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    Estados Unidos debería “aspirar a ser un poco más como Uruguay”

    En el acuerdo para que lleguen presos de Guantánamo a Uruguay “hicimos todo lo posible para no empujar a nadie a que hiciera algo que no quería hacer”, dijo la embajadora Julissa Reynoso, quien abandonará su cargo

    Algunas décadas atrás, que una migrante del Caribe llegara a Uruguay como embajadora de Estados Unidos “hubiera sido un chiste de película”. Pero sí llegó, y —será por sus raíces latinas, o por su estilo poco protocolar— logró buena química con las autoridades uruguayas, y en particular con el presidente José Mujica.

    Es que para la embajadora de Estados Unidos, Julissa Reynoso, que dejará su cargo en los próximos días, las relaciones personales “son lo más fundamental para cualquier relación política”, más allá de las ideologías, y a eso atribuye buena parte de los logros de su gestió?n. Además, Estados Unidos y Uruguay tienen “mucho más en común que diferencias”, asegura. Su país, sostiene, “es una sociedad bastante progresista”, y ella representa “esa cara”.

    El gobierno norteamericano aún no definió quién será el próximo embajador, y Reynoso prevé que pase “un rato” antes de que se nombre a su sucesor.

    Cuando la embajadora, originaria de República Dominicana, llegó a Uruguay, se encontró con un país “innovador, que experimenta”. “En alguna cosa se van a equivocar, pero mínimo están viviendo el momento”.

    La sociedad uruguaya, dice, es “muy avant-garde”, y está “muy fuera de lo común”. En ese sentido, consideró que Estados Unidos debería “aspirar a ser un poco más como Uruguay”.

    Sobre el acuerdo para recibir a seis prisioneros de la cárcel de Guantánamo, Reynoso afirmó que el gobierno uruguayo “tomó una decisión independiente”. “Hicimos todo lo posible para no empujar a nadie a que hiciera algo que no quería hacer”. Si bien mantuvo un diálogo y contestó las preguntas de los miembros de la oposición que criticaron el acuerdo, afirma que quien debía tomar la decisión era el gobierno. “Y si el gobierno nos dio el sí, eso era suficiente para mí”, añade.

    Lo que sigue es un resumen de la entrevista que mantuvo con Búsqueda.

    —¿Qué balance hace de su gestión?

    —Hemos trabajado de manera efectiva, logramos muchas cosas. Fueron tiempos muy positivos en la relación bilateral.

    —¿Hay temas que le quedaron pendientes?

    —Todo marchó mejor de lo que esperaba.

    —El acuerdo con Estados Unidos para recibir a prisioneros de Guantánamo fue uno de los puntos polémicos de su gestión. ¿Le llamó la atención la lectura que hizo la oposición del hecho? Se cuestionó que se estaba amenazando la soberanía del país...

    —Un poco, sí.

    —¿Por qué?

    —Porque manejamos el tema con mucho respeto. El gobierno uruguayo tomó una decisión independiente. Hicimos todo lo posible para no empujar a nadie a que hiciera algo que no quería hacer. Agradecemos profundamente la posición que tomó, pero jamás tratamos de violar la soberanía de nadie. Fue una conversación que duró mucho tiempo, y le ofrecimos al gobierno toda la información que teníamos. El gobierno tomó una decisión importante, pero lo hizo en base a mucha información.

    —¿Pero por qué le sorprendió la reacción de la oposición?

    —Porque tuve un buen diálogo con la oposición, como traté de tener con todos los sectores del país. Toda la información que ellos me pidieron yo se las expliqué. Tuve buen diálogo con todos ellos y traté de ser lo más transparente posible con la información que tenía. Además, la decisión al fin era del gobierno uruguayo. Y ellos la tomaron. Yo quería ser respetuosa de las diferentes opiniones y sectores de la sociedad, pero el grupo de personas con los que nosotros teníamos conversación y diálogo era con el gobierno. Y si el gobierno nos dio el sí, eso era suficiente para mí.

    —¿Ya acordaron los detalles del traslado?

    —El diálogo con el gobierno es continuo.

    —¿Cuándo vendrán?

    —Queremos que esto se cierre y tenemos un compromiso del gobierno de que así será. No puedo entrar en detalles.

    —Cuando la entonces canciller de su país, Hillary Clinton, le comunicó su destino, ¿qué cosas estudió y conoció de Uruguay?

    —No tenía una visión muy completa. Tenía información basada en lectura, en prensa, referencia de amistades. Sabía que era un país muy innovador, experimentalista, y en ese sentido yo esperaba aprender mucho. Y así fue. Sabía que varias cosas interesantes estaban pasando aquí.

    —¿En qué temas piensa que Uruguay es innovador?

    —En la manera en que la sociedad se maneja. Es una sociedad bastante diversa y tolerante. Con una historia muy importante en el compromiso con el arte, con el idioma y con la democracia. He podido vivir la evolución y la redefinición continua de la democracia aquí. En ese sentido es un país muy avant-garde, está muy fuera de lo común. Quizás varios de nosotros deberíamos aspirar a ser un poco más como Uruguay.

