Ganaderos de Rocha sufren las consecuencias de las inundaciones con campos anegados y sobrecostos sanitarios

Indicó que las tareas habituales de ecografías y sangrados por brucelosis se vieron suspendidas durante tres semanas, pero que lentamente se van retomando con un clima más favorable.

Otro de los efectos negativos provocado por las inundaciones está referido al estado de los campos, que se pierden en la medida en que durante muchos días permanecieron totalmente cubiertos por el agua. Una zona “muy complicada” en ese sentido es la de La Coronilla y el Chuy, que con la rotura del canal dos, quedó totalmente anegada, sin tener posibilidades de sacarla.

En esa zona en particular y con la ayuda de los militares de Santa Teresa, se hicieron potreros con alambrado eléctrico que llegaron hasta cerca de la playa para que los productores puedan sacar sus ganados a pastoreo en la fortaleza.

Respecto a la declaratorio de emergencia agropecuaria dispuesta por el ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) para algunas seccionales de los departamentos de Rocha y Treinta y Tres y el operativo raciones dispuesto para abastecer de pellets de soja subsidiados a los productores, Machado señaló que por el momento no lo están tomando en consideración, ya que están más preocupados por resolver qué hacer con el ganado, dónde llevarlo, que por el tema de la comida. En ese sentido señaló que ese va a ser un asunto para más adelante, ya en el invierno, cuando “realmente” haga falta en función de lo que al final le haya quedado en el campo. Dijo que en muchos casos están decidiendo vender ganado, al no disponer de campos aptos para su mantenimiento. Contó que en la Laguna de Rocha, desembocadura del arroyo, quedaron casi 400 ha tapadas de agua, que dejaron el campo negro, sin posibilidades de pastoreo.

Sanidad complicada

Desde el punto de vista sanitario, Machado dijo que la situación genera muchos brotes de neumonía, que si bien son habituales en los cambios de estación, se ven acentuados por el estado del ganado y que van a aparecer casos con más frecuencia. En esta ocasión sugirió que la alternativa es vacunar con algún producto disponible en el mercado y contó que en su caso recurrieron en muchas oportunidades a la autovacuna: se toma una muestra de sangre de un animal muerto, se cultiva en un laboratorio, se reproduce y se inac­tiva, con lo que se hace una vacuna con la misma cepa que está actuando en el predio.

El otro punto que mencionó, especialmente en las zonas bajas, es el encharcamiento de los campos que permanecen durante mucho tiempo en ese estado, lo que genera un ambiente propenso a la leptospira en el ganado preñado. Recomendó a los productores hacer tacto, vacunar a los animales contra esa enfermedad y darle una segunda o tercera dosis según sea el caso, en el mes de julio.

También dijo que es importante que “cuando se pueda” se vacune contra parásitos, porque “es obvio” que estos van a tener un aumento por el exceso de humedad. Explicó que en situaciones como esta, enfermedades como el saguaipé, una parte de cuyo ciclo transcurre en un caracol y que son habitantes habituales en los bañados y bordes de las aguadas, en las crecientes se dispersan a otras zonas y potreros que estaban limpios.

Otro de los riesgos sanitarios derivados de las concentraciones de ganado son las intoxicaciones por duraznillo negro, una maleza que crece en los bordes de las “lagunetas”, que afecta el hígado de los vacunos y que en esas condiciones son ingeridas por el ganado. En estos casos se recomienda sacar el ganado de ese potrero, pero en estas circunstancias donde no hay campos para llevarlo, se recomienda utilizar un protector hepático.

Este profesional es consciente de que todas las recomendaciones suponen sobrecostos que los productores no tenían previstos y que complican “aun más” las cosas.

Se mostró esperanzado en que después de este “pico” de frío, el clima vuelva a templarse y que no comiencen inmediatamente las heladas para dar tiempo a la recuperación de los campos.

“El muro del Cebollatí”

Emilio Machado se lamentó de la falta de previsión para evitar “desastres” como el ocurrido por el exceso de lluvias. Dijo al respecto que la solución, ya planteada hace “muchísimos años” y nunca implementada, es el “muro del Cebollatí”, tema sobre el cual se ha discutido largamente con opinión de todos los actores involucrados, y que tiene un costo de “apenas” U$S 2 millones de dólares con los vertederos y con la limpieza del Estero de Pelotas incluida. Consideró ese monto insignificante frente al beneficio que reportaría en una zona donde existe toda una sistematización para el cultivo de arroz, más todos los campos produciendo ganadería “a todo trapo”, con “mucha plata invertida”, y que cuando suceden hechos como este se pierde mucho más entre cultivos dañados, ganado ahogado, puentes “arrancados” y canales rotos, entre otras cosas.

Consideró que “quizás” esa obra no termina de concretarse por la falta de acuerdo con las Intendencias de Lavalleja y Treinta y Tres, que deberían también poner su cuota parte de obras, de menor proporción, para evitar que el agua represada en Rocha termine derivando hacia esos departamentos.