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    Da Silva y la defensa del gobierno: “Hay que perder el miedo a la cancelación”

    Es el día de Halloween. Y si es Halloween, el senador blanco Sebastián da Silva no perderá oportunidad de lanzar alguna chicana efectista a la oposición. Es su estilo. Casi una marca registrada. El martes por la mañana había una sesión para tratar el caso del senador frenteamplista Charles Carrera y el uso irregular del Hospital Policial. Los senadores del Frente Amplio no asistieron. “Capaz que están preparando la noche de Halloween, una noche de terror. Y por eso están tan pero tan ocupados en no defender a su compañero”. Da Silva, inamovible de la primera línea de fuego del gobierno, tiene un estilo combativo de hacer política. Unas formas que ahora reclama a los suyos en la previa de una campaña electoral que pronostica como “muy dura”. Ir al choque, “cortar con la dulzura”, perder el “miedo a la cancelación”. “No hay lugar para los flojos, hay lugar para los firmes”, dice en entrevista con Búsqueda para explicar la estrategia que exige para defender al gobierno. Asegura que sus compañeros deberán dejar atrás la “luisitis”, el término que encontró para definir la “nostalgia” de no tener al presidente Luis Lacalle Pou activo en las próximas elecciones. Una instancia en las urnas en la que, dice, enfrentarán “al peor Frente Amplio” pero que aprovechará los “maremotos emocionales” provocados en el oficialismo por la compleja serie de episodios que golpearon la banda de flotación del gobierno. “Nosotros vamos a iniciar un período de inauguraciones enorme y van a seguir hablando del pasaporte de Marset”, profetizó el martes 31, el día de Halloween.

    Lo que sigue es un resumen de su entrevista con Búsqueda.

    —Empieza una última etapa del gobierno que será de balances, pero que también estará salpicada por la política electoral. ¿Cómo se para ante este escenario?

    —Todo lo que hicimos, en el marco en el que lo hicimos, nos va a poner en los libros de historia. No solo lo hecho sino en qué contexto. Terminamos con un récord en inversión vial, hay una serie de elementos icónicos —el Hospital del Cerro— que hablan de cómo nosotros les ganamos a las mentiras del Frente Amplio que decían, previo a la campaña electoral, que no va a haber obra pública, que no va a haber sensibilidad social, que nos van a cortar los derechos. No pasó nada de eso. Por eso, la campaña por la positiva que tuvimos antes tiene que pasar ahora a una campaña Paso de los Toros, hay que cortar con tanta dulzura. ¿Por qué? Porque enfrente tenemos al peor Frente Amplio, que llegó a límites como el de hacer una conferencia de prensa para pedirle a la gente que no se bañe porque podrían agarrarse cáncer por el agua salada. O que tiene a una intendenta de Montevideo que se puso cáscaras de cebolla para llorar y tergiversar un informe de medicina. Cuando vos tenés por delante ese adversario, no hay lugar para los flojos, hay lugar para los firmes. Si nosotros actuamos con firmeza, con el mundo de cosas hechas que tenemos en la espalda, tenemos un enorme escenario por delante. Si nosotros le tenemos miedo a la cancelación, que es básicamente lo que pasó en este proceso, porque muchos de los que se subían al carro de la lista de Luis Lacalle Pou fueron los primeros en bajarse a la hora de defenderlo, si actuamos con firmeza, vamos a ganar la próxima elección. Eso hay que transmitirle a toda la tropa. Ampliar el combate al relato. Hay una posverdad. Hay que abrir los ganchos. Porque nosotros vamos a iniciar un período de inauguraciones enorme y van a seguir hablando del pasaporte de Marset. En ese contexto el gobierno, y el partido, tienen que asumir que hay que ir con firmeza. No hay lugar para los flojos.

    —¿Pero cuál esa “dulzura” con la que dice hay que cortar?

