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    El Sinae, institución que ganó protagonismo con la pandemia, apuesta a la tecnología y quiere instalar la “cultura preventiva”

    Con más de 130 variables, el gobierno prepara un visualizador que estará en la órbita del Sistema Nacional de Emergencias para evaluar el impacto de las medidas tomadas por el Covid-19

    Buena parte de los integrantes del Sistema Nacional de Emergencias (Sinae) no pudieron descansar el domingo 20 de setiembre. Preparaban la llegada el lunes a Rivera del ministro de Salud Pública, Daniel Salinas, y del secretario de Presidencia, Álvaro Delgado. ¿El tema? El mismo que tiene en alerta al equipo del Sinae desde hace meses: el Covid-19, la frontera con Brasil, la binacionalidad y la dificultad para controlar los casos que esta semana muestran una tendencia al alza en este departamento.

    Los involucrados son muchos: el Ministerio de Salud Pública (MSP), la Policía, la Intendencia de Rivera y los municipios, entre otros, que trabajan en conjunto con más representantes del Sinae en el territorio. Además, la tarea trasciende fronteras e incluye la coordinación con Brasil. El coronavirus ha acercado a ambos países como nunca antes. Se puede ver a las cuadrillas de limpieza conjuntas que comienzan su tarea en un lado de la frontera y terminan en el otro. Vehículos de chapa uruguaya o brasileña, da igual. “El coronavirus llegó para profundizar la relación en la frontera con Brasil. La relación estaba, pero no tan aceitada como hoy. Hay una perfecta comunicación y acciones comunes en los dos lados, prácticamente acciones binacionales que se toman en una ciudad u otra”, dijo a Búsqueda el director nacional de Emergencias, Sergio Rico.

    Hace poco más de un mes el tema candente era otro. La semana arrancaba con langostas voladoras que amenazaban con llegar desde Argentina, que si el viento las traía, que si se estaban tomando las acciones necesarias para frenarlas; las discusiones en el país vecino tomaron estado público mientras los productores temían por sus cosechas. Con el norte del país en alerta, el Sinae entró en juego y puso en marcha la coordinación con todos los que tenían un papel que cumplir, entre ellos, el Ministerio de Ganadería, que elaboró un plan de contingencia para 10 días. La comunicación también cruzó fronteras y Uruguay llegó a ofrecer aviones para fumigar en territorio argentino, algo que finalmente no se concretó.

    Desde hace ya más de una década, el Sinae es sinónimo de emergencia. Pero hoy, si bien su protagonismo sigue ligado a las inundaciones, las tormentas, las grandes sequías o la actual pandemia, su equipo se esfuerza por cambiar el foco. Quieren hablar de la Gestión Integral del Riesgo y de todo el trabajo que el Sinae viene acumulando para lograr mejores resultados al gestionar los riesgos, evitar problemas (con el realojo de personas que viven en zonas inundables, por ejemplo) y perfeccionar la respuesta ante lo inevitable (como el temporal de Dolores de 2016).

    Mochilas y herramientas

    Carpas y baños químicos, por si son necesarios en situaciones de realojo, herramientas y mochilas para combatir incendios, kits de desinfección y hasta un ómnibus con múltiples propósitos, todo esto hay en el centro logístico y de almacenamiento del Sinae sobre camino Maldonado, en Montevideo. La sede administrativa del organismo está en la Torre Ejecutiva, con 21 personas trabajando en la capital, y tiene presencia en todo el país.

    Algunos países enmarcan el trabajo que realiza el Sinae dentro de un ministerio. En el caso de Uruguay se trata de una estructura de alcance nacional, pero de carácter descentralizado. La ley de creación del Sinae es de 2009 y el decreto que aprobó la Política Nacional de Gestión Integral del Riesgo de Emergencias y Desastres es de 2019.

    “Una ventaja es que podemos tener relación con todos los ministerios y otra ventaja es la institucionalidad política, el tener un país centralizado”, comentó Rico.

    Resulta complejo estimar cuánta gente e instituciones participan del Sinae en una emergencia. En una inundación pueden intervenir desde los más evidentes, como la intendencia y los bomberos, hasta la UTE o las ONG que gestionan las donaciones; “la cadena es casi infinita”, comenta una integrante del equipo del Sinae.

    El “MIRA”

    Cuando llegó la pandemia de coronavirus, del Covid-19, el Sinae desarrolló un visualizador para todo público que se actualiza todos los días con la información de los nuevos casos positivos, los test realizados, los pacientes en CTI y las personas recuperadas. Se encuentra dentro del Monitor Integral de Riesgos y Afectaciones (MIRA). Pero además de esos datos de acceso público, hay otras capas de información sobre Covid-19 a las que solo algunos tienen acceso.

    Rico ingresa su usuario y clave en la computadora y se prepara para mostrar su pantalla bajo la advertencia de que la información que se verá allí es de uso exclusivo del gobierno. Despliega todo el MIRA. A grandes rasgos es un mapa de Uruguay en el que se puede ver diferente información actualizada al día de un sinfín de aspectos de la gestión pública. Al clickear en ellos también se pueden conocer datos históricos y tendencias. La vedette es la pantalla que muestra la evolución de la pandemia de coronavirus en Uruguay. A principios de 2020 todo esto no existía. En marzo, previo a la inminente llegada del Covid-19 a Uruguay, integrantes de la Sociedad Uruguaya de Medicina Intensiva reclamaban conocer datos precisos de cuántas camas de cuidados intensivos tenía el país y cuántos respiradores. Temían que fueran insuficientes y contaban con estimaciones, pero no datos rigurosos, y pedían a las autoridades un relevamiento minucioso.

