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    Daniel Rubio: “Hay que hacer modificaciones en varios estamentos para que se pueda regar”

    El productor afirmó que si no hay una decisión estratégica del sector público para la promoción del riego “no? tendremos un cambio de matriz productiva”; destacó que la tecnología permite bajar costos y aporta estabilidad

    Redactor Agro de Búsqueda

    El agro “es el mejor destino que puede tener la inversión pública, por los encadenamientos que genera y la capacidad de devolver esa inversión”, planteó en esta entrevista con Agro de Búsqueda el ingeniero agrónomo Daniel Rubio, integrante de Regadores Unidos del Uruguay (RUU).

    Además de destacar el impacto del riego en la economía del país, propuso que el Plan Agropecuario sea la institución que realice la transferencia necesaria para expandir el riego. Y por otra parte indicó que el acceso a la energía eléctrica es un tema crítico para invertir en la tecnología.

    Sobre el avance de los temas ambientales en la producción, Rubio dijo que “hay muchos uruguayos que quieren ser pobres pero verdes”, y aseguró que “hoy las disposiciones ambientales están frenando fuertemente las inversiones en riego en Uruguay”.

    ¿Porque Uruguay tiene que subir el área de riego y generar un cambio en la matriz productiva?

    El crecimiento del riego, como demuestra un trabajo de Ceres a pedido de Regadores Unidos del Uruguay (RUU), muestra cifras muy importantes sobre el impacto que tiene la tecnología. Con las actuales tasas de crecimiento de la economía, que no llegan al 2% y el potencial que con los motores disponibles no pasa del 2,9%, no le cambiamos la vida a los uruguayos, vamos a seguir teniendo asentamientos y los problemas que todos conocemos.

    El objetivo de contar con 300.000 hectáreas agrícolas y 300.000 hectáreas ganaderas bajo riego genera un impacto de US$ 2.500 millones adicionales de exportaciones, con un impacto directo de 3,1% en el Producto Bruto Interno (PBI). El impacto indirecto y el inducido representan un 1,7%, por lo que el efecto total alcanza el 4,8%. Es un cambio cualitativo, es un antes y después.

    El agro es el mejor destino que puede tener la inversión pública por los encadenamientos que genera y la capacidad de devolver esa inversión. Además, es un sector que genera los mayores retornos en empleo y salarios en los quintiles más bajos. Y desde el punto de vista productivo es muy importante generar tecnologías que permitan subir los rendimientos para ser más competitivos y mantener las empresas en el sector.

    ¿Qué estado de situación tiene la tecnología del riego en Uruguay?

    Desde el punto de vista técnico la situación ha cambiado significativamente, con un aporte relevante de RUU, que ha sumado mucha información para el paquete tecnológico que hoy permite presupuestar el riego con mucha certidumbre en los cultivos de soja y maíz.

    Hay información clara y disponible para producir 14, 15, 16 toneladas de maíz y 5 o 6 de soja, lo que marca un cambio relevante frente a los rindes que se obtienen en secano.

    En pasturas hay muchas empresas con datos consistente que validan la tecnología. A nivel país, los productores y empresas de RUU riegan por aspersión unas 40.000 hectáreas; la cifra total supera las 80.000 hectáreas.

    ¿Y cómo viene la adopción?

    En los últimos años la tasa de adopción es del 6,5% anual; la consideramos baja, y no se condice con el retorno esperado de la inversión. A esta tasa, llevaría 16 años llegar a la meta que RUU le planteo a Ceres para el estudio.

    ¿Por qué?

    Capaz que debemos primero entender por qué se adopta el riego. Hasta hoy la tecnología se viene expandiendo en establecimientos medianos y grandes, que generaran una renta, tributan IRAE y han tenido posibilidades, a través de la Comap de incorporar riego con las deducciones tributarias correspondientes.

    Esa decisión explica un porcentaje muy significativo de las inversiones en riego. La inversión aumenta cuando hay precios altos y buenos rendimientos que generan renta. Para los que riegan resulta muy claro el impacto y las áreas regadas se llevan al límite que permite el recurso hídrico, que en el contexto actual son básicamente represas monoprediales.

    La Ley de Riego vigente, de reglamentarse y aplicarse, permitiría un uso mucho más eficiente del agua y un aumento significativo de la superficie regada, en un contexto de acceso a los beneficios de la Comap, que tienen margen para ser más promotores del riego. Todavía falta mucha difusión de las ventajas de producir más cantidad, en forma más estable, con un tratamiento tributario favorable.

    ¿Falta información y extensión?

    Eso es muy claro, pero también hay un nivel de productores que no adoptan el riego porque son tributarios de Imeba. Un impuesto que considero personalmente muy negativo, por la baja disposición que genera aumentar la producción, porque no contribuye a formalizar la economía para beneficio general. Por las características del impuesto, no acceden a los beneficios de la Comap.

    ¿Qué pasa con esos productores que no pueden utilizar ese mecanismo?