    —La dulzura es contemplaciones que se han tenido con el presidente del Frente Amplio, Fernando Pereira, por parte, por ejemplo, del presidente del Partido Nacional, Pablo Iturralde. Todos tenemos que saber que el año que viene vamos a ir a una contienda electoral dura. La contienda electoral más dura que ha tenido la historia del Uruguay. ¿Motivos? Bueno, que pese a todo Luis sigue con altos índices de aprobación, que pese a todo no paramos de inaugurar obras, que pese a todo el gobierno sigue adelante, que bajamos la inflación, que se incrementan las fuentes de trabajo, etc., etc., etc. En la disputa territorial de relatos no hay que ponerse blandos. Y para eso se necesita un cambio de actitud grande de otros compañeros de partido y que no seamos siempre los mismos los que salgamos a defender.

    —Usted recién decía que fueron muchos los que “se subieron al carro de Luis” y después se “bajaron”. ¿A qué se refiere?

    —Bueno, a que se bajaron del carro.

    Foto: Javier Calvelo / adhocFOTOS

    —¿Y a quiénes se refiere?

    —A muchos compañeros legisladores que a la hora de ser enfáticos, sobre todo en la Cámara de Diputados, no estuvieron a la altura. Acá hablaron de muertes evitables, saturación de los CTI, nos hicieron caceroleos, militaron el agua salada. Uno cierra los ojos y mira para atrás y es imponente la cantidad de temas que tuvimos que enfrentar, y los que los defendimos siempre éramos los mismos. Entonces, no es suficiente en una campaña electoral que estemos Graciela Bianchi, Jorge Gandini y yo defendiendo. Hay que defender mejor y hay que defender sin miedo. Lo que se disputa es un modelo de país. Tenemos que ser mucho más espejados a la hora de marcar. Hay territorios que tenemos conquistados. El campo está de este lado, los sindicalistas están del otro lado. El feminismo radical está del otro lado, la familia militar está de nuestro lado. Y después hay territorios en disputa: los ciudadanos de los 18 a 30 años, los millennials. Y viene una campaña de memes, de videos cortos, con el león, con el patito. Esas campañas pueden tener cancelación, buscan la cancelación, buscan el agravio personal, que es lo que ha hecho el Frente Amplio. Bueno, hay que estar preparados. Y la “luisitis” que estamos sufriendo…

    —¿“Luisitis”?

    —“Luisitis”, que es la nostalgia, la saudade de no tenerlo más a Luis en la campaña. Eso tiene que pasar.

    —¿Quién está teniendo “luisitis”?

    —El partido en su conjunto. Esa nostalgia tiene que pasar. Y tenemos que asumir que somos una generación que no puede perder la elección. Sobre todo cuando enfrente vamos a tener a Carolina Cosse.

    —¿Ya lo da por hecho?

    —Sí.

    —¿Por qué?

    —Porque el mayor problema que tiene Yamandú Orsi es cuando abre la boca. Y Cosse ya sabe por dónde va. Va con su formato, en las internas votan los aparatos. Y cuando la izquierda empiece a razonar con partituras de la izquierda tradicional, la va a apoyar. Y porque el otro va a cometer un error tras otro, porque la gente no cambia. Salvo que se vaya de viaje y se vota la estela de Yamandú Orsi, es vulnerable, muy vulnerable.

    —Recién dijo que no ha parado de defender a gobierno, pero eso es porque también han ocurrido muchas cosas en este gobierno…

    —Pero eso es aprendizaje. A ver, todo el tema Fiscalía es un enorme aprendizaje. Los gobiernos tienen que tener el Ministerio Público y Fiscal resuelto. Lo resolvió el Frente Amplio con Jorge Díaz. Nosotros no lo supimos resolver, no lo pudimos hacer, fuimos rehenes de los consensos. Eso es un error que no estaba en el imaginario de nadie, pero hoy nos está pasando que la Fiscalía actúa con mayor velocidad en algunos casos y con menos en otros. Y hay toda una suspicacia. Los gobiernos tienen que tener el tema de las fiscalías resueltas, tiene que haber una confianza mutua. Y hoy no la hay. Nos preocupamos por la economía, nos preocupamos por la seguridad y ese tema nos pasó por debajo del radar y es un aprendizaje.

    —¿Pero cómo se podría haber resuelto el tema de la Fiscalía?

    —Yo imagino que cualquier fiscal de Corte que hubiese llegado después de Jorge Díaz, que dejó el cargo vacante, tendría un compromiso mayor para con los que lo votaron en Asamblea General, ¿no? Escoba nueva que barre bien. Y no lo supimos hacer.

