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El “efecto dominó” que puede provocar la “caída” de Venezuela y la “amenaza” de Estados Unidos preocupan a la izquierda continental
Un encuentro en Buenos Aires de intelectuales y políticos de América Latina repudió “intentos destituyentes de los gobiernos populares” atribuidos a “países poderosos, multinacionales y medios de comunicación”
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Buenos Aires (Federico Castillo, enviado). Había dos o tres nombres claves que cualquier conferencista astuto debía tener a bien invocar para ganarse el inmediato aplauso de una platea ya de por sí entusiasta en el Foro Internacional de Emancipación e Igualdad en Buenos Aires. Sin sorpresas, se batían palmas rabiosas y se entonaban cánticos de tribuna de fútbol cuando se traían a la mesa de debate los nombres de la presidenta argentina Cristina Fernández, o el de su esposo fallecido, el ex presidente, Néstor Kirchner. La otra figura que se la nombraba y al instante recogía una aprobación similar —o hasta más encendida— era la del también difunto ex presidente venezolano Hugo Chávez. Cualquier asunto que tuviera que ver con Venezuela era celebrado con la pasión de quien defiende una causa.
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El encuentro internacional de pensadores y dirigentes políticos de izquierda que se llevó a cabo en el Teatro Cervantes de la ciudad porteña durante los días 12, 13 y 14 de marzo, estuvo teñido por las cuestiones coyunturales de la región y terminó con una manifestación de “repudio a los intentos destituyentes de los gobiernos populares por parte de los países poderosos, asociados a empresas multinacionales y a grandes medios de comunicación”.
La situación del país caribeño fue casi un tema excluyente entre tanta ponencia teórica sobre los procesos políticos de América Latina. Y en ese foro organizado para destacar una década de gobiernos progresistas en la región, sobrevoló como una sombra inquietante la “amenaza” de que se vuelvan a instalar modelos neoliberales impulsados desde Estados Unidos. Lo que ocurre en Venezuela, donde el oficialismo denuncia una injerencia norteamericana desestabilizadora, fue utilizado como el ejemplo más recurrente para ponerle carne a estas advertencias, aunque también se alertó de potenciales situaciones similares en Brasil y Argentina. “Estamos dispuestos a hacer lo que sea para defender la revolución venezolana. Lo que no se les puede olvidar a muchos intelectuales, que ahora tienen miedo de defender la revolución de Chávez, es que si Venezuela se cae, el efecto dominó aplasta a toda la región. No es Venezuela, no es que Nicolás Maduro no sea inteligente, no es eso, es que el imperialismo viene con toda la fuerza”, advirtió la senadora colombiana Piedad Córdoba.
También dijo que esas “fuerzas desestabilizadoras” tienen que “respetar” el resultado electoral de Brasil y denunció un proceso de “debilitamiento y desprestigio” contra el gobierno de Cristina Fernández. “Venezuela no está sola, Nicolás no está solo. ¡Venezuela somos todos!”, arengó Córdoba al final del primer panel del foro el jueves 12.
Antes, la senadora frenteamplista, Constanza Moreira, había expresado su “solidaridad con Venezuela, siempre”. Y aún antes, el jefe de Gabinete argentino, Aníbal Fernández, lanzó un “fuerza, Venezuela” al abrir el encuentro. “¡Patria sí, colonia no!”, “¡Viva la Patria Grande, viva Latinoamérica!”, rugió el auditorio del Teatro Cervantes durante las tres jornadas del encuentro.
El pensador y politólogo brasileño Emir Sader reflexionó que en los últimos años se han construido procesos de integración regional “como no hay en ninguna otra parte del mundo. Por eso nos atacan, si no, no lo harían”. Dijo que al contrario de México, que “llevado por su elite corrompida se casó con Estados Unidos pensando que se casaba con una viuda rica y resultó ser una viuda quebrada”, Brasil, Uruguay, Argentina, Venezuela, Ecuador y Bolivia escogieron otro camino.
“En lugar de la centralidad del ajuste fiscal, la centralidad de las políticas sociales. ¿Qué mejor política podía ser para los países más desiguales del mundo? Hemos promovido derechos a la gente excluida por el modelo neoliberal”, destacó Sader. Y agregó: “si hubiera una enfermedad brutal que llevara a la muerte a esa población, le haría bien al capitalismo neoliberal porque no son consumidores de sus shoppings centers ni mano de obra calificada para sus industrias”. Para Sader, la derecha tiene “pánico“ de que “tipos como Lula o Evo Morales no salgan nunca más del gobierno”.
