Con retrasos respecto a la fecha original, el establecimiento ideado para modificar el sistema carcelario uruguayo está próximo para recibir a los primeros presos. “El proceso de funcionamiento está bajo prueba y pensamos que puede estar pronto en los plazos que estimamos con la empresa”, afirmó el inspector del contrato por parte del Ministerio del Interior, Bernardo Vidal, durante una recorrida de Búsqueda por el nuevo penal el jueves 4.
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La primera fecha acordada entre el Ministerio del Interior y la empresa Teyma para la apertura de la cárcel era el lunes 15, pero ayer miércoles las autoridades resolvieron postergarla por detalles de obra que faltan culminar.
Ubicada en el barrio Punta de Rieles en un terreno del Ministerio de Defensa, la Unidad Nº 1 tiene capacidad para albergar a 1.960 internos en 720 celdas. Entre sus novedades está un sistema de seguridad basado enteramente en tecnología de vigilancia, una enfermería que prevé en el futuro evitar el traslado de los presos a centros públicos de ASSE y un edificio de admisión con el cual se planea reemplazar la Cárcel Central de Montevideo. Pero, globalmente, la Unidad Nº 1 es la esperanza del gobierno para eliminar el hacinamiento de las prisiones uruguayas y cambiar definitivamente la cultura carcelaria. Su diseño está pensado desde cero para la rehabilitación, “bien distinto” al de “los Frankensteins” que actualmente suponen la mayoría de los penales del país.
Liberar al Estado.
En 2014, la Unidad Punta de Rieles S.A., conformada en un 85% por la constructora Teyma y en un 15% por la empresa barbadense de servicios alimentarios Goddard Catering Group, fue seleccionada en un proceso de licitación como contratista para construir la cárcel. Así, a diferencia de la experiencia internacional, en Uruguay no es una ruta sino una prisión el primer proyecto de participación Público Privada (PPP) implementado bajo el régimen de la ley Nº 18.876. El plazo del contrato es de 27 años y medio, contados desde su firma.
Además del financiamiento, diseño, construcción y equipamiento de toda la prisión (36.000 metros cuadrados techados, 14.000 de espacio exterior) la sociedad anónima se encargará del mantenimiento de los equipos estándar y del sistema de seguridad, la prestación de servicios de alimentación para internos y funcionarios, la lavandería, el control de plagas y los economatos. El Ministerio del Interior le pagará trimestralmente según la cantidad de plazas que atienda y la calidad de esos servicios; en su óptimo esa cifra equivaldrá a 200 unidades indexadas (hoy $ 743,58) por plaza por día.
Por su parte, la administración penitenciaria del establecimiento será determinada por el Instituto Nacional de Rehabilitación (INR), que junto a la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE) tendrá las funciones de intervención socioeducativa, seguridad y salud. Este mecanismo “libera al Estado, permitiéndole poner énfasis en los aspectos que hacen al tratamiento con foco en la persona privada de libertad y su reintegración social”, indica un documento del Ministerio del Interior.
Teyma, filial uruguaya de la empresa española Abengoa, basó el diseño de la obra en “el modelo estándar de las prisiones españolas”, indicó Vidal. Eso implica ciertos elementos que pueden ser extraños para la realidad uruguaya (por ejemplo, techos livianos que expanden hacia arriba la energía de una posible explosión en un ataque terrorista), pero muchos otros que, aunque también extraños, el gobierno cree que sí tendrán un valor tangible. “Esto es bien distinto. Esto es otra cosa. Otra cultura, otra forma de hacer›”, señala Vidal.
La “otra forma de hacer” parte de una prisión con edificios posicionados de acuerdo con su uso y su seguridad: acceso para visitas y funcionarios, administración, área de visitas, clasificación para internos, enfermería, servicios, zona deportiva cultural y los edificios residenciales, con celdas individuales, triples y de a cinco. Cada uno tiene su propio centro de videovigilancia con alarmas, cámaras, scanners, detectores de metales y puertas automáticas. También hay una cancha de fútbol y rugby, y una huerta, ambos al fondo del predio.
“La cárcel está pensada para la rehabilitación. Si ves los otros centros que hay, fueron pensados y construidos para encerrar gente y luego les fueron agregando canchas para hacer deportes, algunas aulas o espacios para emprendimientos productivos. Son como Frankensteins”, explicó a Búsqueda Federico Laca, director general de la Secretaría del Ministerio del Interior.
