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El hidrógeno verde permitirá que Uruguay facture US$ 1.900 millones en 2040, estima el gobierno
El valor de producción del combustible ubicaría a Uruguay en un lugar competitivo como exportador, detrás de Chile, Arabia Saudita, Argelia y Australia
Después de posicionarse en un lugar destacado en el mundo por el cambio de su matriz eléctrica —y alcanzar la participación de más del 90% de fuentes renovables— Uruguay tiene por delante el “desafío” de descarbonizar otros sectores, como el transporte y la industria, para reducir el uso de combustibles de origen fósil, que hoy alcanza el 40%. El hidrógeno verde es el energético clave en esta nueva transición y el país aparece posicionado como un potencial exportador, destaca un informe final del Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM) publicado en octubre.
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La ruta que se trazó la secretaría de Estado tiene como fecha de llegada el 2040 y divide el camino en tres fases. Al final del período, la producción del hidrógeno verde se acercaría —según las estimaciones— al millón de toneladas y representaría una “oportunidad de facturación” de US$ 1.900 millones a partir de ese año, 12 veces más que el monto proyectado para 2030. La construcción de las plantas, la operación, el mantenimiento, la logística y la educación técnica permitirían generar más de 30.000 puestos de trabajo.
El “muy buen potencial” exportador que el MIEM indica que tiene Uruguay permitirá también el desarrollo del mercado doméstico, a través de la “desfosilización y sustitución de importaciones en el transporte terrestre y marítimo”, así como de la producción de fertilizantes.
Para el transporte marítimo se proyecta el crecimiento de combustibles bajos en emisiones. Se asume una penetración de 1% para buques de contenedores del mercado interno para 2030 y del 9% para el 2040. Esto, entonces, podría “posicionar los puertos del país como parte de un potencial corredor verde”.
Casi todos los fertilizantes que se utilizan en Uruguay son de origen fósil e importados. Por lo tanto, el MIEM considera que sería “interesante” crear una industria nacional de este insumo de origen renovable.
Para el 2030 se proyecta que solo el 3% de los vehículos utilizarán este combustible verde, un porcentaje que aumentará a 35% en 2040. La transición energética en el transporte se podría realizar sin cambios en la flota vehicular: el “diésel verde” obtenido como “coproducto” de la producción de combustibles de aviación se podría utilizar sustituyendo el diésel de origen fósil en motores de combustión tradicionales.
Si se cumplen las metas que se trazó el MIEM, el desarrollo del mercado doméstico implicaría una facturación de unos US$ 60 millones en 2030 y sería del orden de los US$ 540 millones en 2040.
Las fases.
La primera etapa del camino trazado por el MIEM finaliza en 2025. La meta para este período de poco más de un año es desarrollar el mercado doméstico y sentar las bases para los primeros proyectos de exportación. En esta fase se “fomentarán” los primeros proyectos piloto de producción y el uso del combustible verde. En este período deben quedar desarrolladas la regulación, las guías ambientales y estar sistematizados los procesos de obtención de licencias.
La fase dos está planificada para el período 2026-2030, cinco años en los que se procurará “escalar el mercado doméstico” y tener los primeros proyectos en operación para la exportación. Para estos años, por ejemplo, se espera que esté en funcionamiento el proyecto millonario presentado por la chilena HIF Global en Paysandú. En 2030, la “oportunidad de facturación anual” está estimada por el ministerio en US$ 160 millones.
Los últimos 10 años del plan son los de consolidación. Para esa fecha, el MIEM se propone tener pronto un mercado nacional a “gran escala” y un “crecimiento acelerado” de las exportaciones, dice el informe.
En una primera aproximación a los requerimientos de agua para abastecer la producción del hidrógeno verde, el MIEM estimó que la “demanda adicional” sería menor al 1% del total de los permisos otorgados en la actualidad. Sin embargo, el ministerio hará nuevos estudios para tener información precisa sobre el uso del recurso hídrico.
Los costos de la producción de hidrógeno verde en Uruguay se ubicarían entre US$ 1,2 y US$ 1,4 por cada kilo, valores que posicionarían al país de “manera competitiva como exportador”. Este precio está por encima del de Chile (US$ 1,0), Arabia Saudita (US$ 1,1), Argelia y Australia (US$ 1,2), los que aparecen como los principales exportadores netos.
A estos costos de producción se le deben sumar los logísticos (la transmisión de la electricidad, el transporte y el almacenamiento). Para los proyectos de una escala superior a 500 megavatios, el uso de un gasoducto sería “una de las opciones más atractivas”, dice el MIEM. Estos costos se ubicarían entre US$ 0,3 y US$ 0,5 por cada kilo del combustible verde.
La falta de una estrategia
La producción de hidrógeno verde “despierta en Uruguay un amplio abanico de oportunidades”, por los recursos renovables en “abundancia” que se encuentran en su territorio, y con “margen de complementariedad”, sostiene el informe Hidrógeno verde. Avanzando sobre la matriz energética del Uruguay, de Octavio Berruti. El trabajo fue destacado como el premio de la Academia Nacional de Economía 2023.
Están las “condiciones dadas” para que la producción en Uruguay sea a “costos competitivos internacionalmente”, como en Chile. Pero el trabajo también deja una advertencia: “Sacar provecho de estas ventajas de oportunidad depende” de un “desarrollo estratégico nacional”, con una visión “a largo plazo” y una labor coordinada que trascienda los gobiernos.
El trabajo académico propone que para el diseño de esa estrategia se deben tener en cuenta las vías de transporte sustentable y su financiamiento; la infraestructura necesaria para la carga y la regulación; el desarrollo de investigación, capital humano e innovación; y un plan informativo y de difusión social.
La estrategia que sugiere este economista debe estar direccionada hacia el carbono neutral. Visualiza el “inmenso desafío” de lograr una economía 100% descarbonizada. Otro punto a tener en cuenta en la planificación es el aumento de la flota vehicular, que va a provocar “grandes desafíos de adaptabilidad” en la ciudad. “Junto con la electromovilidad deberán coordinar meticulosamente sus movimientos”, dice el trabajo de Berruti.
Otra investigación premiada por la Academia Nacional de Economía —El mercado de permisos de emisiones como camino al desarrollo sostenible en Uruguay— advierte por los impactos negativos del “calentamiento global”, que son cada vez más “intensos” y no “pasan desapercibidos”.
“Es necesario tomar acción sobre las políticas ambientales para combatir esta amenaza y hacerlo antes de llegar a un punto de no retorno”, dice el trabajo académico de los autores Juan Ignacio Birozzo y Nicolás Stanko.
El texto de los académicos propone que exista una implementación de un mercado de permisos de emisores que sirva como “mecanismo estratégico” para que Uruguay afronte los problemas que produce el cambio climático. Estos permisos permitirían “movilizar recursos” y “reducir los costos de abatimiento”, de forma que las empresas “puedan realizar una transición hacia una producción asociada a menores niveles de emisiones”.
Estos permisos facilitarían “la negociación y coordinación entre los sectores más relevantes en términos del nivel de emisiones, que son la ganadería y el forestal”.
“Ayudaría enormemente a que no solo ambos sectores puedan salir beneficiados sino también permitir que se logre avanzar de gran manera en términos de reducción del dióxido de carbono en el país”, concluye el trabajo.