    Para los productores chicos el Estado debe ser mucho más agresivo. El Plan Agropecuario, con la debida preparación de sus técnicos en todas las aristas vinculadas con el riego, es la institución que puede hacer el trabajo de difusión, como lo hizo con otras tecnologías que hoy son ampliamente utilizadas.

    Hay una complejidad muy importante en la decisión de avanzar en riego. Primero hay que querer regar y después ver si podés regar, porque el acceso al agua es un factor crítico y hay que aplicar inversiones muy importantes. No todos los predios tienen una buena situación geográfica para realizar una represa o son chicos y si inundan una parte importante del predio no les sirve.

    El rol del extensionista es fundamental para identificar cuencas multiprediales y desarrollar represas que puedan ser utilizadas por varios productores. La Ley de riego vigente ampara esa situación. Es un proceso con mucha relación interpersonal.

    ¿En los productores que quieren regar y están informados hay restricciones?

    Sí. Allí aparece otro paquete de problemas que frena la adopción. El acceso a la energía eléctrica es un tema crítico, porque no se concibe regar a gasoil. Todo el sistema de distribución de la UTE fue concebido para zonas urbanas y una demanda del calibre de la que puede generar el riego implica inversiones en la distribución, que corresponden al Estado.

    Se han planteado alternativas, pero tenemos el dilema del huevo o la gallina. UTE nos pregunta a dónde vamos a regar para entonces llevar la energía, y nosotros decimos que si no está la energía no van a aparecer los productores interesados en regar. Se ha estado en ese tire y afloje.

    Con la intervención de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP) se van a construir nuevas líneas de 60 kW para transportar grandes potencias a centros de cargas, donde se instalan las subestaciones transformadoras a 15 kW, permitiendo la distribución de esas potencias a las redes ya existentes. Si no hay una decisión estratégica por parte del sector público para la promoción del riego no vamos a tener el cambio de matriz productiva que representa el riego, porque habría una limitante enorme por el lado de la energía.

    ¿Qué otras aparecen?

    El monto de la inversión, dado que en promedio se demandan más de US$ 4.000 por hectárea. Eso motiva que para determinado perfil de productores la decisión de regar surge desde una visión empresarial. Se cuenta con líneas de crédito, pero lo complejo está en los productores que tienen determinada superficie y no pueden hacerlo a través de Comap.

    Hay algunas ideas, como los superbonos italianos que funcionaron muy bien en la pandemia en Italia, y eventualmente como se hizo durante los primeros años de la Ley Forestal, que con la certificación del área plantada se hacía una devolución de la inversión.

    Para productores muy chicos esa es la única vía, pero es imprescindible que no queden por el camino. Son los más expuestos a los problemas climáticos.

    ¿Que pasará con los precios si avanza el riego ?

    Este año se sembraron más de 200.000 hectáreas de maíz y la productividad será muy buena, porque hubo lluvias en los momentos justos. De todos modos, seguramente esté bastante por debajo de los promedios que tiene el maíz bajo riego; no solo importa la cantidad sino también el momento.

    Las cadenas de usuarios del maíz en Uruguay son: los ganaderos, lecheros, el sector avícola y el porcino. Habitualmente pagan el precio de la paridad de importación, un valor que hoy se acerca a los US$ 210 (por tonelada).

    Este año, por la cantidad de maíz que se cosechará, al inicio de la zafra el precio es de US$ 160 o menos, paridad de exportación. Esos US$ 50 por tonelada, llevado a toda la cosecha, genera un beneficio para la cadena demandante de más US$ 50 millones. Es un buen ejemplo del impacto del riego en el conjunto de la economía y el desafío para los productores. Riego mediante, ese efecto puede ser duradero y es una contribución enorme que hace el sector agrícola, vía precio, a la lechería, ganadería y avicultura.

    ¿Los sistemas están preparados para competir a paridad de importación?

    Es una de las formas de responder a ese desafío. Una de las posiciones es: si baja mucho el precio no voy a producir. Y la otra es: voy a regar para poder competir con ese precio. Creo que es por ahí, sino te tenés que ir de la actividad.

    El riego te va a permitir mantenerte en la actividad, competir. Todos querríamos que el precio fuera alto y producir mucho, pero si baja el precio la opción es producir más. Y el panorama de precios de mediano plazo, con la amenaza del incremento de la producción brasileña, es más bien bajista.

    ¿El riego es un factor de competitividad para el agro uruguayo?

    Claramente, y lo podemos demostrar con números. El costo de la tonelada producida con riego es mucho más bajo que en secano, y sobre todo mucho más estable. Ese es un dato que hemos generado en RUU. Es una respuesta a ese desafío. Debemos apuntar a ser más competitivos y el riego es una llave para eso.

    Tenemos un gigante al lado como Brasil, que nos impacta directamente en soja, maíz, carne y otros productos. Es mucho más fácil hacer una inversión en riego con mejores precios, eso es obvio. ¿Pero cuando los precios bajan qué haces? ¿dejas de producir? Al final dejas el negocio. El riego es una forma de poder permanecer en el negocio.

