Después de 25 años de entrada en vigencia de la Ley Forestal, la exportación de productos derivados de esta actividad podrían este año alcanzar el tope en el ranking de ventas al exterior, con un valor cercano a los U$S 1.700 millones.
Las cargas se multiplicaron por seis en 12 años, pasando de 3 millones de toneladas a 18 y la infraestructura para el transporte se mantuvo incambiada
Después de 25 años de entrada en vigencia de la Ley Forestal, la exportación de productos derivados de esta actividad podrían este año alcanzar el tope en el ranking de ventas al exterior, con un valor cercano a los U$S 1.700 millones.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáLas dos plantas de celulosa, UPM y Montes del Plata, que concentran el 75 % de las colocaciones, más un conjunto de empresas que venden madera con distintos grados de elaboración, consolidan una performance exportadora sin precedentes en el país. Uruguay produce 15 millones de toneladas de madera en casi un millón de hectáreas forestadas. De ese total, 2,5 millones de toneladas son destinadas al consumo interno para la generación de energía.
A pesar de los números auspiciosos, las ventas al exterior de este año no alcanzarán las proyecciones realizadas en diciembre de 2014 por la Dirección General Forestal (DGF) en ocasión de celebrar los 50 años de esa repartición del MGAP. En esa oportunidad, el director de la DGF, Pedro Soust, anunció exportaciones de U$S 2.000 en el sector para este año. El importe total se ubicará en un 15 % por debajo de esa estimación, según dijo a Campo el presidente de la Sociedad de Productores Forestales (SPF), Carlos Faroppa.
Este técnico señaló que los valores de la madera en el exterior, si bien mejoraron, nunca terminaron de recuperarse de las crisis en los años 2008 a 2010, que a partir del fin de la “burbuja inmobiliaria” en Estados Unidos, impactaron severamente en la demanda y los precios del producto.
Todavía lejos de su potencial máximo, desde los U$S 15 millones de dólares exportados en 1990, al volumen actual, la forestación ha crecido significativamente en área, pero más lo hace en volumen de producción por hectárea.
Faroppa indicó que después de 25 años efectivos de aplicación de la Ley Forestal, el sector “está entrando en su madurez”, explicando que esto no se traduce en estancamiento, debido a que el sector continúa creciendo a un ritmo de entre 1,5 % y 2 % anual. El área total forestada se ubica en una cifra cercana al millón de hectáreas y se plantan unas 25.000 hectáreas adicionales cada año, además de que básicamente todo lo que está plantado, una vez cortado, vuelve a plantarse con nueva genética.
En función de esto, se espera que en las próximas cosechas se obtenga una mayor cantidad de metros cúbicos en las mismas hectáreas plantadas. Este técnico estimó que el rendimiento de las cosechas será del orden de un 20 % a 25 % más, sobre todo en relación con las primeras plantaciones de la década de los 90. Esta evolución está vinculada a una importante incorporación de nuevas tecnologías de implantación, a la genética y al manejo de los montes. “Hemos aprendido muchísimo en estos años”, sostuvo Faroppa.
La producción de madera crece más rápido en la producción de metros cúbicos por hectárea que en la cantidad de hectáreas nuevas plantadas. El crecimiento del área forestal, donde el país tiene un potencial total de 3,5 millones de hectáreas, compite con la “modernización” de la estructura productiva del país, donde se produjo una intensificación de la ganadería y un desarrollo extraordinario de la agricultura. En función de esto, el presidente de la SPF consideró que “es razonable que se repartan las áreas”.
El crecimiento de área no está relacionado con la compra de tierras para forestar, sino más bien por la vía de las asociaciones de los productores con las empresas forestales. Muchos establecimientos tienen parte de sus tierras que pueden dedicar a una asociación de este tipo y recibir una renta fija o un porcentaje a rendimiento. A cambio mantienen la tenencia del campo, pueden incluso seguir pastoreando con 0,5 Unidad Ganadera (UG) por ha, o más, si recurren a la suplementación, y reciben una renta forestal. Esto, para Faroppa, es “una buena simbiosis” entre productores forestales con productores ganaderos o agrícolas ganaderos. Señaló que la forestación está creciendo de esta manera debido a que la tierra “se ha vuelto un elemento restrictivo en precio”, y de esta forma el productor agrícola recibe una renta segura a fin de ciclo o año a año, y lo ayuda a diversificar la producción y mejorar los ingresos del establecimiento. “Demuestra una gran madurez de equilibrio, donde la forestación es un actor importante, pero uno más del agro”, sostuvo.
