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Meses atrás, las instituciones educativas privadas parecieron sumarse a la inquietud que ya decididamente dominaba en el ámbito público por la transformación que impulsa el gobierno. Algunos representantes de las asociaciones que nuclean a colegios y liceos plantearon sus dudas ante las autoridades de la Administración Nacional de la Educación Pública (ANEP). Aludieron, por ejemplo, a los tiempos previstos para la aplicación de los cambios e incluso pidieron un año más de margen.
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El escenario varió. Aún con problemas para “cambiar el chip” en algunos centros, las autoridades de las asociaciones que reúnen a 220 de las más de 300 instituciones del sector de la educación formal privada del país aseguran ahora estar en condiciones de aplicar los cambios que regirán a partir de marzo en los primeros años de primaria y secundaria.
Adrián Arias, como titular de la Asociación Uruguaya de Educación Católica (Audec), fue quien planteó a las autoridades que había colegios con recursos humanos y económicos “insuficientes” para implementar el plan oficial. Ante las autoridades de la ANEP, en setiembre, explicó que los cambios más complejos son los que afectan el currículo y la carga horaria de algunas asignaturas porque implican “trastocar los contratos de los educadores” y obliga a arreglos que requieren una planificación mayor.
La Audec tuvo elecciones en noviembre y renovó a sus autoridades en diciembre. La directora nacional pasó a ser la hermana Laura Guisado, en reemplazo de Arias, por los próximos tres años y la posición de los nuevos directivos es “muy favorable” a la reforma proyectada.
“Implica cambios que no solo son positivos sino necesarios”, comentó a Búsqueda Juan Achard, nuevo director nacional adjunto de Audec, que atiende a alrededor de 60.000 alumnos de un total de 157 colegios de educación formal bajo el paraguas de la Iglesia. Según dijo, la “reforma no es una gran novedad” para ellos, sino “la confirmación de algo” en lo que ya venían trabajando.
“Nos agarra muy bien parados, armaditos y no nos sorprende”.
“Cambiar el chip”
Los representantes de centros privados laicos y no confesionales, en general, también dicen que llegarán “en tiempo y forma” con los cambios proyectados. Si bien la directiva de la Asociación de Institutos de Educación Privada (Aidep) resolvió no hacer declaraciones públicas, algunos directores explicaron, en confianza, que si muchos colegios se tomaban un año de prórroga para adaptarse a la reforma, el hecho sería “mal leído políticamente” y provocaría una situación complicada para el sector privado.
No obstante, varias fuentes del sector indicaron a Búsqueda que a ciertas instituciones, sobre todo de mediano y pequeño porte —menos de 500 alumnos—, “les cuesta cambiar el chip”.
Otros dijeron verse afectados por el margen “insuficiente” para adoptar los cambios, ya que los nuevos programas fueron aprobados a finales de 2022.
Desde Audec destacaron que varios colegios vienen trabajando en competencias desde 2014 y valoraron la experiencia como “buena”, más allá de aspectos metodológicos y técnicos.
Esa también es, en general, la sensación que permea dentro de los asociados a Aidep, que reúne a unos 60 colegios laicos y no confesionales, presididos por Juan Carlos Noya, también director del Colegio Alemán.