Heroicos cuatro gatos

Algo sucede en la Plaza Independencia que impide el trasiego de los largos ómnibus.

Veo a mi costado, rodeando a Artigas, un centenar escaso de manifestantes de Fucvam. Con banderitas, charlan amistosamente entre ellos.

Veo que también están vallando la calle Florida y le pregunto a uno de los chicos que colocan las vallas: “¿Por qué vallan? ¿Es por esta concentración?”. Me responde: “Sí”. Y contesto: “¿Tienen miedo de ellos?”.

“No sé”, dice. Yo le digo: “No van a tirar piedras, ni siquiera van a tirar un huevo”. El chico vuelve a responder: “No sé”.

Continúo hacia 18. Descubro por Andes una gigantesca fila de ómnibus que se remonta a la Rambla. “Los han hecho desviar”, pienso para mí.

En la primera parada por 18 me tomo un 103. El guarda está furioso por la trancadera; dice que lo han hecho ir hasta la Rambla.

De pronto, vemos cómo se avecina un grupo de manifestantes con intenciones de adherirse a la concentración de la Plaza Independencia. Son treinta jóvenes con una pancarta: la combativa consigna está firmada por...el Ceipa.

¡Oh!!!!! Mi glorioso Ceipa donde yo supe integrar en sus filas clandestinas durante la gélida dictadura que asoló el IPA y su estudiantado...

¿Ahora nada más queda ese resto?

¡Y el guarda rubrica!:

“¿Por estos cuatro gatos trancan a miles????”.

Efectivamente, eran muchos más los desesperados por llegar a casa que los desesperados por la pésima gestión en educación y vivienda.

Diez a uno.