    —¿Pero no debería ser independiente la Fiscalía del poder de turno?

    —Pero el que encuentra el consenso para nombrar el nuevo fiscal de Corte es el poder político. Y no lo supimos hacer. No sé si fuimos capaces de priorizarlo, para mí era algo lejano. Aprendizaje.

    —¿Y dice que están pagando alguna consecuencia por no haberlo priorizado?

    —No, no. Bueno, hay una enorme cantidad de cosas que andan dando vuelta por ahí que hablan de que permanentemente dentro del Ministerio Público y Fiscal hay operadores que se encargan de generar la posverdad, el relato. Ese es un dato de la realidad. Es una falla. Aprendizaje. Si te toca, tenés que nombrar al fiscal de corte. No importa cuál. Es un error. Y un error nuestro, no de la oposición. Y hoy hay una Fiscalía en tela de juicio.

    —Pero insisto con lo anterior, si usted ha tenido que salir a defender es porque ha habido situaciones irregulares en este gobierno: Astesiano, Penadés, Marset, Salto Grande. Son todos temas complejos.

    —Son complejos. Lo de Marset es complejo pero no se asemeja a un ministro de Economía procesado. Y acá en este país hubo un ministro procesado y le hicieron una caravana. Y nosotros tan pocos errores hemos tenido que seguimos hablando de Astesiano, que tuvo la pena máxima, está preso, la Justicia actuó con todas las garantías. Lo mismo pasó con Penadés. Eso es lo que tiene que saber la tropa. Si nosotros sacáramos pecho y dijéramos: “Pará, pero acá hicimos el puente de Cebollatí y La Charqueada, acá hay 135.000 nuevos puestos de trabajo”, que es en realidad lo que la gente se está fijando. El Frente trata de machacar con cosas que al fin y al cabo le resbalan a la gente. Por eso Luis tiene la mitad de aprobación. Por eso, hacia adelante, la defensa. Saber que no hay halcones ni palomas. Hay flojos y firmes. Hay que solucionar la “luisitis”. Asumir que, sea cual sea el candidato, no va a ser Luis Lacalle Pou. Y agradecer que lo tenemos.

    —Hay dirigentes del oficialismo que se sacan chapa con que se actuó rápido y bien en determinados temas irregulares, pero el asunto es que hubo demasiados temas irregulares, graves.

    —Eso te parece a vos… Acordate, la venta de Pluna, esto, aquello, pin, pun, pan, era mucho más grave que los ediles contratados, que es una vergüenza. Era más grave. Ahora, el relato o la poca defensa hace que haya cosas instaladas. Cuando Andrés Lima, Cosse y Orsi son los reyes del acomodo. Y nosotros tenemos que dar la cara, comer bosta, por temas no del todo resueltos ni bien explicados. Entonces, eso va a hacer que tengamos una campaña dura dura. Y hay un imaginario de que el partido se fortalece, sí y solo sí, con internas competitivas. Eso no coincide cuando estás en el gobierno. El Frente Amplio nunca tuvo en sus tres períodos de gobierno internas competitivas. Se preparaban, votaban sus aparatos y daban la madre de todas las batallas en octubre, con ocho, nueve, 10 listas al Senado. Nosotros nos matábamos en las internas y después llegábamos con alguno “pata arrollada” que no daba todo. Ese escenario se da de acuerdo a las circunstancias. Y me imagino que va a ser un escenario parecido. Y no hay que verlo con dramatismo. El partido no crece con internas competitivas, crece si se ganan las elecciones. Y para ganar las elecciones tenemos que asumir que la defensa del gobierno no sea solo el Negro da Silva y Graciela Bianchi, sino que estén los colorados, todos. Las formas de defensa son distintas. Y saber que enfrente tenemos los candidatos más vulnerables. Todos tienen trazabilidad, todos tienen archivo. Es sencillo.

    —Pronostica una campaña dura, ¿cuál va a ser su estrategia?

    —Va a haber marcas temáticas, lógicas, seguridad, economía. Hay marcas entre los candidatos: Laura Raffo y Carolina Cosse, ese es un lindo debate, una linda marca. Y después hay marcas territoriales en donde nosotros tenemos muchísimo para ganar. Porque a kilómetros recorrido no le gana nadie al presidente de la República. Hay mucha cosa. Para eso hay que levantar la moral de la tropa, que está golpeada por lo de Penadés, que es un elefante que nos pasó por encima…, tratar de que pase la “luisitis” y asumir que el 2024 nos jugamos como generación no volver hacia atrás.

