En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
¡Hola !
En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
¡Hola !
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
El director alemán Christian Petzold es celebrado por su cine austero y de intensidad emocional. Con una fotografía sobria, un estilo realista y un pulso contemplativo, su obra se maximiza gracias a sus personajes albergados en una opresión que les impide ser quienes desean ser.
¡Registrate gratis o inicia sesión!
Accedé a una selección de artículos gratuitos, alertas de noticias y boletines exclusivos de Búsqueda y Galería.
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
Cautivado por el romance y el misterio, Petzold cuenta historias complejas sobre el amor, la identidad y la pérdida. Así construyó una filmografía aclamada, premiada, y que ha sido estrenada en su totalidad en Uruguay, principalmente en el marco de festivales. Su película más reciente, Cielo rojo, distribuida en el circuito comercial, es una prueba más de un artista con plena confianza en su obra.
Petzold no siempre contó con esa determinación. Durante la promoción de Cielo rojo, cuyo protagonista es un novelista de mal temperamento que combate su bloqueo creativo durante un fin de semana en el que se enamorará de una desconocida, recordó cómo la película, que no fue concebida desde un punto de vista biográfico, terminó hablando de su propia inseguridad en su juventud como cineasta.
Tras filmar para televisión Pilots (1995), que fue un éxito y le otorgó la financiación para hacer rápido un segundo largometraje, solo ocho meses después del anterior, Petzold sintió que perdió el control. Elogiado por los críticos y rodeado de nuevos amigos en el ámbito cultural, escribió en un par de meses el guion de su siguiente película televisiva, Cuba libre (1996). La película es sobre un charlatán. Específicamente, sobre un charlatán que no sabe que es un charlatán. “Quería mostrarle al mundo que era un joven cineasta intelectual”, confesó en una entrevista a Film Comment.
El Petzold de esa época inspirará la labor de Thomas Schubert, protagonista de Cielo rojo. Schubert interpreta a Leon, un escritor que para terminar su segunda novela se toma un fin de semana de vacaciones en el mar Báltico, en la casa de su amigo, el fotógrafo Félix (Langston Uibel), quien lo acompaña. Cuando llegan, ambos se sorprenden por la presencia de Nadja (Paula Beer), una misteriosa mujer que también se aloja como invitada en la casa de vacaciones de la familia de Félix. Leon quiere, a toda costa, terminar de escribir su nuevo libro, titulado Club Sandwich, pero su ensimismamiento y su interés por la figura de Nadja se lo impiden.
Y es que algo no está bien con Leon. Su rostro rechoncho, su mirada apática y su hartazgo son presentados, al comienzo, en el encierro de un auto en dirección a los bosques y playas que prometen inspiración y concentración. Con los ojos cerrados, el protagonista, en el asiento de acompañante, se dedica a escuchar la hipnótica canción In My Mind, del grupo australiano Wellness, el telón musical de fondo de toda la película. “En mi mente, en mi mente, el amor nos hará ciegos”, dice la canción, bajo una efusiva pero melancólica voz. Es Félix, como piloto, quien hace la advertencia. “Algo no está bien”, dice, en referencia al auto en el que se dirigen hacia el mar Báltico. Es Petzold, al disponer ese diálogo fuera del cuadro y hacer que lo escuchemos mientras vemos a Leon por primera vez, quien advierte sobre el futuro del escritor.
La literatura y la poesía son artes presentes en el cine de Petzold, incluso en los aspectos más burocráticos alrededor de una obra, como puede ser la redacción de una sinopsis oficial. De Cielo rojo se adelanta que en esa pequeña casa de vacaciones en un pueblo costero, entre días calurosos y sin lluvias durante semanas, las emociones de los jóvenes que la habitarán pasarán de la “felicidad, la lujuria y el amor” a “los celos, resentimientos y tensiones”. Mientras tanto, se advierte, “los bosques arden, y en poco tiempo, las llamas están ahí”.
La premisa de un fuego imparable que se avecina y arrasará todo a su paso, que Petzold irá adelantando fríamente, revela la naturaleza devastadora de esta película. Como drama romántico, de todas formas, también se esconde una comedia muy perspicaz.
