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Su figura alta y delgada lleva hacia moteles de carretera, gasolineras, caballos y un hombre con sombrero de cowboy. Sam Shepard fue narrador, poeta, dramaturgo, actor, guionista. Obtuvo un Premio Pulitzer en 1979 con su obra de teatro Burried Child; fue nominado al Oscar por su papel en Elegidos para la gloria (Philip Kaufman,1983); tocó la batería en su juventud en una banda de rock; fue amigo de Bob Dylan, de los Rolling Stones, de Patti Smith. Estuvo casado con la actriz Jessica Lange durante 30 años. Y escribió páginas de hermosa narración poética, como las de Luna halcón (1995).
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Shepard (Illinois,1943-Kentucky, 2017) murió a causa de ELA, terrible enfermedad que paraliza de a poco a quien la padece. Un año antes había comenzado a escribir El espía de la primera persona, un libro breve que redactó primero a mano, porque ya no podía usar la computadora, y lo terminó dictando. Lo ayudaron sus tres hijos, sus hermanas y la cantante Patti Smith.
El resultado es un conjunto de fragmentos o estampas de vida de tono reflexivo en las que Shepard va y viene desde el presente doloroso de su enfermedad hacia momentos del pasado. En el presente hay un hombre que desde lejos ve a otro sentado en una mecedora en el porche de su casa. “Se pasa el día comiendo queso y galletas saladas. Té helado. Lo bebe a sorbos. Pero tiene algún problema en las manos y los brazos”. En otros momentos, es el hombre de la mecedora que siente una presencia lejana que lo observa y se pregunta: “¿Por qué me mira?”.
Entre esos dos narradores, aparece sin eufemismos la enfermedad, la imposibilidad de ir solo al baño, de comer, de rascarse. También surgen imágenes de sus hijos, de su padre alcohólico, de sus abuelos, de cafés y bares, de los vertiginosos años 70 y de una tienda con un canario negro, el único que no canta.
Varias vidas en solo 100 páginas de exquisita prosa. La última imagen: él en silla de ruedas sale de un bar con sus hijos. Los ilumina la luna llena y rosada. Es triste y a la vez preciosa.