    Hoy la pantalla lo tiene todo y está actualizado en el mapa: cantidad de respiradores, ubicación y cantidad de camas de cuidados intensivos en instituciones públicas y privadas, señalización tipo semáforo para indicar cuándo un departamento está con capacidad ociosa o la tiene completa, entre otros datos. Esta información la usa el MSP para su gestión, pero también la ven Presidencia y las autoridades de cada departamento.

    Rico muestra también los datos de Covid-19 georreferenciados, con la ubicación de dónde vive cada persona que ha enfermado en Uruguay. Parece no advertir que es algo llamativo de ver, incluso a escala mundial.

    Algunos países cuentan con estos sistemas de trazabilidad y conocen con exactitud sus casos, mientras otros que han pasado por grandes brotes, como Brasil, hasta dejaron por momentos de contar sus casos positivos diarios. Uruguay es de los que tiene absolutamente todo registrado: cada caso, cada fecha, cada test positivo y el domicilio en el que vive la persona que se contagió de Covid.

    Rico acerca la lupa durante la charla. Se ve Montevideo. Los puntos marrones son los casos positivos más viejos en el tiempo y los blancos los más actuales. Es evidente por dónde comenzó la pandemia. Los puntos más marrones están en la zona de Pocitos, Malvín, Carrasco y algo de la costa de Canelones: allí vivían los primeros que enfermaron de este coronavirus. Luego los casos se fueron desparramando por toda la capital y los más recientes están en casi todos los barrios.

    El MIRA es resultado de una evolución tecnológica y organizativa del Sinae para gestionar las emergencias con datos. Los inicios se remontan al 2017, con un primer proyecto que tuvo apoyo de Naciones Unidas para diseñar un sistema de monitoreo en redes sociales que recaba información relevante ante una emergencia. Fue una buena idea difícil de implementar. Mientras, se desarrollaban sistemas de alerta a la población mediante telefonía móvil (redes sociales y mensajes de texto) para advertir a las personas en la zona de influencia de un evento adverso, algo que sí se puso en práctica con éxito, aunque el primer mensaje fue un testeo que llegó por error a un gran número de usuarios en 2019.

    El impacto

    Antes de la llegada del Covid-19, el MIRA se usaba principalmente para registrar los eventos adversos que ocurrían en sus departamentos, como inundaciones, vientos fuertes, derrames de sustancias peligrosas y otros. La propuesta era facilitar el trabajo y desde el Sinae el esfuerzo estaba puesto en que diferentes instituciones públicas usen la herramienta que pretende facilitarles el trabajo. El uso era dispar según los departamentos.

    “Se ha avanzado mucho en tecnología. El MIRA tenía una función muy reducida antes”, destacó Rico.

    Carlos Chiale es tecnólogo en Cartografía de la primera generación, de 2013. Recuerda que cuando entró al Sinae en 2016 había todavía información que se manejaba en papel y carpetas que hacía imposible el análisis y la toma rápida de decisiones. Así, en función de “las necesidades” surgió el MIRA, que se “adapta y crece”, destacó Chiale.

    Un nuevo visualizador está en camino. Será sobre el impacto de las medidas que está tomando el gobierno con la pandemia e incluirá datos económicos, sociales y turísticos, anunció Rico. “Se está armando un grupo de representantes de todos los ministerios para intentar medir el impacto de las medidas una vez que termine la pandemia y ya se cuenta con 130 variables”, dijo. Al contar con información georreferenciada de ubicación de residenciales, escuelas, seccionales policiales y un gran número de registros, la propuesta es cruzar variables y ver el impacto de las medidas en territorio.

    El “MATE”

    El Covid le ganó terreno a temas que son más habituales para la historia del Sinae, como las inundaciones. Se acaba de instalar un software que permite con precisión de 72 horas detectar los desbordes de los ríos Yi y Cuareim mediante un programa con el Instituto Uruguayo de Meteorología, la Dirección Nacional de Aguas y el Sinae.

    Las primeras pruebas funcionaron “a la perfección”, contó Rico. La propuesta es sumar cada vez más cuencas a este esquema de trabajo, estimaciones y alertas para poder tomar decisiones. La primera advertencia llegó en julio cuando hubo que evacuar una casa y se hizo antes de la crecida. La proyección de la altura del río tuvo diferencias de solo dos centímetros con predicciones realizadas hasta tres días antes.

    Rico recuerda su primer viaje hace unos dos meses a una escuela rural entre San Ramón y Tala, donde lo esperaban 12 niños con tapabocas y su maestra. La instancia comenzó con un ejemplo sencillo de cómo es el desborde de un arroyo y qué hay que hacer cuando eso ocurre. Parte del trabajo del Sinae es que las personas conozcan los riesgos a los que están expuestas.

    Desde 2017 hasta agosto de 2020 el Sinae dio talleres en más de 450 escuelas rurales de todo el país, alcanzando a más de 9.000 niñas y niños, 950 docentes y más de 1.000 familiares e integrantes de la comunidad. Estas instancias fomentan lo que llaman “el MATE”, el Momento de Análisis Temprano del Entorno. La propuesta es tomarse un tiempo para reflexionar y planificar acciones que ofrezcan mayor nivel de seguridad para la familia, el barrio y la comunidad.

    Claro, cuando hay una emergencia la reacción general es actuar, resolver, pero el trabajo más difícil es prevenir. Rico asume esta realidad: “Es más fácil la reacción que la prevención”. Pero también asume la responsabilidad de trabajar sobre el “riesgo latente”. El Sinae también imparte cursos de formación en Gestión Integral de Riesgos tanto al interior del gobierno como hacia fuera, con el objetivo de instalar una “cultura preventiva”.

    Ciencia, Salud y Ambiente
    2020-09-23T18:36:00