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    Disenso sobre su definición, falta de datos y desconfianzas dificultan el debate sobre la productividad en las empresas

    Empresarios y sindicalistas coinciden en que la productividad es un tema clave para el desarrollo del país, aunque en realidad no siempre hablan de la misma cosa. No hay consenso respecto a una definición y suele confundirse con otros conceptos, mezclando productividad y competitividad como si fueran sinónimos, y algunos, además, lo asocian con la rentabilidad.

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    “Hoy si nos consultan tenemos 200 opiniones, es bueno que la central comience a unificar las visiones, hacer un análisis colectivo”, reconoció un dirigente del PIT-CNT.

    Por otro lado, cuando les preguntaron cómo se mide o debería medirse, tanto sindicalistas como empresarios tienen en mente solamente la productividad parcial del trabajo y la única referencia es la que relaciona el producto con las horas de labor.

    Desde el sector empresarial se visualiza que la productividad ha bajado porque el rendimiento de los trabajadores es menor al que tienen en otros países, principalmente debido a la falta de capacitación, de motivación y a problemas sindicales. En pocos casos señalaron que esta diferencia de rendimiento también puede originarse en temas como la organización del trabajo, las prácticas de gestión o las tecnologías empleadas. Para los sindicalistas, en tanto, la productividad se asocia con una exigencia de mayor “sacrificio” de los trabajadores.

    Todas estas visiones fueron recogidas en entrevistas efectuadas a nueve ejecutivos a cargo de reconocidas firmas de los sectores de la construcción, metalurgia, salud, alimentos, comercio, transporte y empresas públicas —vinculados, además, a gremiales empresariales— y a ocho sindicalistas que trabajaban en el sector o en el PIT-CNT, realizadas para el Proyecto de medición y gestión de la productividad a nivel empresa. Se trata de una investigación hecha conjuntamente por técnicos de las universidades de la República y Católica para la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE) con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), difundido el martes 10. Su propósito es plantear una discusión conceptual sobre el tema.

    La investigación determinó que si bien existe un acuerdo general sobre la importancia de la productividad, en los hechos no tiene ese lugar en la agenda de los Consejos de Salarios y queda relegado por otros temas más “urgentes”, como la pérdida de salario real o los sueldos sumergidos, entre otras cuestiones. Además, no existen acuerdos de empresa registrados en el Ministerio de Trabajo que refieran a la productividad y hay pocas experiencias en algunas empresas públicas.

    ¿Hasta cuánto?

    A modo de definición, el estudio señala que la productividad expresa la relación entre el producto resultante y la utilización de recursos, por lo que es un indicador de la eficiencia del proceso productivo. Una productividad mayor significa la obtención de más productos y servicios con la misma cantidad de recursos, o el logro de una mayor producción en volumen y calidad con el mismo insumo.

    En tanto, la competitividad es la capacidad que tiene una empresa o un país, en un contexto de competencia internacional, para colocar su producción de bienes y servicios en el mercado, de forma rentable y sostenible.

    Productividad y competitividad son conceptos relacionados, y la mejora de la primera siempre favorece la segunda. Pero, en el corto plazo, no son equivalentes y podría ocurrir que, por razones coyunturales, la competitividad empeore aunque se mantenga o aumente la productividad, contextualiza la investigación.

    Según surgió de las entrevistas, los empresarios ven la mejora de la productividad como necesaria para mantener la competitividad y rentabilidad. “Los altos costos no nos permiten competir, perdemos contratos y, en consecuencia, fuentes laborales”, dijo uno. “Es necesario mejorar la productividad para lograr una rentabilidad adecuada”, agregó otro.

    A su vez, en general los sindicalistas manifestaron que están de acuerdo en que la empresa debe lograr la rentabilidad adecuada para funcionar, pero plantearon: “Hacer un esfuerzo para que la empresa sea competitiva está bien, ¿pero hasta cuánto?”. Para ellos, “lo que pasa es que (los empresarios) quieren ganar siempre más a costas del trabajo”.

