente de negocios en el sector, para lo cual se evaluarán eventuales ajustes regulatorios.
Asimismo, el centro pretende impulsar un “cambio cultural”, sensibilizando a la población respecto de los aportes y las oportunidades que ofrece la cadena, en particular el uso de la madera en la construcción. “Hay mucho prejuicio, mucho mito, mucha resistencia a la madera y la forestación” como sector productivo, desde una perspectiva ambiental, así como “temas culturales sobre la construcción con madera, si es buena o no”, comentó el asesor de la OPP.
La actividad de esta cadena se despliega en el eje de Rivera-Tacuarembó-Cerro Largo-Durazno y en el litoral, sobre todo en Río Negro y Paysandú. En ese último departamento se instalará en los próximos meses el Centro de Bioeconomía, que en un inicio se enfocará en el sector madera forestal pero luego trabajará en el manejo de residuos, un área “interesante, aprovechando las plantas de pasta”. Posteriormente, su actividad abarcará a sectores como el lácteo y el cárnico, también en busca de “la eficiencia en el manejo de los recursos naturales”, repasó Rossa.