    —¿En qué sentido?

    —Hay cosas de las que podemos aprender, de Uruguay como nación. La tolerancia, la integración de la comunidad LGBTI, el discurso político, el compromiso con las elecciones, la participación. Hay cosas que uno dice ¡wow!, qué interesante. Yo vengo de Nueva York, que es una sociedad sumamente avanzada. Como país, dentro de otro país, es diverso, tolerante, crítico. Pero Uruguay también tiene unas características muy especiales, es un país que aprende, que evoluciona, que siempre está experimentando con diferentes cosas. Eso es importante para llenar la sociedad con nuevas ideas e improvisar. En alguna cosa se van a equivocar, pero mínimo están viviendo el momento.

    —¿Cuando habla de experimentar se refiere a la legalización de la marihuana?

    —Marihuana, matrimonio igualitario, el derecho de la mujer a poder decidir por sí misma el aborto, acciones afirmativas. En Estados Unidos todos los días luchamos con esas preguntas, es parte de nuestra vivencia como nación.

    —Cuando se fundó el Frente Amplio (FA) en 1971 se proclamó como una fuerza antioligárquica y antiimperialista. Pero desde que es gobierno, prácticamente no hubo manifestaciones convocadas por el FA contra su país o hacia la Embajada. ¿Qué cambió? ¿Quién cambió?

    —No sé. Lo que si sé es que yo no he cambiado. Soy la misma que estaba en el Bronx en los 80 y en Harvard en los 90. Igualita.

    —¿Entonces cambió el Frente Amplio?

    —A mí me mandaron acá a manejar la relación bilateral. Y lo hice lo mejor posible, a mi manera. Siempre hago las cosas a mi manera, y más o menos me han salido bien.

    —Pero visto en perspectiva, puede parecer paradójico que hoy, con un gobierno frenteamplista, las relaciones entre Estados Unidos y Uruguay están en su mejor momento. ¿Es el Frente Amplio el que se adaptó o es Estados Unidos que cambió en su forma de relacionarse con América Latina?

    —A mí nadie me dio instrucciones de que viniera aquí y cambiara la relación. Me dijeron que teníamos una buena amistad con Uruguay. Tenemos mucho más en común que diferencias. Estados Unidos es una sociedad bastante progresista, y yo represento esa cara del país. Mi país es sumamente abierto. Siempre lo ha sido. Esa apertura que me ha demostrado a mí como inmigrante en Estados Unidos, está integrada en la manera en que manejo mis relaciones con el mundo.

    —¿Eso explica por qué hoy se logra con el FA una sintonía que en el momento de su fundación era impensable?

    —Capaz en el 71 mi gobierno tampoco hubiera tenido la apertura.

    —¿Notó un prejuicio en la izquierda uruguaya por representar a Estados Unidos?

    —Nunca lo sentí. Capaz existía y no me daba cuenta.

    —¿Esos enfrentamientos del pasado se olvidan? ¿Se superan? ¿O es que hoy la relación es más pragmática?

    —Aprendimos. Aprendemos de las relaciones del pasado y seguimos. Si no, habría personas del gobierno norteamericano hoy que no estarían ahí. Estados Unidos, como Uruguay, es un país que evoluciona, aprende y sigue. Integra personas que en el pasado fueron parte crítica de la nación. Tenemos miembros del Congreso que estaban en los movimientos de derechos civiles de los 60 y 70, y eran completamente militantes en contra del Estado que teníamos. Hoy son legisladores. Tenemos un presidente afroamericano, algo que nunca se hubiera pensado décadas atrás, Uno se ajusta, evoluciona. Una década atrás los latinos en EEUU teníamos muy poco poder. Décadas atrás, que una migrante del Caribe llegara de embajadora aquí hubiera sido como un chiste de película. Así es como nos manejamos; aprendemos, reconocemos.

    —Luego de que el Partido Comunista emitiera un comunicado cuestionando sus contactos con líderes políticos por el Acuerdo Transpacífico, usted llamó a los dirigentes de ese partido y se ofreció a conversar con ellos. ¿Por qué lo hizo? ¿Se concretó el encuentro?

    —Hablé con varios miembros del partido por teléfono. Eso lo hago con todo el mundo. Con los blancos también lo hice cuando efectuaron declaraciones. No sé si cambiaron su opinión o no, todo el mundo tiene derecho a oponerse a lo que quiera, pero mínimo yo tengo derecho a explicarles cuál es nuestra postura.

    —EEUU considera a Uruguay como un país amigo. ¿Quiénes son sus amigos en la región, y quiénes no lo son?

    —Uruguay es un país muy amigo. Con Uruguay nos manejamos muy bien y hemos logrado muchas cosas en conjunto. Con otros países no hemos tenido la misma suerte. Pueden asumir cuáles son. Yo no manejo la relación con todo el continente. Pero puedo decir que dado el contexto relativo, con toda garantía Uruguay hoy mismo es uno de nuestros mejores amigos.