Faroppa considera que los 3,5 millones de ha potenciales para forestar no se van a cubrir por distintos motivos, como pueden ser las dificultades de acceso, o porque no tienen toda la aptitud necesaria, o porque se priorizan otras alternativas productivas, pero sin embargo estimó que aún no se ha llegado a los máximos productivos debido a que todavía hay plantaciones jóvenes en crecimiento.
“A principios de los 90 nos preguntábamos qué íbamos a hacer con tanta madera, y hoy vemos que si bien no es un elemento escaso, sí observamos muy buena competencia y no existen problemas de colocación”, señaló.
Dijo que la fisonomía industrial del país cambió mucho en cuanto a lo forestal con las dos plantas de celulosa, UPM y Montes del Plata, pero además también con aserraderos que están consumiendo y exportando chips, madera en rolos, rolos de calidad, o maderas aserradas, y de empresas que producen y exportan madera maciza en forma de tableros y tablas de pino o eucaliptos.
Para Faroppa, esta conjunción va a determinar que “probablemente” este año se van a superar los U$S 1.600 a U$S 1.700 millones de exportaciones, “aun con precios mediocres”. El aumento de producción de UPM, que pasó de 1 millón de toneladas a 1.3 millones y la producción de Montes del Plata que “seguramente” alcance su meta de 1.3 millones este año, van a ser determinantes en el incremento de la exportación del sector. La pasta de celulosa representa el 75 % de las ventas totales. “El conjunto del valor de la exportación va a estar entre el primero, segundo o tercer lugar, muy peleado en la punta de las exportaciones”, señaló, y relativizó esto asegurando que las posiciones en el podio dependerán en definitiva de los valores de cada uno de los productos, ya que en función de ellos habrá años más agrícolas o años más ganaderos.
El cluster forestal nunca logró recomponerse totalmente de la crisis de precios y demanda internacional de los años 2008, 2009 y 2010, por lo que las dificultades actuales impactan en menor medida que lo que lo hacen en otros sectores como el lechero o el agrícola, donde los precios subieron en forma importante en los últimos años y tuvieron una caída de valores estrepitosa de 40 % y 50 %. En los productos forestales los precios nunca crecieron tanto como en otros rubros, por lo que la caída actual es menor que en estos últimos.
Faroppa señaló que empresas como Caja Bancaria, Cofusa, Fymsa o Weyerhaeuser defendieron muy bien algunos productos específicos como los tableros, haciendo importantes esfuerzos en ventas y diversificando los mercados.
A la exportación de chips, o de productos cada vez más elaborados como los tableros y la madera aserrada, más algunas “nuevas industrias que probablemente se van a ver en el corto plazo”, se debe sumar la generación de energía de consumo interno que representa también un volumen “interesante”, del entorno de 2,5 millones de toneladas del total de 15 millones de toneladas de madera que se producen.
Otro de los aportes del sector forestal apuntado por Faroppa es el de la producción de energía, donde se generó una capacidad instalada del orden de los 400 megavatios que en parte se consumen en las mismas industrias que la producen y otra parte se vende a UTE para integrarla a la red. Según señaló, si las industrias de celulosa no hubieran generado su energía, no se hubieran podido instalar por su alto nivel de consumo, o bien hubieran sido muy demandantes de nuestra red. Dijo que hoy Uruguay tiene una política energética más amplia, dando lugar a la biomasa, a la energía eólica, y se ampliaron capacidades también en usinas térmicas, incluso con la planta de ciclo combinado que está en marcha. “Lo que hace 10 años era una restricción por la demanda industrial, cambió y hoy hay más capacidad”, apuntó.
