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    El titular de Economía analizó con militantes la “lucha ideológica” interna del Frente Amplio; para él la clave está en “poder elegir”

    “No sé dónde voy a trabajar en un tiempo. Seguro de ministro de Economía, no”, sostuvo Fernando Lorenzo

    Llegó dos semanas después de la interpelación en el Senado donde justificó el gasto público, habló del control de la inflación y se defendió por el proyecto Antel Arena. Sin embargo la otra interpelación que esperaba el pasado jueves 18 al ministro de Economía, Fernando Lorenzo, fue bien diferente. La cita fue en el comité de base Cuaró, en pleno Prado, con el título “¿Hacia dónde va la economía nacional?”, junto al dirigente del PIT-CNT Marcelo Abdala.

    Lorenzo saludó uno a uno a los militantes que lo esperaban. El encuentro finalizaría cargado de aplausos y coincidencias, de gestos de aprobación, de cabezas que asentían. Hasta fotos hubo porque el lema, como lo dijo una militante, era “no matarle el alma al compañero”. Y así más que de política económica e inflación, la discusión se centró en la “lucha ideológica” dentro del Frente Amplio y los caminos para triunfar en las elecciones del 2014.

    Abdala, un alto dirigente del Partido Comunista, comenzó a hablar. “Tenemos que generar las condiciones de una inflexión, de una nueva etapa de cambios. Y es muy claro que vivimos una crisis internacional del capitalismo”, dijo. “Hoy el déficit fiscal no es un problema”, agregó y destacó el actual nivel de inversiones, el crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) y la disminución de la pobreza. “Estamos convencidos de que es necesario entrar en una fase nueva de cambios y transformaciones”, remarcó.

    El dirigente explicó entonces de qué transformaciones hablaba: “cambiar la matriz productiva” con más valor agregado y más mano de obra calificada, desarrollando por ejemplo la industria naval; “expandir los derechos del pueblo”, “desmercantilizando” la salud, la seguridad social y la vivienda porque “está difícil para los que ganan menos de $ 10.000”; “impedir que las variables de ajuste sean el empleo y el salario”, controlando los precios para sostener la inflación; y “meter mano a quienes hicieron ganancias extraordinarias” en la minería, en la soja, y el sector forestal.

    Pero todo eso —aclaró—desde la “síntesis”. Abdala criticó las “discusiones que aparecen de forma promiscua” y dijo que el debate “es con todos, no es con dos equipos económicos”. “Estas cosas las pensamos para tener más viento en la camiseta, para que haya un tercer gobierno del Frente Amplio. (...) Obviamente hay una lucha ideológica pero hay que debatir y buscar la manera de sintetizar. (...) Acá estamos en una fase de tránsito, o las clases dominantes se hacen de la iniciativa para instalarse en el gobierno o con las fuerzas de nuestro pueblo logramos construir un nuevo escenario que sea funcional a los cambios”, consideró. Las referencias a la oposición, o la “derecha”, aparecían por primera vez en la noche como un elemento unificador de la fuerza de izquierda.

    Llegaron los aplausos y el turno de Lorenzo. A sus espaldas un mural donde la bandera del Frente Amplio se desplegaba al lado de la uruguaya con la inscripción “40 años junto al pueblo, 40 años cambiando el país”. A un costado colgaba una foto del fallecido senador Zelmar Michelini y otra del líder frenteamplista Líber Seregni, a quien Lorenzo aludió dos veces en su discurso.

    “Probablemente de lo que extraño más es no poder ser más parte del debate”, empezó el ministro. “Uno pelea por algunas cosas pero abandona el debate. (...) No estamos asistiendo a cualquier época de nuestro país, la tarea que realizamos implica transformaciones de las que yo creo que asambleas como esta tienen que ayudarnos a explicar, compartir e identificar la magnitud de esas transformaciones”, evaluó.

    Habló de las “revoluciones no consolidadas y aún en marcha” de la izquierda: defendió la reforma tributaria, el Sistema Nacional Integrado de Salud, la educación y la “ampliación de derechos”. “Yo soy el primer impaciente, quiero que las cosas que dijimos que vamos a hacer las hagamos antes y las que no dijimos las empecemos a hacer cuanto antes”, aseguró. Pero enseguida agregó que la fuerza política se debe “a la Constitución y al programa”.

