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    El Mercosur registra un repunte comercial, desde una fase de “estancamiento” y “primarización” acentuada con la pandemia

    Antes de la pandemia Uruguay y sus socios del Mercosur ya venían de un “proceso de bajo crecimiento” que se remonta al 2012, cuando los precios de las materias primas no energéticas exportados entraron en una fase descendente. Así, la “crisis del Covid-19 tuvo un enorme impacto” en sus economías, provocándoles una contracción más profunda que la sufrida por el resto del mundo. En lo comercial, se “acentuaron algunos rasgos adversos de la inserción externa del bloque observados desde varios años antes”, como su “magra dinámica exportadora” y la pérdida de importancia del intercambio entre sus miembros. Pero la recuperación en los meses recientes, favorecida por los mejores precios de los commodities, alimenta la expectativa de que la subregión pueda revertir la fase de “estancamiento” y la tendencia a la “primarización” de su canasta exportadora.

    Ese análisis está desarrollado en el Boletín de Comercio Exterior del Mercosur publicado anualmente por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y cuya última edición se difundió hace pocos días. Se trata de un informe elaborado en conjunto por las oficinas de ese organismo de Naciones Unidas en Brasilia, Buenos Aires y Montevideo —ahora con José Porcile como director—, en coordinación con la División de Comercio Internacional e Integración de la Cepal.

    El Mercosur, que concentra el 3,4% de la población mundial, explicó el 12,8% de los casos de Covid a escala mundial. En ese marco, la actividad económica de los cuatro miembros fundadores —Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay— se retrajo 5,2%, en promedio en 2020, incidida negativamente por la caída del Producto Bruto Interno (PBI) argentino, que duplicó ese guarismo.

    Como ocurrió en buena parte del mundo, el comercio exterior del bloque se vio “fuertemente afectado”, y las exportaciones se “derrumbaron 10,4% interanual en el segundo trimestre del año, tanto por la menor demanda externa como por el descenso de los precios internacionales. Esta situación comenzó a revertirse en el segundo semestre, lo que permitió que la disminución de las ventas externas medidas en dólares se moderara, para culminar el año con una baja promedio del 7,5%”, resume el informe. Los negocios de exportación más afectados fueron los dirigidos al propio mercado común y al resto de la región (–15%), mientras que las destinadas al resto del mundo —especialmente a Asia—, tuvieron un leve incremento (1,2%). Más allá del impacto de la pandemia sobre la demanda externa y los precios internacionales, en el caso de Argentina y Uruguay la oferta exportable padeció la menor cosecha agrícola 2019-2020 debido a la sequía, contextualiza la Cepal.

    El “freno” de la actividad en los países del bloque hacia finales de marzo del 2020, que se extendió hasta la llegada de la primavera, supuso, además, menores requerimientos de importaciones. Eso, junto con la tendencia descendente de los precios internacionales, dio lugar a caídas de las compras externas de 26,1% y 25,2% en el segundo y tercer trimestres del año, respectivamente, frente a iguales períodos del 2019. Pese a la posterior reversión de esa tendencia, las importaciones en conjunto de los cuatro socios del Mercosur finalizaron el 2020 con una contracción promedio de 14,2%. En los casos de Paraguay y Uruguay, la baja fue “mucho más moderada”, sobre todo por la evolución de los precios.

    El documento de la Cepal incluye un análisis econométrico realizado para los cuatro miembros originales del Mercosur, según el cual la sensibilidad de sus exportaciones al crecimiento económico mundial es baja en comparación con la de otras regiones y, además, registra un comportamiento descendente. “La caída de la elasticidad exportadora (…) ocurrió, no casualmente, en simultáneo con la tendencia a la concentración de las exportaciones en productos de base primaria destinados hacia fuera del bloque” —que pasaron de explicar un 64,6% en el 2000 a 72,7% en 2019— y de la pérdida de importancia de las ventas manufactureras dirigidas a los mercados de los propios socios del bloque, en un contexto de “bajo dinamismo” de sus economías en la última década. En función de eso, sentencia que el Mercosur “encuentra grandes dificultades para integrarse a la estructura productiva global de un modo que trascienda la provisión de recursos naturales. Su comercio interno, en declive, no permite compensar esta situación: representó en 2020 menos del 11% de su comercio total, valor muy reducido” cuando se lo compara con el de otros bloques de mayor integración como, por ejemplo, la Unión Europea o el tratado entre Canadá, Estados Unidos y México (T-MEC), donde los flujos de intercambio entre sus socios representan 62,7% y 49,3% del total, respectivamente.