“Cuenten con el odio eterno de ellos y la derrota eterna de ellos. ¡Nunca más volverán!”, exclamó. Y un grupo de jóvenes integrantes de La Cámpora, el aparato militante de la presidenta argentina, respondió entonando un futbolero “Néstor, mi buen amigo, esta campaña volveremos a estar contigo, te alentaremos de corazón”.
Las menciones a Venezuela y la amenaza yanqui siguieron dominando las sucesivas jornadas de un foro que estuvo siempre bien concurrido. Cuando el Teatro Cervantes agotaba sus localidades, la gente copaba la Plaza Lavalle para ver las exposiciones en una pantalla gigante.
El viernes 13, la presidenta de la Cámara de Diputados de Bolivia, Gabriela Montaño, inició su exposición trayendo a la mesa un mensaje de Evo Morales al presidente estadounidense, Barack Obama: “Si no quiere encontrarse con la horma de su zapato, que le pida perdón al gobierno de Venezuela”. Montaño dijo que le “come el sueño” que exista “la más mínima posibilidad de que Estados Unidos ponga sus garras en Venezuela”.
“Si se mete con Venezuela, se mete con todos nosotros”, advirtió. Lo mismo dijo horas después el organizador del evento, el filósofo argentino Ricardo Forster, que habló sobre una “ofensiva tremenda y brutal de los Estados Unidos” frente a una “digna Venezuela” que “lucha por su libertad”.
“El golpe contra un país es el golpe contra todos los países”, señaló.
El sábado 14, en un discurso cargado de pasión, la presidenta de la Asamblea Nacional de Ecuador, Gabriela Rivadeneira, alertó que llegó la hora de que la “Patria Grande denuncie y rechace enérgicamente la injerencia norteamericana” en el país caribeño tras una década de “permanente asedio”.
“El momento en el que abramos la puerta para que en solamente uno de nuestros países entre de nuevo la derecha, tenemos el riesgo de seguir en fila los demás países que hemos ganado soberanía”, dijo.
“Es la política, estúpidos”.
La única expositora uruguaya en el foro fue la senadora Moreira, que se despachó a gusto con críticas a las políticas neoliberales y destacó que la región lleva “una década ganada”.
“El neoliberalismo es una tormenta, pero engendra unas tormentas más fuertes todavía que son las nuevas izquierdas. El neoliberalismo prometió progreso y volvimos para atrás, prometió prosperidad y tuvimos estancamiento y recesión, prometió estabilidad y tuvimos cualquier cosa menos estabilidad. Pero América Latina le dijo un rotundo no, y tuvimos la década ganada”, resumió. “¿Cómo llegamos a esto?”, se preguntó. Para explicar las razones del cambio, Moreira adaptó la célebre frase de un asesor del presidente estadounidense Bill Clinton. “Ahora uno les dice: es la política, estúpidos”.
La senadora frenteamplista destacó que América Latina dejó de proyectarse en los “blancos ricos que salían en televisión como (el ex presidente brasileño) Fernando Collor de Mello y empezaron a representarse en sí mismos. ¿Se imaginan a los uruguayos, mesocráticos, clasemedieros, ser representados por Mujica, un chacrero, que dice cualquier cosa y anda vestido de cualquier manera? Sin embargo los uruguayos aman a Mujica porque Mujica se parece mucho más al pueblo uruguayo que ningún doctor”. Advirtió que el desafío para la izquierda es continuar avanzando en esa “representación sustantiva” con “más mujeres, más trabajadores, más indígenas” en el gobierno.
Y llamó a investigar a los poderosos. “La pobreza se exhibe pornográficamente en detalle, los tenemos bien contabilizados a los pobres, dónde viven, qué piensan, qué sueñan. Y la riqueza se oculta pudorosa. No sabemos nada sobre la riqueza, no sabemos nada sobre los empresarios. Vamos a tener que convencer a Naciones Unidas de que además de medir el panorama social, mida la riqueza y destine recursos para medir el poder económico, ¿quiénes lo tienen?, ¿cuántos son? Que los midan también como miden a los pobres”. Y hubo aplausos.