—Soy consciente.
Cuando me acerqué a Ciudadanos esto era todavía un proyecto y la interna fue un proceso que se fue dando; se arrancó muy atrás, básicamente por desconocimiento de la propuesta y el candidato por parte de la población. Sin dudas que después de la interna comenzó otra etapa, siempre ilusionados con llegar al balotage.
—Cuando se vinculó al sector quizás no pensó que esa fuera una posibilidad real ¿Se imagina como ministra de Economía?
—La posibilidad está. Pero como ha dicho Ernesto, todavía no hemos hablado de cargos y es algo que yo tampoco tengo totalmente analizado.
—Además de usted, ¿cuál es el equipo de Talvi en estos temas?
—Hay tres economistas muy buenos. Dos vienen con Ernesto del Ceres, que son Rafael Xavier y Lucía Donnangelo. Otro es Michel Daguenet, quien trabajó en la OPP y el PNUD, y se incorporó después. Hay otras personas que están apoyando en áreas específicas, como regulación financiera o mercado de capitales… Son más de 300 técnicos.
—El candidato del Frente Amplio, Daniel Martínez, acaba de presentar un equipo integrado por varias personas con experiencia de gobierno. ¿Qué puede mostrar Talvi en este sentido?
—Hay referentes de otras agrupaciones del Partido Colorado con mucha experiencia de gobierno también. Pero, como en el truco: estamos orejeando.
Sí puedo decir que en Ciudadanos no pensamos que el cargo está antes de la voluntad de aportar para hacer un cambio en el país.
—Talvi dice ser un liberal progresista, mientras que usted en la diaria se definió como liberal y en Océano FM aseguró que no entiende el concepto de progresista en lo económico. ¿Puede explicar mejor esto que parece ser una diferencia de pensamiento con el candidato?
—El liberal progresismo es una definición con un punto de vista más político. Liberal también tiene una concepción económica.
¿Por qué liberal y progresista? Como forma de organización, creemos que las libertades de las personas deben estar por encima de todo y que el Estado debe garantizarlas. Y siendo conscientes de que la gente nace con menos oportunidades, darle —a través de la educación, de la salud— todas las oportunidades para que puedan desarrollarse. Pero creemos en la iniciativa privada y en la propiedad privada, y en que las personas pueden salir adelante por sus propios medios.
—¿Es de filosofía batllista reducir la cantidad de empleados públicos, desarrollar el mercado financiero y de capitales, generar más competencia en algunos sectores como el de los combustibles, y bajar impuestos a las empresas, como plantea el programa de Ciudadanos?
—Lo que nos dejó el Estado batllista son un montón de derechos de protección social. Eso no se contrapone con la idea de incentivar la inversión, la iniciativa privada y la protección de los derechos de los privados para que las empresas estén dispuestas a arriesgar su capital y generar crecimiento. Lo dijo Mujica: el Estado no es bueno gestionando.
—¿Cómo juzga la política económica de los gobiernos del Frente Amplio? ¿Rescata aspectos positivos?
—Si se miran los resultados a hoy, tuvo sus fallas importantes. No fueron todas fallas: cuando hubo un viento de cola importante, en ese momento la política económica estuvo adecuada. Luego, cuando vinieron los vientos de frente y hubo que asumir los costos de tomar conciencia de la realidad y tener que ser más cauto con el nivel de gasto, y ahí se falló. Cuando el viento está a favor, los errores no se notan.
—El programa de Talvi dice que el “boquete” fiscal es “la madre del borrego” de varios de los problemas macroeconómicos en el país. ¿No es esa la historia de casi toda la vida de Uruguay?
—Cuanto más desarrollado es un país, mejor deberían ser sus políticas; tienen que evolucionar.
Ahí nuestra propuesta es, por ley, establecer una regla fiscal para ahorrar en momentos de vacas gordas, para no tener que hacer ajustes —bajar la inversión pública, subir tarifas— cuando vienen las vacas flacas. Esto ayuda a aprobar un nivel de gasto acorde con el nivel de equilibrio del Producto en el que estemos. Esas son políticas responsables.
—¿El país está maduro para acordar políticamente una medida de ese tipo?
—Sí. Porque lo venimos sufriendo. La oportunidad para hacer los cambios son aquellos en los que se está con luces amarillas o naranjas; el momento ayuda a la oportunidad.