    El caso uruguayo tiene particularidades y muestra, según esos cálculos, una mayor sensibilidad exportadora al crecimiento de los países de fuera del bloque. Según la Cepal, esto se debe al surgimiento en las últimas décadas de negocios de exportación del sector forestal-industrial, dirigidas mayormente hacia destinos más lejanos y cuya demanda fue “determinante en el crecimiento de las exportaciones del país, especialmente hasta la crisis internacional. En este sentido, Uruguay parece haber aprovechado el espacio aún vigente para incorporar nuevos productos —próximos a su base de recursos naturales— a su oferta exportable y la intensificación de su vínculo con China para expandir el ritmo de crecimiento de sus exportaciones extrarregionales”.

    Por otro lado, el informe recuerda que los miembros del Mercosur comenzaron a “discutir la posibilidad de flexibilizar el bloque, mediante la firma de nuevos acuerdos comerciales o la reducción del arancel externo común”, en el afán de lograr un mayor acceso a terceros mercados. Fue a instancias de una moción impulsada por el gobierno de Luis Lacalle Pou que encontró, hasta ahora, un mesurado acompañamiento de parte de Brasil y el rechazo de Argentina. Para la Cepal, al margen de esas negociaciones, “para avanzar en la conformación de canastas exportadoras más diversificadas, de mayor complejidad tecnológica y con una demanda externa más dinámica en el mediano y largo plazo, el Mercosur requerirá de renovados esfuerzos nacionales para el desarrollo productivo que estén acompañados de una mayor liberalización comercial y armonización normativa internas, que propicien una intensificación de sus complementariedades comerciales y productivas”. Y eso requiere darle “atención de las necesidades específicas de sus dos socios más pequeños” y reducir las asimetrías existentes con las economías más grandes del bloque, agrega.

    La mejora de los precios internacionales que se dio desde fines de 2020 “podrá generar mejores condiciones para el crecimiento económico en el corto plazo, algo que la región necesita sobremanera tras varios años de relativo estancamiento, pero no resolverá los problemas de inserción externa del Mercosur”, advierte.

    “Desventaja” frente a la crisis

    Al cierre del boletín —a mediados de junio pasado— la movilidad comunitaria en los países del bloque seguía muy por debajo de los niveles mundiales, como resultado del impacto de las “segundas y terceras olas de la pandemia”. Además, una “serie de factores característicos” posicionan al Mercosur en “particular desventaja” frente al coronavirus, como las “limitadas capacidades sanitarias”, afirma la Cepal.

    En el campo estrictamente económico, el cierre preventivo de actividades produjo una “pérdida muy significativa de puestos de trabajo y, por lo tanto, de ingresos, especialmente en actividades caracterizadas por un menor nivel de formalidad y por ende baja extensión de la cobertura de la protección laboral, como la construcción, el empleo doméstico o el comercio. Aun considerando la aplicación de políticas de transferencias monetarias y otras formas de ayuda social, la caída en los ingresos tuvo el efecto de ahondar el impacto de la pandemia en la actividad económica, al verse restringido el consumo de una parte importante de la población”. Del mismo modo, si bien los gobiernos desplegaron políticas fiscales contracíclicas “significativas”, estas tuvieron un peso “mucho menor que en las economías desarrolladas” (con la excepción Brasil, que implementó un paquete fiscal equivalente al 8,8% de su PBI).

    Mejores perspectivas

    En relación con el comercio, el análisis subraya que desde junio del año pasado empezó una “recuperación de la actividad económica y el intercambio comercial, tanto en los países del Mercosur y la región como en el resto del mundo, en sintonía con la progresiva relajación de las restricciones a la circulación” ciudadana.

    En esa línea, la Cepal entiende que la recomposición de las exportaciones desde el bloque que ocurrió en la segunda mitad de 2020 y, especialmente, en el inicio de 2021 —cuando incluso superaron su nivel prepandemia—, “genera buenas perspectivas para el año en curso”. La valorización de las materias primas, de sostenerse, “representa una oportunidad para ampliar saldos comerciales y acelerar la puesta en marcha de estrategias de promoción y diversificación de exportaciones”, que venían de una fase de “estancamiento” entre 2012 y 2020, además de una “tendencia a su primarización. La reversión de ambos elementos es crucial para generar un mejor desempeño macroeconómico de los países del grupo”.