En un escenario desafiante de competitividad para la industria uruguaya, Facio intenta dar respaldo al sector privado desde su cartera, aunque defiende la política monetaria como parte del prestigio del país.
Lo que sigue es una síntesis de la entrevista que la ministra concedió a Búsqueda.
—Asumió hace pocas semanas y su nombre provocó sorpresa. ¿Cómo vivió su designación?
—Yo fui la primera sorprendida (ríe), pero por supuesto que muy contenta sobre todo por lo que representa el respaldo del ministro (Omar) Paganini a mi trabajo aquí desde noviembre de 2022. Estoy muy agradecida y muy comprometida en hacer el mejor trabajo posible.
—Llegó en medio de un conflicto para definir los cambios en la cadena de distribución de combustibles. Resolvió postergar por dos años la decisión de que Ancap deje de mediar entre los fleteros de combustibles, los estacioneros y los sellos distribuidores.
—Las distribuidoras se hacen cargo de sus fletes, lo que pasa en este negocio es que Ancap intermedia, entonces los fleteros sienten que con Ancap están más protegidos, más seguros. De alguna manera están ahí, bajo un paraguas de la protección del Estado, que nosotros entendemos que no corresponde, y eso era parte de lo que estaba propuesto. Realmente fue una jugada, digamos que un poco extraña, un poco picaresca de la gente de la asociación (de transportistas de combustibles), porque este tema está planteado hace más de un año y medio. Y el planteo lo hicieron en ese momento, ese fin de semana, diciendo que detenían las actividades por tres días. Hubo muchos elementos en un momento en el que el país estaba en plena siembra. Realmente la mejor decisión fue la que tomamos. La gente nos critica, pero si hubiéramos dejado al país sin combustible nos hubieran criticado más.
—Postergar la reforma por dos años, ¿no es mucho tiempo? ¿No fue ceder a la actitud picaresca que señala?
—Es un tema coyuntural, dos años está bien para las circunstancias. El que viene es un año electoral, entonces tampoco es para estar revisando estos temas. En dos años va a haber un nuevo gobierno y vamos a poder terminar las cosas que empezamos. Ellos pedían más cosas, o sea que fue una negociación y en las negociaciones siempre se cede algo.
—Con los sindicatos, en particular con el de Ancap, han tenido negociaciones duras. ¿Fueron con la misma vara al conflicto con los empresarios o fueron más blandos?
—Son circunstancias distintas y momentos políticos distintos. Tampoco es que fuimos blandos, no lo veo de esa manera. Lo único que hicimos fue postergar algo, que es una decisión que ya está tomada y que va a ocurrir.
—En Ancap la decisión causó malestar porque el ente considera que hizo los deberes, pero cuando le toca hacerlos al sector privado, se dilata el esfuerzo…
—Estamos hablando de empresas que, en muchos casos, son pequeñas. Tampoco estamos hablando de megaempresarios, ¿no? Lo conversé con Ancap y sí, ellos tenían una mirada un poco diferente. Pero nos pareció que esta era la mejor decisión.
—No se trata solo de empresas chicas. Se plantea que hay algunas decenas de grupos económicos privados que con esta decisión también fueron beneficiados.
—Sí, pero nosotros protegemos a todos. Sobre todo miramos a los chicos, y fue planteado desde ese lugar. También fuimos muy contemplativos en muchas cosas con el sindicato de Ancap. Le dimos muchas oportunidades que el sindicato no quiso tomar.
—¿Cuánto incidió en la decisión de postergar la reforma en la cadena de distribución la circunstancia política que se vivía? El gobierno estaba en medio de una crisis de gabinete...
—Si dijera que no incidió, estaría mintiendo. Evidentemente fue una cosa que nos tomó a todos de sorpresa. Estaba subyacente en la situación, pero pesó mucho el tema de la siembra. Necesitamos una buena cosecha para el año que viene. Tenemos muchas expectativas después de un año muy difícil con la sequía. No podemos darnos el lujo de no hacer las cosas que tenemos que hacer en el campo.
—También desistieron de la intención de asociar a Ancap con privados en el portland ¿Fue otra derrota para los planes originales?
—Lo del portland viene de la mano del problema que hay con el sindicato. Pusieron demasiada intensidad en sus reclamos y eso hizo que las empresas privadas que podían estar interesadas dejaran de estarlo. Es una lástima que se haya ido por ese camino, pero bueno, no se presentó nadie en la licitación por los problemas que hay con los trabajadores.
—¿Es tan fuerte el sindicato? ¿O el gobierno erró con su análisis del sector y de las posibilidades que tenía?
—Estamos hablando de una empresa que hace 20 años que da pérdidas y de tratar de buscar un camino de actualización tecnológica. No creo que sea equivocado tratar de asociar a una empresa que pierde hace 20 años mediante un camino en el que se garantiza el trabajo a las personas. Los trabajadores no lo vieron de esa manera, no lo aceptaron, pusieron sus piedras en el camino y tuvieron fuerza suficiente para desalentar a los posibles inversores.
—¿El gobierno debió ser más ambicioso en la reestructura de las empresas públicas para buscar eficiencias y alivianar parte del “costo país”?
—El gobierno fue ambicioso, pero no es el único que juega. Uno puede hacer, tratar de ir hacia una mejora en la gestión en una cantidad de cosas pero se trata de hacer las cosas con el otro, con las empresas, con los trabajadores. No viene una élite y modifica el universo. Acá estamos trabajando con las personas y las personas son las que hacen las modificaciones. Yo creo que el gobierno fue ambicioso y está bien. Porque hay cosas que, de pronto no se hacen ahora, pero quedan establecidas en el imaginario de las personas. Ese es el camino y es hacia ahí que tenemos que ir. No importa si no lo pudimos hacer en esta gestión, seguramente vamos a tener otra oportunidad. Pero hay que dejar claras las bases de para dónde tenemos que ir. A veces las ideas van más rápido que los procesos. Bueno, eso es un poco lo que creo que está pasando en estas circunstancias.