    Todos los entrevistados mencionaron la necesidad de compartir información al momento de discutir sobre productividad para que “sea creíble un modelo” al respecto. Pero, según el estudio, hay desconfianza mutua. Por un lado, los empresarios sostienen que los trabajadores cuentan con toda la información necesaria y que no conviene brindarles más porque no saben “qué van a hacer con ella, cómo la van a manejar”. Por otro, según el dirigente de la bebida Richard Read —identificado en este caso en la investigación—, “hay una uruguayez que impregna las relaciones, que pasa porque la única verdad es la mía. Segundo, no te digo nada porque lo utilizás en mi contra. Y tercero, si me das información va a ser parcial. El empleador no muestra y el trabajador no cree. Hay una falta de credibilidad en ambas partes. Eso no es difícil de romper. Nosotros supimos romper esa desconfianza con mucha responsabilidad. Se presentaron los números y se manejaron sin filtraciones. Por eso logramos incorporar productividad y fue beneficioso para todos”.

    Los investigadores agregan que el problema no está solo en la voluntad de entregar datos, sino también en que muchas veces no se cuenta con la información adecuada o no existe un acuerdo en cuál es la relevante que se debe compartir. “No existen en Uruguay fuentes de información. No se sabe el valor del trabajo, cuál debería ser la rentabilidad”, admitió un sindicalista entrevistado.

    No solo se trata del aspecto técnico, de la definición correcta de los indicadores, sino también de un tema cultural, de la disciplina y la perseverancia necesarias para realizar las mediciones, remarca el estudio. Eso “genera la sensación de que no se comparte la información relevante”, agrega. Y apunta que, en general, la información que sí está disponible sobre las firmas es la económica-financiera, que, además de ser la más sensible para los empresarios, puede no ser la más adecuada a efectos de evaluar la mejora de la productividad. “Acá hay secretismo. Nos comparamos con Europa solo en algunas cosas”, disparó un dirigente entrevistado.

    Para los autores del estudio, la “dificultad de crear indicadores tangibles dificulta profundamente la posibilidad de incorporar remuneración por productividad, fundamentalmente en el área de comercio y servicios, máxime teniendo en cuenta que la gran mayoría de las empresas son pymes, las cuales no siempre cuentan con el conocimiento necesario” para desarrollarlos.

    “Abrir la cabeza”

    El involucramiento de los trabajadores en la actividad de las empresas se ve como necesario, pero genera preocupaciones. “Estamos en otro tipo de conversación”, reflexionó un empresario; “el problema es abrir la cabeza”, retrucó un sindicalista consultado para el estudio.

    Según la investigación, también hay diferencias respecto a la incorporación de tecnología y, en tal sentido, no se percibe una estrategia ni un diálogo profundo entre los actores para anticiparse a los cambios.

    En las entrevistas con los empresarios no se detectaron sistemas de remuneración por productividad y lo que existe en algunos sectores es el pago por producto, a destajo, que no es lo mismo que la remuneración por productividad.

    Si bien es generalizada la idea de que la productividad debería negociarse en el ámbito empresarial y no en el de los Consejos de Salario —en los que se discute por ramas—, en los hechos el modelo de negociación colectiva actual atenta contra esto dada la heterogeneidad entre las empresas que las componen, plantean los autores.

    “¿Qué experiencia tiene Uruguay a nivel de productividad? Cero a nivel nacional, cero a nivel de cadena productiva, cero de rama… alguna experiencia concreta a nivel de las empresas grandes y líderes de un sector o incluso monopólicas, como FNC, Conaprole… Pero llevar adelante esto no es posible en todos los sectores; el 80% de las empresas en Uruguay tiene cuatro empleados, es muy difícil discutir ahí productividad”, comentó uno de los entrevistados. Desde el lado sindical comparten esa visión.

    Otra dificultad es que en toda esta discusión, los aspectos ideológicos y culturales tienen un peso relevante, señala el estudio hecho para la ACDE. Así “no se puede resolver con argumentos lógicos”, reflexionó un empresario.

    A modo de conclusión del diagnóstico, los investigadores plantean la necesidad de aclarar el concepto de productividad, al tiempo que señalaron que su mejora se logra a través de una combinación inteligente de buenas prácticas de gestión, tecnología y trabajadores capacitados, motivados e involucrados. También abogan por generar sistemas y una cultura de medición que permitan obtener la información relevante para el proceso. Entienden, además, que se debe distinguir y acordar la productividad mínima necesaria para que la organización pueda sobrevivir en el entorno competitivo que tiene que enfrentar, lo que implica por parte de los empresarios la voluntad de distribuir los beneficios generados por ello. Y sostienen que si realmente se desea mejorar la competitividad del país a través de la mejora de la productividad, hay que desarrollar la negociación a nivel de empresa.

    El miércoles 11, Daniel Olesker, asesor económico del PIT-CNT, dijo a la prensa que no es momento para incorporar el concepto de productividad en forma generalizada.