    Foto: Mauricio Zina / adhocFOTOS

    —Si habla tanto de la “luisitis” es porque hay una sensación de que el gobierno es uno y sus problemas, y después está Lacalle Pou, con una popularidad que no derrama y que no se ve afectado por algunos temas de coyuntura.

    —Lacalle Pou es un fenómeno de carisma y concreción. Es muy parecido al fenómeno Mujica. Son tipos con un carisma que no tenían ni Sanguinetti ni Tabaré Vázquez en el contacto personal. La “luisitis” es que hace 10 años estamos acostumbrados al pizarrón de Luis, a su puntualidad. Y ahora van a cambiar los jugadores. Y la batalla va a tener que ser de todo el gobierno. Y eso es a pesar del maremoto emocional que está viviendo el partido con lo de Penadés. Un maremoto donde hay culpas, hay traiciones, hay sentimientos encontrados, donde no sabemos cómo nos pasó. Porque es jodido lo que pasó. Y nada indica que vaya a terminar. Pero hay un día después.

    —¿Cómo va a afectar en la campaña?

    —La moral de la tropa está afectada. Porque a cualquier blanco que ponga un tuit le ponen una foto de Penadés. Eso es la cancelación. Eso es el miedo a la cancelación. Porque en vez de salir a defender el Hospital del Cerro, obra icónica, una inversión social en un lugar que históricamente se necesitaba, tenemos que soportar la cancelación, que es la foto de Penadés. Bueno, hay que sobrellevarlo. El miedo a la cancelación explica mucho esa actitud floja que han tenido muchísimos compañeros y compañeras a la hora de dar batalla. Porque es jodida la cancelación. Es jodida.

    —¿Y usted tiene espalda para bancarla?

    —Yo tengo espalda para bancarla. ¿Cansa? Sí, cansa. ¿Te expone? Sí, te expone.

    —¿El presidente del directorio, Pablo Iturralde, debería bajar línea en ese sentido?

    —Hay toda una serie de cosas que hay que cambiar. Nosotros en la defensa de la Ley de Urgente Consideración cooptamos al directorio del partido. E instalamos el “No al palo a la rueda” por encima del “Soy celeste”, que era una apelación mucho más naif. Y ahí ganamos. Algo se tiene que hacer. Por eso la campaña tiene que ser, sí y solo sí, de la vigencia de un modelo de país.

    —El escenario en la interna blanca es la continuidad, encarnada en la figura del secretario de Presidencia, Álvaro Delgado, y la continuidad con cambio, representada por Laura Raffo. Después está Jorge Gandini, que levanta la bandera del ala wilsonista. Su sector aún no se definió. ¿Se aguarda por la decisión del ministro de Defensa, Javier García?

    —Está en proceso de definirse, poniendo estas cosas arriba de la mesa. El compromiso nuestro es ser punta de lanza. Javier García es el ministro más combativo de todo el gabinete. Además de ser uno de los más profesionales. Pero a la hora del combate a la posverdad es el único que sale. Yo nunca vi a (el ministro de Educación) Pablo da Silveira ni a (el ministro de Industria) Omar Paganini en ese combate. De los ministros políticos el que sale más es Javier.

    —¿Y eso lo transforma en un precandidato?

    —Eso lo transforma en un protagonista. Javier es más protagonista que Pablo da Silveira, por lejos.

    —A usted se lo ve más afín a la precandidatura de Delgado.

    —Pero no es Delgado sí, Javier no. Es dónde vamos, cómo hacemos. Dónde somos útiles para que no vuelva el Frente Amplio. Es distinto. Uno es hijo de las circunstancias. No es uno sí y otro no. Es cómo somos útiles y cómo construimos poder. Hoy el Espacio País, con el crecimiento de todas sus figuras, puede competir por el liderazgo interno del Partido Nacional con Aire Fresco, porque el caballo llega mejor preparado a la carrera, conoce la cancha pesada. Ahora falta correr la carrera.