Según afirmó Vidal, el objetivo es que los presos estén en las celdas solo para dormir. “La celda está siempre cerrada: los presos están durmiendo adentro o están afuera en el espacio común de cada módulo comiendo o mirando televisión. O en una actividad programada en la zona deportiva y cultural, o en clase o con visitas. La lógica del modelo es ‘a la celda a dormir’. La arquitectura lo que busca es obligarlos a que la vida no esté dentro de la celda”, indicó.
La arquitectura presta la misma importancia a la seguridad. Vidal dice que “únicamente” existirá contacto visual entre los internos y los policías, que manejarán los centros de videovigilancia protegidos por espacios compartimentados; los operarios técnicos mantendrán la cárcel “también sin contacto” con los internos a través de ductos técnicos con acceso independiente.
A la vez, gran parte del equipamiento es “antivandálico”: duchas a presión con picos curvos para evitar suicidios, colchones y cubrecamas ignífugos, ventanas con barras sobre rulemanes que dificulten cortarlas y techos de dos aguas para que los internos no se trepen. “No todo es indestructible, pero todo condiciona mucho a los internos. Hacer lo que hacen en otros lugares, acá es impracticable”, resume Vidal, quien admite que, con la fecha límite del lunes 15, Teyma debía “apurar” el cierre de una obra que todavía muestra muchos detalles a finalizar.
Durante la recorrida los operarios luchaban con un portón que no se movía pese a las órdenes del puesto de control; la cocina que suministrará de alimento a toda la cárcel —el mismo para funcionarios y presos— y algunos futuros salones de clase estaban a medio terminar y algunos sensores todavía no estaban instalados. También había un charco de agua producto de una pérdida que la empresa se había comprometido a arreglar.
Pese a toda la tecnología y automatización, a primera vista la prisión luce rústica. Las paredes son de hormigón liso y las terminaciones y el mobiliario muy sencillos.
La más segura.
Las autoridades están confiadas en cómo funcionará el nuevo establecimiento, definido por el gobierno de “baja y media seguridad”. Tan confiadas que, siguiendo el modelo español, el perímetro de la Unidad Nº 1 no tendrá guardia militar como el resto de los penales, sino cámaras y sensores de movimiento. “Acá la guardia perimetral es la tecnología. Esta cárcel es la más segura de Uruguay y, si se escapa alguien, lo hará por la puerta, como ocurre en las cárceles del Primer Mundo”, sostuvo Laca.
Una situación similar se da en la enfermería, que tiene equipamiento y camas suficientes para atender a internos de otras prisiones, dejándolos de trasladar a centros de ASSE como el Instituto Nacional De Ortopedia y Traumatología (INOT), de donde se fugó Anthony Martín Rodríguez Silvera en setiembre. “Acá cualquier Patito Feo se puede escapar de la enfermería y no va a pasar nada porque si el Patito Feo sale, sigue dentro del predio”, ejemplifica Vidal, quien destaca también la independencia del edificio de enfermería con los edificios residenciales. “A la enfermería se pueden ingresar y retirar pacientes de otros lugares sin que ninguno de los internos de aquí se entere”.
A la vez que el Ministerio del Interior analiza con ASSE dejar de utilizar sus institutos, Laca dijo que en “el futuro cercano se cerrará Cárcel Central” pues el área de clasificación de la nueva prisión, denominada Centro de Ingresos, Diagnóstico y Derivación, tiene espacio para cien personas.
Por lo pronto, ya se inició la selección de las personas que serán trasladadas a la Unidad Nº 1 Punta de Rieles. Alojará exclusivamente a varones que, en una primera etapa, serán trasladados desde unidades del área metropolitana. “Para el primer poblamiento se estableció q ue serían consideradas aquellas personas cuyo vencimiento de pena no sea inferior a un año ni mayor a cinco”, dijo Laca. En una segunda etapa serán trasladadas algunas personas que habiendo sido procesadas o condenadas en la zona metropolitana, fueron derivadas a algunas unidades del interior. “Quedaremos con más plazas que personas en prisión. Se solucionará el hacinamiento”, valoró el jerarca.