    “La izquierda nació de las ideas y del debate. Por tanto es absolutamente normal que se recree y se reinvente en ese mismo marco. Algunos no entienden que para nosotros esto es normal, esta sensación de que el debate nos motiva mucho”, continuó el secretario de Estado.

    Apuntó también que hubo “temas que se agregaron a la agenda” en 2005, cuando el Frente Amplio accedió a su primera Presidencia. Así destacó el programa de emergencia social y habló del “estancamiento de la producción” en el país. “Llevábamos 15 años de postergación y letargo productivo. Y detrás de eso estaba la pérdida de oportunidades, la migración, la desintegración del tejido social, la incapacidad de generar oportunidades de trabajo. (...) La izquierda sabía que era posible el crecimiento y la justicia social. Que no hay secuencia. Y eso marca una diferencia con otros que creían en la secuencialidad: primero las fuerzas que garantizaban la producción y después venía lo otro”, indicó.

    Según Lorenzo la discusión sobre izquierdas y derechas “está más vigente que nunca”. En ese marco volvieron a aparecer las referencias a la oposición. “Los uruguayos habían perdido la confianza. (...) La concordancia entre lo que decimos que vamos a hacer y lo que hacemos es inédita en la historia uruguaya”, sostuvo.

    Su discurso terminó, también, con esas visiones contrapuestas. “Para la derecha la igualdad es un problema de oportunidades, para nosotros es un problema de oportunidades y la mano tendida cuando los resultados en la práctica fueron desigualitarios”, dijo, seguido de aplausos.

    Los dos equipos.

    Lorenzo advirtió que “de coyuntura” no iba a hablar porque ya vendrían las preguntas. Pero las intervenciones de los militantes giraron mucho más sobre esa lucha ideológica en la interna del Frente Amplio que sobre temas económicos. “¿Qué nos aconseja el compañero ministro para el programa de 2014?”, “¿Con qué fuerza política contamos para profundizar los cambios?”, “¿Por qué caminos vamos para distribuir la riqueza y qué papel tienen los comités de base en eso?“, fueron algunas de las preguntas.

    El contexto parecía propicio. El lunes 15 el diario “El País” había anunciado un nuevo enfrentamiento entre el ministro de Desarrollo Social, Daniel Olesker, y Lorenzo, quienes sostienen visiones contrapuestas acerca del rumbo económico del gobierno. Entonces Olesker había dicho que existían trabas de la Contaduría General de la Nación (en la esfera de Economía) que dificultaban algunos planes de su ministerio.

    Unos meses antes, el 20 de febrero, el presidente José Mujica dijo que el gabinete debía “emparchar el alma” ante la existencia de un áspero enfrentamiento entre jerarcas afines a las dos corrientes de política económica existentes en el gobierno: la encabezada por Lorenzo y cuyo referente es el vicepresidente Danilo Astori, y la que lideran otros actores “mujiquistas” del Ministerio de Desarrollo Social (Mides) y de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP).

    Se hicieron más de las 22 horas y las preguntas seguían. Los militantes comenzaron a pasar salamín, queso y pan en tuppers a todos, asistentes y periodistas, quienes para muchos se habían “colado” al evento. Los organizadores habían evitado “panfletear” la visita del ministro para que los militantes pudieran preguntar sin sentirse intimidados. Pero allí estaban las cámaras de televisión, como lo estuvieron también las tres veces en que el ex presidente Tabaré Vázquez visitó ese mismo comité.

    Las críticas que escuchó Lorenzo ese jueves, en realidad, fueron pocas: a la burocracia del Estado y en particular a la de la Intendencia de Montevideo, a la educación que “profundiza su crisis y empeora en calidad”. La inflación apenas se tocó: “unos comen poco porque otros comen demasiado”, analizó un militante. “¿Dónde van a trabajar nuestros gurises en 20 años?”, preguntó otro.

    El ministro respondió sin vueltas: “no sé”. “Algunas preguntas yo no sé. No sé en qué voy a trabajar yo en un tiempo. Seguro de ministro no”, dijo. Y volvió a hablar de igualdad de oportunidades y mejoras distributivas. “Lo que nos tiene que preocupar mucho es que se pueda elegir, y elige el que tiene más herramientas”, afirmó, ya sobre las 23 horas, cuando entre aplausos se despidió de los militantes.

    Política
    2013-04-25T00:00:00