    —El director de Planeamiento de Políticas del Departamento de Estado norteamericano, David McKean, dijo en una entrevista con Búsqueda que Uruguay debía repensar su acercamiento con Rusia. ¿Usted qué piensa? ¿Ve algún riesgo para la relación con EEUU?

    —No vemos el mundo blanco y negro. No es nuestra realidad hoy. Quizás en el pasado era más. Uruguay tiene derecho de manejarse con otros países como quiera. Ojo, que obviamente hay consecuencias importantes dado los problemas que tiene Rusia hoy, pero nosotros no vemos todo tan simple.

    —El planteo era que si por un lado EEUU y la Unión Europea sancionan a Rusia por su intervención en Ucrania, y por otro lado Uruguay aprovecha para hacer negocios con ellos, podía ser mal visto.

    —Sí, puede ser mal visto.

    —¿Cómo definiría al gobierno de la izquierda uruguaya? Se lo suele definir internacionalmente como socialdemócrata. El ex presidente Julio María Sanguinetti dijo que ve al Frente Amplio como una experiencia cercana al peronismo y Batlle los ha llamado fascistas. ¿Qué opina usted?

    —Esa no ha sido mi realidad con el Frente Amplio. Yo no soy residente uruguaya, pero mi contacto con el gobierno del FA es que hay mucha diversidad de opinión. Para mí esa diversidad, esa crítica interna que existe dentro del FA ha resultado positiva, es muy constructiva.

    —Usted y el presidente Mujica han destacado lo importante que son las personas en las relaciones políticas. Ahora ya no va a estar ninguno de los dos. ¿Se podrá mantener ese nivel de fluidez en la relación?

    —Es una pregunta complicada. No puedo especular.

    —Clinton le dijo a Mujica que le mandarían una embajadora similar a él. Parece que no se equivocó. Más allá del vínculo entre los Estados, ¿que tan importante es la química entre las personas?

    —No es nada menor. Las relaciones son, en mi opinión, lo más fundamental para cualquier relación política. Más allá de la ideología.

    —Carne ovina sin hueso y cítricos ingresaron al mercado estadounidense durante su gestión. ¿Cómo consiguió concretar estos temas que estuvieran trancados por años?

    —Uno puede tener la mejor relación del mundo, pero si no trabajas no pasa nada. Llega un punto en que el amor no es suficiente. Hay que hacer la gestión, trabajar. Era parte de una buena química y una buena relación establecida basada en acciones. Hay que desarrollar la confianza, y eso se hace trabajando.

    —¿Pero cómo logró acelerar cosas que estaban encajonadas?

    —Por las relaciones que yo tengo con personas allá. No le voy a quitar respeto al sistema, pero tengo un gobierno enorme. Y la manera que uno maneja el gobierno es estableciendo credibilidad y manejando relaciones con individuos, que quieren hacer cosas porque respetan a uno y a la misión. Sabemos que tenemos buena relación con Uruguay, y queremos llegar al tope de la relación y para hacerlo hay que hacer cosas que le importan a Uruguay, que van a tener impacto. ¿Qué le interesa a Uruguay? Abrir mercados. Cuando yo llegué eran cítricos y carne ovina. El resto era tercer rango. Entonces, si el presidente me decía que eso era lo principal, el canciller me lo decía, hasta que yo no resolviera esas dos cosas... Me rompía el pescuezo hasta lograr eso. Implicaba ir a Washington, hablar con todo el mundo, romper cualquier esquema que tuviera que romper y lograrlo. Eso fue lo que tocó, y luego de salir de eso te abre las puertas a un montón de otras cosas.

    —¿Cuáles son sus próximos pasos?

    —Me regreso a Nueva York a ejercer Derecho Internacional y como docente en la Universidad de Columbia.

    —¿Va a trabajar en la campaña de Hillary Clinton?

    —Si la secretaria de Estado decide lanzarse, yo encantada de ayudarla, pero todavía no ha dicho nada formalmente.

    —El presidente Mujica cumplió el pedido del presidente Barack Obama y transmitió un mensaje conciliador a Raúl Castro. ¿Es posible pensar en un restablecimiento de relaciones entre EEUU y Cuba?

    —El gobierno norteamericano ha avanzado mucho con Cuba en los últimos años. Avanzamos bastante en el contacto entre familiares, que para nosotros es la base de una posible transformación. Respecto a la gestión práctica entre los Estados también hemos avanzado. Hemos tenido diálogo con el gobierno cubano, abrimos puertas a la gestión en conjunto. A nivel más alto es más complicado. Tenemos problemas importantes con Cuba, fuera de los más obvio, que es la situación de falta de democracia. Tenemos un norteamericano encarcelado en Cuba, desde diciembre de 2009, y es un problema serio para el avance de las relaciones a alto nivel. Pero mi gobierno, el presidente Obama y el Partido Demócrata en particular siempre están abiertos a tener un diálogo si vemos avances concretos. Es un sistema que ya no está conforme con el resto de América, no encaja. Todos podemos estar de acuerdo con que Cuba ya no cuadra con lo que ha pasado en el resto del continente, en términos de la manera en que se maneja como gobierno y como sociedad.

    Información Nacional
    2014-12-04T00:00:00