El humor de la película se construye de dos maneras visibles. En el montaje, el cineasta apela a los cortes abruptos. Cuando al inicio parece que el auto marcha bien, la elipsis nos revela que se ha roto por completo. Cuando parece que Leon y Félix tendrán su primera noche de buen sueño, el salto de una escena diurna a una nocturna revela que, en la habitación continua, que ocupa Nadja, los gemidos producto de un sexo innegablemente efectivo atentan contra el silencio de la noche.
Otra manera, presente desde el guion y la actuación, es la construcción de Leon como un personaje inaguantable cuya mala gana frustra y hasta da pena. Él, que carga con el peso de su propia sombra de éxito tras un primer libro celebrado, es flor de malhumorado. Al arribar a la casa de la familia de Félix y enterarse de que una tal Nadja también compartirá esos tres días con ellos, hará que su noción de trabajo, al que pensaba dedicarle toda su estadía, se vea personalmente atacada.
Un contrapunto se hará, a su vez, con Félix, su amigo. Son físicamente opuestos. Leon es gordito, rubio y de mirada juzgadora, mientras que Félix es flaco, moreno y capaz de generar vínculos con plena empatía tras intercambiar unas pocas palabras. Incluso el acercamiento de ambos al arte se muestra de manera contraria. Leon entiende que para crear debe sacrificar, perderse un chapuzón en la playa con el fin de poner sus dedos a trabajar sobre el teclado, mientras que Félix entiende que vivir su entorno, cocinar y arreglar la casa también son, a su manera, formas de trabajo que ayudarán con su propio proceso creativo. En su caso, será con la creación de una serie de fotos de personas mirando al mar, con las imágenes tomadas desde el frente y desde atrás. A Leon le enfurece la sola idea de que su amigo quiera trabajar algo que considera superficial. “El agua no es un tema”, le dice con saña. “Es un elemento”.
Como Nadja, Beer, quien se ha convertido en una actriz recurrente en el cine de Petzold, crea muy bien el halo de misterio que el personaje tiene inicialmente. Nadja es, ante los ojos de Leon, una mujer hermosa que, vestida de rojo de pies a cabeza, toma su bicicleta para ir a trabajar, deja la mesa y la cocina hecha un entrevero y disfruta del sexo con un guardavidas por las noches. Su presencia le genera rabia si Félix está para presenciar ese sentimiento. Cuando no es así, es claro que Leon no puede dejar de pensar en ella.
El vínculo entre ambos nacerá en los desencuentros, pero poco a poco irá revelando cómo la actitud de Leon ante la vida, una en la que rara vez permite dejarse sorprender por el resto y en cambio prefiere aferrarse a sus propias convicciones iniciales, lo dará vuelta por completo. Es un romance que encuentra, al final de la historia, una manera desoladora pero muy creativa y posible de florecer.
Petzold ha citado al cine de Éric Rohmer, en particular la película La coleccionista, la novela Misius de Chéjov y su fracaso con Cuba libre como tres de las principales fuentes de inspiración para Cielo rojo. Estas tres fuentes se combinan para crear a un protagonista egocéntrico y absorto, que está más interesado en sí mismo que en los demás. No es capaz de ver a quienes le rodean como personas reales con sus propias necesidades y deseos. Leon es un artista fallido que no es capaz de conectar con el mundo. Félix, Nadja y otros personajes que llegarán a la casa, sí. A medida que la historia avanza, Leon se ve obligado a confrontar su egocentrismo y la idea de que, quizás, su arte no es tan importante como él cree.
Cuando ensayaban una escena en la que Nadja y Leon hablan sobre el título del segundo libro de este último, Club Sandwich, Petzold se dio cuenta de lo que había hecho. Club Sandwich y Cuba libre son parte de lo mismo: un menú de un arte frustrante y narcisista. Uno es el segundo libro de Leon y el otro la segunda película de Petzold, filmada durante un verano en el que aprendió sobre sí mismo y, en especial, a desprenderse de un sentido, autoimpuesto, de importancia intelectual.
Cielo rojo es una película de una simpleza solo aparente, que explora con gracia las dinámicas de las relaciones humanas a través de una narración que convence, encanta y promueve futuras revisiones. Con un uso del color y la luz estupendo, que aborda el amor, el arte y la fragilidad de una vida al servicio de la creatividad, con lo bueno y lo malo de ello, con sensibilidad e inteligencia.