El Club de Tobi

escribe Eduardo Alvariza 

Los hombres son idiotas. Lo dijo John Cassavetes, el actor, director y padre del cine independiente, y lo demostró con una de sus mejores películas, Maridos (Husbands, 1970), una apología de lo que hacen los hombres cuando se juntan entre ellos y dan rienda suelta a sus pasiones, necesidades e imbecilidades. La idea había nacido en 1966 y Cassavetes se la había planteado a Lee Marvin y Anthony Quinn como la aventura de unos amigos que salen de juerga por los bares de carretera. Marvin y Quinn no se soportaban demasiado y la cosa no cuajó. Un año después, en un partido de básquetbol de los Lakers, Cassavetes le propuso la historia a Peter Falk. Según Ben Gazzara, algo había escuchado en boca del director en un estacionamiento, antes de subir a su auto, a los gritos y a la distancia, sobre tres maridos neoyorquinos de clase media que se toman unas vacaciones de sus familias luego de la muerte de un querido amigo y se van un fin de semana a Londres. Entre otros proyectos personales, Cassavetes ya había sorprendido con Shadows (1959), una historia de improvisación jazzística, y venía entonado con el éxito de Faces (1968), la captura vivencial y desesperada de un matrimonio en crisis y sus consecuencias, ambas películas en blanco y negro y con actores prácticamente desconocidos.

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