Respecto a la posibilidad de la instalación de una tercera planta de celulosa que durante la administración Mujica se manejó con insistencia incluso con algunas visitas oficiales vinculadas con esa posibilidad, Faroppa afirmó que “en algún momento la va a haber”, pero agregó que una decisión de una planta de ese porte lleva tiempo y que en primer lugar se debe estudiar su localización, que es “un tema complejo” el determinar su mejor punto. Dijo que además también depende de que estén las “masas forestales”, pero que lo que más importa es el “dónde” debido a todo el tema logístico, aspecto en el cual “el país tiene muchas debilidades”. Sobre esto señaló que si bien Uruguay es “diferente” al de hace algunos años, en el sentido de que se generaron algunos sistemas alternativos como los puertos sobre el río Uruguay, según su criterio se debería analizar también el río Negro como lugar de transporte y “obviamente” trabajar sobre las vías terrestres y el sistema ferroviario.
Recordó que en el año 2003, Uruguay “movía” unos 3 millones de toneladas en graneles agrícolas y que para estos tiempos, en un plazo de 12 años, se estima un movimiento de 18 a 20 millones de toneladas. Es decir que las cargas se multiplicaron por seis. Para Faroppa, que tiene realizados estudios específicos sobre el tema, el país no se “actualizó” en esta materia. Y como ejemplo puso al ferrocarril, que transportaba 1.800.000 toneladas unos años atrás y ahora está transportando 1.200.000. “O sea, transporta menos que antes, cuando las cargas se multiplicaron por 6. El tren perdió totalmente presencia”, se lamentó.
Dijo sí que hubo algunos cambios importantes, como las inversiones de la Administración Nacional de Puertos (ANP) en las terminales de contenedores y de graneles en el puerto de Montevideo, la ampliación del puerto de Fray Bentos, las mejoras en el puerto de Colonia, las inversiones privadas en Palmira, en Fray Bentos y la terminal aérea nueva, pero que son todas mejoras en la línea de exportación. “El perímetro está bien cerrado, o está mejor, pero no se hizo nada en el cómo llegar”. Sostuvo en que de haber mejorado esos aspectos “se hubiera incluso cambiado alguna posición de una planta de celulosa si hubiéramos tenido una red vial mejor y un tren fiable, porque los árboles están lejos de donde están las plantas. Y la celulosa, si hubiera un buen tren, podría salir por Montevideo en lugar de salir por Palmira o por Conchillas. “Si tuviéramos un buen tren, se podría salir con la celulosa desde un puerto con mayor profundidad, de 14 metros, como es Montevideo”, aseguró.
Insistió en que el país creció y en que el sector privado se fortaleció e invirtió en forestación, en agricultura, en lechería y en ganadería, pero que existen serios problemas para seguir utilizando las mismas rutas y los mismos puentes, lo cual, en la estructura de costos de las empresas, es una “enorme limitante”. Sostuvo que Uruguay se va a enfrentar en los próximos dos o tres años a precios más bajos por sus productos, y “si no ajustamos nuestros costos internos vamos a empezar a perder”. Ejemplificó con la empresa láctea Schreiber Foods, que días atrás anunció su retiro del país. “Es bien claro: el precio no le dio, la estructura de costos no le dio, y decidió detener su actividad en Uruguay”.
Sostuvo que el país “es caro” en su conjunto y no en un ítem en particular, y que si bien la devaluación del peso frente al dólar “alivianó” algo la situación, los costos de energía, transporte y todos los servicios que se contratan son altos. Para Faroppa, esa estructura de costos “limita” el crecimiento tanto industrial como de la producción, e hizo especial hincapié en que en la forestación se podrán esperar uno o dos años y dejar que el árbol siga creciendo, pero que no sucede lo mismo con una cosecha o en la ganadería, donde hay que sacar la producción “sí o sí”.
Afirmó que “el costo del país habrá que analizarlo muy bien; atravesaremos tiempos difíciles, estoy seguro que el Ministerio de Economía y los Ministerios productivos están preocupados por el tema, pero vamos a ir viendo ajustes en las exportaciones, retracciones en volumen”.
Sin embargo, se mostró esperanzado en que “gente experimentada, como puede ser el actual Ministerio de Transporte y el Poder Ejecutivo, que es más ejecutivo que el anterior, tomen caminos de solución, ya sea a través de las PPP o por más inversión en determinados ejes, que es lo que importa”.