El embajador de la Unión Europea en Uruguay, Paolo Berizzi, advirtió que el "modelo europeo" enfrenta "amenazas existenciales" y que por eso debe reducir su "dependencia" en áreas clave.
“Quizás exageramos en confiar en una dependencia en sectores verdaderamente estratégicos”, dice el representante de la Unión Europea en Uruguay
El embajador de la Unión Europea en Uruguay, Paolo Berizzi, advirtió que el "modelo europeo" enfrenta "amenazas existenciales" y que por eso debe reducir su "dependencia" en áreas clave.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl diplomático dijo a Búsqueda que las próximas elecciones al Parlamento Europeo serán muy importantes, pero no espera que impliquen un "cambio de rumbo del bloque.
—Usted dice que las elecciones para el Parlamento, previstas para la primera semana de junio, son importantes. ¿Pueden cambiar el rumbo de la Unión Europea?
—Creo que no, porque en Europa seguimos teniendo una mayoría de fuerzas políticas que entienden el valor y la importancia del proyecto político europeo. Desde el Tratado de Roma han pasado casi 70 años y Europa siguió fortaleciéndose. Jean Monnet decía que la Unión Europea se fortalece con las crisis. Tuvimos varias crisis, como en los últimos años el Brexit, la pandemia, la crisis financiera de 2011, la agresión de Rusia a Ucrania. Y al final logramos siempre salir unidos, fortalecidos, quizás un poco cambiados pero siempre unidos. Nuestro nivel de integración ahora es 100 veces más profundo que lo que teníamos hace 60 años. Creo que el core business, el aspecto central de la integración europea, que es una combinación de libertad política, de prosperidad económica y de cohesión social, nadie lo discute en Europa. Y esta es la síntesis del proyecto europeo. Hay naturalmente movimientos que quieren más Europa, movimientos que quieren menos Europa, hasta que quieren volver más a los Estados naciones. Pero no veo en realidad una mayoría en contra. Al revés, en muchos países esta parte centrista que quiere que Europa se fortalezca está siendo muy fuerte. Ahora, es cierto que en los últimos tiempos escuchamos llamar amenazas existenciales.
—Una nota de El País de Madrid hablaba del crecimiento de los partidos de extrema derecha y de derecha en Europa y cómo estaban avanzando también, o podrían avanzar, a nivel parlamentario europeo. ¿Hay un movimiento en ese sentido de partidos más de derecha y extrema derecha?
—Puede ser, depende de lo que significa. Hay encuestas que dicen que podrían crecer los partidos de derecha extrema o partidos de derecha, pero lo veremos el 9 de junio. Y sobre todo vi que hay casos, no quiero mencionar países, en que se pensaba que los partidos de derecha cuando entraban en un gobierno iban a tener una posición antieuropea. Si al final no sucedió, uno podría…
—Como el gobierno de Italia, liderado por Giorgia Meloni…
—No menciono a ningún país, pero sucedió. Sucedió que algo es estar en la oposición, otra cosa es estar en el gobierno. Al final Europa tiene un nivel de integración demasiado profundo.
—Usted hacía referencia a amenazas existenciales. ¿Cuáles serían?
—No son a la Unión Europea, son al modelo europeo, a este modelo del que estamos hablando. Amenazas que vienen de muchas cosas, pueden venir de guerra, pueden venir de una dependencia estratégica, porque alguien puede transformar esa dependencia en un arma. La globalización, es decir la interconexión de los países del mundo, pareció la forma mejor de mantener la paz. Y efectivamente, comparado con los siglos anteriores, no hubo muchas guerras con esta globalización. Pero una globalización llevada al extremo hizo que Europa empezara a depender demasiado, en sectores críticos, de sus proveedores. (El vicepresidente Joseph) Borrell dice siempre una cosa: “Cuando empezó la pandemia, descubrí que no se producía en Europa ni 1 gramo de paracetamol”. Entonces, si un día lo necesitamos, ¿a quién lo pedimos? Para pedirlo a alguien tienes que tener que alguien te lo quiera dar. Tenemos mucha o tuvimos mucha dependencia del gas ruso. Otro caso, pero ahora que estamos hablando justamente del fortalecimiento de nuestra defensa, nos dimos cuenta de que la OTAN es fundamental. Y hay un gran apoyo en la OTAN de los Estados Unidos.
—Donald Trump cuando fue presidente dio señales de que EE.UU. puede algún día retirar ese apoyo…
—Entonces la reflexión en Europa es: OK, todo eso que hicimos funcionó, pero quizás exageramos en confiar en una dependencia en sectores verdaderamente estratégicos. De ahí el interés en el fortalecimiento de la capacidad interna y el trabajo que hacemos en el mundo con los socios confiables. Ahí entra Uruguay, socio confiable que comparte valores.
—Usted decía que la Unión Europea debe reducir la dependencia de otros en ciertos sectores estratégicos y eso se da en momentos de realineamientos y del crecimiento de China. ¿Eso implica bajar la dependencia de aliados, como EE.UU.?
—Los EE.UU. y diría ahora el Reino Unido también, van a ser siempre nuestros socios principales. Tenemos demasiadas afinidades y una manera de interpretar el concepto de democracia. Al final es el mundo occidental, es el mundo que produjo la carta de derechos humanos de Naciones Unidas que la respeta. Puede ser que haya dependencias que queremos reducir, pero van a seguir siendo nuestro socio principal, lo que no significa que estemos siempre alineados en las mismas posiciones. Dicho esto, hay que mirar las cosas en perspectiva. ¿La Unión Europea y EE.UU, ¿qué porcentaje del PIB mundial representan? Siguen representando bastante, pero es entre 5%, 7% menos de porcentaje de lo que representábamos hace 30 o 40 años. ¿Por qué sucedió? Porque creció mucho China y entonces tuvo gran parte del PIB mundial que antes no tenía. Es un mundo distinto del mundo anterior. Se tienen que lograr a escala global nuevos equilibrios con nosotros y EE.UU. de un lado, los dos comerciando mucho con China, aunque no compartamos los valores de democracia, estos principios básicos.