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El niño tiene 3 años, se llama Luan y tiene una vuvuzela. El viernes 17 de madrugada se unió con su instrumento a una jam session y acompañó a los músicos que le siguieron el ritmo y hasta lo dejaron improvisar un solo. Cuando todos terminaron de tocar, aplaudió a los músicos y preguntó: “Mamá, ¿estuve bien?”. Su intervención fue una de las anécdotas más comentadas en el último fin de semana del 8º Encuentro Internacional de Músicos Jazz a la Calle, que se llevó a cabo entre el 11 y el 19 de enero en Mercedes, declarada por el Parlamento como Capital Nacional del Jazz.
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Igual que Luan, la presencia de niños en el público y en las clínicas y talleres fue más notoria que otros años en esta nueva edición de Jazz a la Calle. El trabajo paulatino que viene haciendo la Escuela de Música de Mercedes y la Orquesta Sinfónica Juvenil de Soriano parece estar dando sus frutos. Y el encuentro de jazz contagia y hace lo suyo. Sus organizadores prefieren llamarlo así, “encuentro”, porque no es un festival al estilo tradicional. Desde hace ocho años, el jazz, en sus versiones más variadas, se incorpora a la vida cotidiana de Mercedes durante una semana de enero y genera una verdadera comunión entre músicos y pobladores. Lo que sucede en esos días no es fácil de transmitir. Hay que estar allí para sentirlo.
André Marques, de Brasil (Fotos: Nicolás Der Agopián)
Quienes van por primera vez al encuentro quedan fascinados con los toques callejeros, que escuchan visitantes y vecinos sentados en la vereda o en sillas de playa cuando cae la tarde; también con los espectáculos en el escenario central ubicado en la Manzana 20, donde actuaron los 29 grupos seleccionados, con las clínicas y talleres a cargo de músicos de primer nivel y con las jam sessions que se extienden durante la madrugada o que surgen en cualquier momento del día en alguna esquina o en la coqueta rambla de Mercedes. En esas jams, músicos de diferentes nacionalidades se entreveran para improvisar y el resultado es una verdadera fiesta instrumental.
Este año el encuentro, que es totalmente gratuito, ganó en organización, en variedad de músicos —que llegaron de Brasil, Estados Unidos, México, Cuba, Argentina, Paraguay, Rusia, Francia, Alemania, Chile, entre otros países—y en cantidad de público que colmó el camping y los hoteles. Las teclas coloridas de un piano ilustraron la imagen del afiche y fueron el símbolo que adornó las vidrieras de comercios, casas y restaurantes. También la nueva edición ganó en el rubro locaciones, pues varios toques callejeros se trasladaron del Centro al barrio Puerto, que ofreció un entorno adoquinado y de fachadas tradicionales y dotó de mayor calidez a la postal de cada atardecer.
Cerca de cien personas trabajan voluntariamente para la organización del encuentro que lleva adelante la sociedad civil Movimiento Cultural Jazz a la Calle y recibe el apoyo de la Intendencia Municipal de Soriano, de varios auspiciantes públicos y privados y de familias que alojan a músicos y periodistas. Es así que durante esa semana, de algunas casas salen sonidos de toda clase de instrumentos cuando los músicos están ensayando. Para los anfitriones y los invitados la experiencia es inolvidable.
El viernes 17, antes de que Luan se destacara con su vuvuzela, habían actuado en el escenario central Umbral Dúo de Guitarras de Uruguay, el Trío Enchat(l)Er de Francia y Roger Nuncio Trío de México. En general, los músicos que participan son reconocidos por su nivel profesional, pero han tenido pocas oportunidades de mostrar su arte, salvo para públicos pequeños o entre otros músicos. Ellos quedan deslumbrados al ofrecer conciertos para una audiencia que ronda las 3.000 o 4.000 personas los fines de semana.
Un sopor pegajoso y agobiante hacía en Mercedes el sábado, cuando los músicos que actuaban esa noche hicieron la prueba de sonido en el escenario. La música brasileña Debora Gurgel sentía el calor en las teclas, pero no le importaba porque estaba feliz de volver a Mercedes. Y de tener piano en el escenario. Donado por la Intendencia de Soriano y la Embajada de Alemania, el piano de media cola es una de las más valiosas adquisiciones de Jazz a la Calle, que permite que nuevos músicos se incorporen al encuentro. Marcos Ferrando fue el encargado de afinarlo durante toda la semana.
Esa noche, Dani & Debora Gurgel Quarteto deslumbró en la Manzana 20, con la voz privilegiada de Dani que armoniza en forma muy singular con el piano de su madre y con el bajo de Sidiel Vieira y la batería de Thiago Rabello. Su recital se extendió con varios bises porque el público no los dejaba ir. Antes había actuado la Orquesta Errante de Argentina, una big band de 13 músicos, y el grupo uruguayo CuatriMotor (Carlos Quintana, Alejandro Reyes y Nico Mora en guitarras y Gustavo Etchenique en batería), que ofreció un concierto con ritmos de rock, candombe y milonga.
En el Salón de Actos de la Intendencia, el músico brasileño João Paulo Ramos Babosa tuvo a su cargo durante toda la semana la clínica “Improvisación para instrumentistas de viento”, dirigida principalmente a estudiantes de la Escuela de Música. El domingo 19, último día del encuentro, las calles hervían en Mercedes a las cuatro de la tarde, pero unos 20 niños y adolescentes igual se acercaron con sus flautas, trompetas, trombones y saxos para recibir sus últimas cuatro horas de clase de JP, que pasó a ser el “queridinho” del encuentro.
“Hay que tocar pensando en la nota, en la armonía. No estudien improvisando”, les decía JP a los niños, que seguían con atención sus explicaciones en portuñol. El músico los incentivó a que improvisaran a partir de una escala dibujada en el pentagrama, y casi todos se animaron tímidamente a hacer sus solos. La clínica terminó con un gran aplauso y con la sensación de que todos habían vivido algo único.
Mientras los jóvenes aprendían a improvisar, afuera se desataba una lluvia furiosa con viento, que obligó a los organizadores del encuentro a trasladar los recitales de la noche para el Teatro 28 de Febrero, en el Centro de Mercedes. Aunque no tuvo el mismo encanto que en la Manzana 20, el teatro, con una capacidad de 800 butacas, quedó chico para despedir el encuentro. La Anonymous Big Band de Argentina, Federico Nathan Quinteto de Uruguay, uno de los mejores grupos de la semana, y la banda norteamericana Jelani Bauman and Hip Consciousness, integrada por cuatro grandes músicos veinteañeros, dejaron lo mejor de su arte en el escenario. En primera fila, la embajadora de Estados Unidos, Julissa Reynoso, festejó a la banda que su país había invitado.
El último aplauso en el teatro fue para los organizadores del encuentro, que subieron al escenario cansados, emocionados y orgullosos de haber logrado un año más de una labor única en el país. Y como señal de que todo comenzará de nuevo, la última imagen en el escenario fue para el afiche del 2015, de Andrés Saratsola, ganador del concurso.
La noche se había despejado, había vuelto el calor y la Manzana 20 pedía otra jam session. Y hacia allí se fueron los músicos con sus seguidores, mientras otros se despedían con abrazos en la terminal. Entre tanto, en la rambla algunos jóvenes escuchaban música tropical con la puerta abierta de sus autos y un poco más lejos repicaban unos tamboriles. Otros sonidos que también pasan en las noches de enero por la capital del jazz.