—Una propuesta por Talvi para reducir el gasto es no cubrir unas 45.000 vacantes por jubilaciones, destituciones o fallecimientos de funcionarios públicos en todo el período de gobierno. ¿Cómo se imagina las relaciones con los sindicatos ante planteos como ese?
—Por no cubrir vacantes no me parece que se genere un estrés con el sindicato, porque es un ajuste natural.
—Normalmente los cargos se cubren…
—Y bueno, habrá que trabajar un poquito más.
—Otras propuestas consisten en recortar gasto en cargos de confianza, en ciertas compras y en viajes oficiales. ¿Cuánto se puede ahorrar con esto?
—El estudio del BID Mejores gastos para mejores vidas establece que el gasto en Uruguay tiene espacio para mejorar su eficiencia. Vemos que actuando quirúrgicamente, tanto en la administración central como en las empresas públicas, se puede ser más austero y responsable con el gasto. Con esas medidas que menciona estimamos que se ahorrarían unos US$ 300 millones.
—¿Ve viable cambiar la línea de base del presupuesto y salir de lo que se estila, que es incrementarlo sin saber con claridad si lo asignado es lo que se precisa o se usa bien?
—Hemos tenido reuniones con organismos internacionales, como la CAF y el Banco Mundial, y por ahí pasa alguna de sus propuestas. Da trabajo y no es sencillo pasar a un presupuesto por programa y objetivos. Al principio se podrían tomar las áreas más relevantes: es un modelo de objetivos y rendición de cuentas realmente como se maneja en las empresas. Armamos un plan, aprobamos, establecemos indicadores, metas y revisamos; ahí uno detecta gastos duplicados, superfluos, proyectos que no funcionan, y hay que ajustarlos o abortarlos. Es profesionalizar el Estado. Hay mucho para hacer en la eficiencia del gasto.
—Con los gobiernos del Frente Amplio se definieron áreas programáticas asociadas al presupuesto. También se creó un tope al endeudamiento que el Ministerio de Economía interpreta como una regla fiscal. ¿No alcanza con eso?
—Seguramente se avanzó muy poco y hay mucho trabajo para hacer.
—Para usted, ¿cuál sería un resultado fiscal óptimo o razonable?
—Un déficit global de entorno a 2% del Producto, lo que implica un pequeño superávit luego de intereses. Eso es lo que deja una dinámica de deuda sostenible.
—Las calificadoras de riesgo abrieron un compás de espera. ¿Con las medidas propuestas por Talvi se conservaría el in vestment grade ?
—Sí, aunque hay otras reformas estructurales que encarar. El tema del gasto público es una reforma que da previsibilidad y certidumbre al déficit fiscal, pero también está la reforma previsional; ahí hay espacio para bajar riesgos y darle sostenibilidad al sistema. Otra es la inserción internacional; hemos sido lentos en ganar espacios en condiciones preferenciales y pagamos unos US$ 270 millones en aranceles. Con el acuerdo con la Unión Europea, el Mercosur se está poniendo a tiro respecto de lo que debería ser su rol, aunque hay que ver qué pasa con Argentina.
Con estas reformas vamos a lograr mejorar la competitividad de las empresas y del país, y así volver a poner a la economía de pie.
—¿Cuál sería el impacto fiscal de una reforma previsional como la que propone el candidato colorado, que se basa en las “cuentas nocionales”? ¿Imagina una discusión fácil?
—¡Bien, alguien que lo tiene presente!
Las cuentas nocionales aplican para lo que es la parte del reparto. Son cuentas individuales virtuales en las que se depositan sus aportes, que se capitalizan a una tasa de interés ficta. Entonces la persona puede ir viendo cómo evoluciona su cuenta y cuánto sería su renta en caso de que decida jubilarse, considerando las tablas de expectativa de vida. Esto opera como incentivo para el aporte, disminuyendo la subdeclaración o el trabajo irregular, que en Uruguay todavía es un 35% entre ambas cosas; son fondos que se escapan del sistema.
Esto quita injerencia del sector político para tener que estar definiendo atrasar la edad de jubilación, subir los años de trabajo o hacer todas esas cuentas de la jubilación por edad avanzada… Y genera incentivos para que el sistema funcione bien y sea autosustentable en su mayor parte. La solidaridad intergeneracional no se altera.
Uruguay es chico y sencillo comparado con otros, y un sistema de este tipo se puede lograr, dependiendo del consenso político.
Recuadros de la entrevista
? “No está nada fácil” para los negocios
? “Señales” monetarias “claras” y un dólar más puro
Economía
2019-08-22T00:00:00
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