    Lo decía (Alfredo) Lago, el presidente de la Asociación Cultivadores de Arroz, que no debemos olvidarnos de la próxima sequía, porque las secas dejan secuelas que solo el riego puede levantar. El año pasado, los que tuvieron la suerte de tener riego y no les falto agua en las represas, tuvieron resultados cuatro y cinco veces superiores al promedio.

    ¿Esto también impacta en lo social porque no cae la actividad económica vinculada con la producción?

    Eso es directamente así, y surge claramente del estudio de Ceres. El impacto del agronegocio en la economía, que tradicionalmente los economistas han subestimado, es muy importante. ¿Qué pasa en la economía del país cuando hay un año de extrema sequía que afecta al agro aunque el resto de los sectores no la padezca? La economía se cae a pedazos. Y lo mismo pasa a la inversa, la economía se levanta cuando produce bien el agro y se generan los encadenamientos que lo caracterizan. Por suerte no es el único sector y ojalá hubiera varios más con su potencial de aporte a la economía y al empleo.

    Comentó al pasar el fenómeno de Brasil en el agronegocio, ¿qué puede generar en Uruguay?

    Brasil ha sido en los últimos 15 años una máquina que se lleva puestos los mercados. Hoy es el principal exportador del mundo de maíz, soja y carne. Y lo que es más preocupante, el país con más capacidad de correr su frontera agrícola significativamente.

    El crecimiento de la producción de Brasil está impactando fuertemente en las primas que estamos pagando en la soja, que normalmente eran de US$ 20 (por tonelada) y hoy son US$ 50 o US$ 60 por debajo del precio de Chicago. Eso vino para quedarse.

    Después está el nivel general de precios. El stock mundial de soja subió a 30% con la producción brasileña. Todo eso es bajista, pero no lo podemos cambiar. Tenemos que reaccionar en la interna, enfocarnos en producir mejor, de forma más eficiente.

    ¿La diferenciación es un camino?

    En ese tema creo que discrepo con mucha gente. Para mí la diferenciación de la producción no es un paradigma necesariamente correcto.

    Cuando producimos carne generamos cierto grado de diferenciación; si te diferencias un poco más y querés llegar al plato de comida del avión, sos a la vez bastante más vulnerable. Otros pueden invertir para desplazarte.

    ¿Pero quién te desplaza de producir carne en un recurso finito como la tierra? Es una ventaja competitiva tener la tierra y la producción. Después de pasar la portera te metés en otro negocio. Está bueno llegar al consumidor, por supuesto, pero no es un camino que te dé la estabilidad que te da una buena producción primaria. Hay que buscar equilibrios.

    ¿La madre de la competitividad es bajar el costo de la tonelada producida en cualquier rubro?

    Sí, porque el recurso escaso es la tierra, no es el capital. Si en base a plata diferencio cosas, ¿cómo hago para competir si soy chico? No se puede agregar tierras a la producción, salvo Brasil que lo está haciendo en todas las áreas, y así nos va, nos está pegando donde más nos duele.

    ¿Por qué Uruguay no se pone a producir computadoras? Es una producción que genera mucho valor agregado, pero hay otros que también lo hacen y te sacan muy rápido del mercado. Debemos diferenciar lo más posible, pero cuidando la vulnerabilidad implícita.

    ¿Cómo analiza la instalación de los temas ambientales en la producción?

    Hay muchos uruguayos que parecen querer ser pobres pero verdes. Una visión ambientalista, que no tenga en cuenta que jerárquicamente esta primero la producción. Está condenando al país a la pobreza, lo cual es inaceptable. También lo es la producción que no sea sostenible. Pero el orden jerárquico creo que es evidente.

    Hoy hay mucha inversión frenada por exigencias sin fundamento técnico que hay que cambiar y especialmente promover el riego y obtener sus beneficios.

    ¿Prima la ideología?

    Sí, la ideología y la ignorancia, porque hay decisiones para proteger el ambiente que en realidad lo están perjudicando. A ese punto estamos llegando. Me refiero, por ejemplo, al caudal ambiental exigido en las represas. Ese es un terreno donde la normativa debe ser revisada y modificada en atención a los objetivos que se quieran obtener.

    Lamentablemente en los últimos años no se han tenido los avances que nos hubieran permitido estar hoy con un área regada más significativa y con inversiones en marcha.

    ¿Qué expectativas le genera que desde todos los partidos políticos hoy se esté hablando de riego?

    Es bueno que se identifique que la economía tiene que cambiar su tasa de crecimiento y que se considere al riego como la opción más clara. Me preocupa que se politice el tema y neutralice su potencial.

    Ahí reivindico el rol de RUU como una asociación que conoce el tema, que sabe las debilidades y fortalezas que tiene, con capacidad de propuesta para identificar el mejor camino. No estamos diciendo que hay que regar de ojos cerrados, todo lo contrario. Es algo que tiene dificultades intrínsecas, operativas, y otras que se deben remover.

    Implica trabajar más. La gente que no le gusta trabajar no debería meterse en el riego. Hay que hacer modificaciones en varios estamentos para que se pueda regar, y que eso le sirva al país.