—En este período, ¿se cerró el momento de hacer cambios estratégicos o estructurales? Parece estar hablando de una segunda etapa para lograr algunos objetivos...
—Hay un momento para hacer cosas y hay un momento para, de pronto, hacer otras cosas. Todavía hay muchas cosas que queremos hacer, que estamos impulsando y que esperamos que prosperen.
—¿Son los procesos o es que empiezan a medirse los costos políticos de hacer determinados cambios?
—No, porque en el caso del cemento se hizo todo lo que se pudo y de hecho se empujó todo lo necesario para que se hicieran las cosas que había que hacer. No se logró. Todos desearíamos que las pérdidas fueran menores, estamos pensando en otras alternativas, que prefiero no comentar.

—Este año cerrará con retracción de la industria, los empresarios insisten con la afectación en la competitividad por el atraso cambiario, la caída en las ventas y los menores márgenes. ¿Cómo evalúa esta coyuntura?
—El tema del atraso cambiario es muy complejo. No es un capricho del Banco Central que el valor de la moneda responda a una situación de prestigio del país. Eso es bueno, o sea, nadie querría que tuviéramos un país desacreditado y otro valor de la moneda. A veces, hay cosas que son buenas para conseguir inversiones. En el exterior se destaca el investment grade, por ejemplo. Y bueno, se hacen difíciles las cosas para la industria, pero son los valores que naturalmente se están dando. No es artificial el tipo de cambio que tenemos. Desafíos tenemos todos los días. Tratamos de acompañar de la mejor manera que podemos a los industriales, los escuchamos siempre y hemos tomado muchas medidas para darles apoyo. Soy una convencida de que el conocimiento y la formación es lo que en definitiva nos hace salir adelante.
—Un mercado relevante es el argentino. ¿Piensa que el cambio de gobierno puede mejorar la situación y liberalizar el comercio con el vecino país?
—Siempre hay posibilidades de mejora. Es una nueva oportunidad para poder plantear las cosas. Desde la Cámara de Industrias, acompañados por este ministerio, se hicieron muchas gestiones para que los pagos entraran, para que se pudiera seguir exportando a Argentina, inclusive hubo gestiones hechas a nivel de los bancos centrales. Cuando cambian los actores aparecen nuevas oportunidades, vamos a hacer todas las gestiones para que nuestra industria también pueda seguir desarrollándose.
—¿Qué perspectivas de nivel de actividad tiene para el sector en el corto plazo?
—Este año ha sido difícil, pero ya estamos mirando el año que viene y estamos convencidos de que vamos a tener mejores números.
—Volvió de China hace pocos días. Allí se habló de acelerar la firma de un eventual TLC. ¿Cree que la industria está en condiciones de competir?
—Estamos hablando de otra cosa, estamos hablando de inversiones, lo que queremos es venderle a China, que es un mercado muy grande. Estamos en inferioridad de condiciones respecto a lo que son nuestros competidores naturales, como por ejemplo, Nueva Zelanda. Yo iba a desayunar en el hotel y la manteca era de Nueva Zelanda. En la delegación estaba Conaprole, que tiene una oficina en China, con personal en China y que ve disminuidas sus posibilidades de colocar sus productos, porque a los chinos les conviene comprarle a ese país sin arancel. En realidad apostamos a eso, a que nuestra industria crezca con un mercado muchísimo más grande. Somos países muy complementarios. Buscamos que los chinos inviertan en Uruguay.
—Se reunió con varias empresas tecnológicas en China. ¿Qué proyectos o intenciones de inversión trajo en su cartera?
—Tuve reuniones muy interesantes. Con el Ministerio de Recursos Naturales de China fue uno de los acuerdos. Tenemos mucho potencial como país en desarrollar una cantidad de cosas que tenemos en nuestro territorio y que de repente no hemos tenido la posibilidad de hacerlo por falta de capacitación, o por falta de recursos. Ese entendimiento que firmamos nos puede ayudar. Luego visité algunas empresas de tecnología como Huawei, que tiene un desarrollo muy importante de baterías y componentes para vehículos eléctricos, cargadores con una potencia impresionante que cargan en un segundo para recorrer 1 km. Es algo que nos interesa mucho porque estamos tratando de empujar la movilidad eléctrica.
—¿Qué prioridades tiene la cartera de aquí al final del gobierno?
—Hay algunas cosas que hemos impulsado desde el ministerio que ya están encaminadas. Una es la ley de medios que ya se aprobó en comisión en Diputados y esperamos que antes de fin de año se vote, porque entendemos que es importante. Otra es el PCT, un proyecto de ley para adherir al tratado internacional de patentes. Entendemos que es esencial que se vote. Después, estamos buscando la manera de empujar todos los proyectos de hidrógeno verde para que se concreten antes de que termine el mandato. Hay dos proyectos bien concretos que están bastante adelantados en su etapa de factibilidad. Hay aspectos de regulación en los que estamos trabajando, que tienen que darse, porque si no, no se pueden sostener. El país tiene un potencial muy grande en la industria del hidrógeno verde y derivados. Nos interesan los proyectos, sobre todo por la generación de conocimiento, para que nuestros técnicos estén preparados y puedan llevarlos adelante y desarrollarse. ¿Que son proyectos riesgosos? Bueno, todas las cosas de innovación son riesgosas, si no querés riesgos... olvídate de la innovación. Otra cosa que me interesa mucho impulsar es el Uruguay Innovation Hub, que está caminando, avanzando con convocatorias. Podemos hacer una diferencia importante con eso.