París (enviado). A los ojos de un visitante extranjero, el ambiente electoral francés en estos días es tan frío como el clima de París. Sensación térmica bajo cero.
París (enviado). A los ojos de un visitante extranjero, el ambiente electoral francés en estos días es tan frío como el clima de París. Sensación térmica bajo cero.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáA menos de dos meses de los comicios presidenciales, Francia parece decidida a plegarse a las posturas nacionalistas, proteccionistas y antimigratorias que el nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, amenaza con desplegar.
Para el embajador uruguayo en París, Guillermo Dighiero, un factible giro galo hacia la derecha no necesariamente traerá aparejados más problemas a la negociación comercial entre el Mercosur y la Unión Europea (UE), históricamente engorrosa por un capítulo agrícola que es altamente sensible para las dos partes.
“Francia es la UE, las decisiones las toman en conjunto. No creo que (con un gobierno de derecha) la situación cambie mucho. Estos países tienen políticas de largo plazo. Hay una dificultad mayor en la negociación que son los productos agrícolas; varios países —Francia, pero también Polonia y Hungría, entre otros— no quieren hacer concesiones y eso crea una dificultad. Si se llega a un acuerdo, serán pequeños avances”, dijo el diplomático a Búsqueda.
En la agenda de inserción externa del país, el presidente Tabaré Vázquez le da prioridad a esa negociación con Europa. Actualmente, el bloque europeo es el destino de algo más de 10% de las exportaciones totales de Uruguay, un flujo relativamente modesto. Algo similar sucede con las inversiones; de hecho, dos recientes proyectos de gran envergadura en Uruguay en los que participaron empresas galas —la búsqueda de petróleo en la plataforma marítima y la regasificadora de Puntas de Sayago— están prácticamente abandonados. Similar suerte corrió la compañía NGE junto al consorcio que licitó para la reparación del tramo de vías férreas Algorta-Fray Bentos bajo el régimen de asociación público-privada, que quedó fuera de competencia. A esa misma empresa también podría interesarle participar en el proyecto del tren de carga para la planta UPM II entre Paso de los Toros y Montevideo.
Con el conservador François Fillon y la populista de derecha Marine Le Pen con una cierta ventaja en las encuestas de intención de voto, las elecciones francesas tendrán una primera vuelta el próximo 23 de abril y es prácticamente un hecho que habrá una segunda el 7 de mayo entre los dos que consigan más votos. Según el termómetro de la calle —un conductor de Uber consultado por Búsqueda —, pasarán al ballotage Fillon y el joven ex ministro de Economía Emmanuel Macron, un independiente de izquierda, pero ganará el primero. El nuevo presidente ocupará el Palacio del Elíseo por cinco años.
La oferta electoral desde la izquierda es variopinta.
El Partido Socialista todavía está en proceso de votación de su postulante. Este domingo 22, con una baja participación, se realizó la primera vuelta de la primaria: avanzaron Manuel Valls, quien fue primer ministro hasta diciembre pasado, y Benoît Hamon.
El contexto económico le juega en contra a la izquierda. François Hollande —quien subió impuestos a la clase media e introdujo algunas reformas de corte progresista— sale de la presidencia por la puerta de atrás, con bajísimos niveles de popularidad. La actividad económica crece, aunque modestamente (algo más de 1%), pero el desempleo, si bien ha bajado en meses recientes, llegaba a 9,7% en octubre, según datos del instituto estadístico europeo Eurostat. Eso se palpa en las calles de París, potenciado por el problema de la inmigración.
Macron es otra figura que viene destellando desde la izquierda, si bien corre la carrera como independiente. Pero no está claro cuánto durará su brillo en la actual campaña.
Quien se roba la atención mediática es Marion Anne Perrine Le Pen —o simplemente Marine Le Pen—, una abogada que bordeando los 50 años de edad intenta otra vez llegar a la presidencia; en las elecciones de 2012 quedó en tercer lugar, por detrás de Hollande y Nicolás Sarkozy con 18% de los votos. Heredera del Frente Nacional creado por su padre, el ex presidente Jean-Marie Le Pen, postula el resurgimiento del concepto del “Estado nación” y ha dicho: “Queremos una Francia libre, dueña de sus leyes y de su moneda, y guardiana de sus fronteras”. Para ella, el fenómeno Donald Trump en Estados Unidos y el voto británico para salirse de la Unión Europea son parte de un “levantamiento mundial en marcha” con sesgo hacia el nacionalismo y el proteccionismo comercial, al que adhiere.
Fillon, el postulante de los republicanos, hace campaña con un discurso conservador en lo social (promete anular el derecho de adopción de las parejas gays, por ejemplo), y liberal y antiburócrata en lo económico. Este ex primer ministro de larga trayectoria política corre con grandes chances de ganar la elección.
Con Le Pen o Fillon al frente del Palacio del Elíseo, ¿vendrán más barreras a la inmigración y al comercio como augura Trump del otro lado del océano Atlántico? Probablemente, pero no es seguro. En diciembre, “The Economist” describía las contrariedades de la historia política reciente de los franceses, a quienes —decía la revista— les gusta echar un vistazo a las tendencias globales y después saltar en una dirección diferente. En los ochenta, cuando Margaret Thatcher y Ronald Reagan predicaron la economía del laissez-faire, François Mitterrand nacionalizó bancos y fábricas. Y en los 2000, cuando Alemania desreguló los mercados de trabajo, Francia redujo a 35 horas la semana laboral, repasó.
Pero por estos días los franceses están más atentos a las liquidaciones de invierno en las tiendas que a las promesas de campaña de los políticos.