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Por las inclemencias del clima –sequía, lluvias en exceso por momentos y granizos–, algunos alimentos producidos en los campos y granjas se encarecieron, con la manzana y las papas como los casos más extremos: en diciembre pasado se vendieron casi al doble que un año atrás. El costo de tramitar la libreta para manejar se incrementó más de 30% y recargar la garrafa de supergás lo hizo un 21%. En cambio, los distintos cortes de carne vacuna se abarataron, en general, en un contexto de caída de los valores en los mercados internacionales en el transcurso de 2023. Y, con un dólar promedio que bajó, también se hicieron más accesibles para los consumidores uruguayos los electrodomésticos –heladeras, lavarropas, cocinas, calefones, equipos de aire acondicionado –, así como los teléfonos celulares, las computadoras y los televisores.
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Ese panorama es el que surge al descomponer, a los efectos del análisis al cierre de 2023, la canasta de consumo familiar en la que se basa el Instituto Nacional de Estadística para elaborar su Índice de Precios al Consumo (IPC). Este indicador asimilado al concepto de inflación –el aumento sostenido y generalizado del nivel de precios de bienes y servicios en la economía en determinado momento– registró un alza de 5,11% durante el año pasado. Esa variación fue la menor en un año calendario desde 2005 y, además, se ubicó dentro de los guarismos esperados por las autoridades económicas (que tienen como objetivo niveles de inflación en períodos de 12 meses de entre 3% y 6%). Eso fue celebrado por algunos integrantes del gobierno.
La fuente de información estadística de los datos de precios de los bienes y servicios incluidos en este índice es el establecimiento de venta directa al consumidor. El relevamiento lo realiza el INE sobre una selección por muestreo en la ciudad de Montevideo y en las localidades seleccionadas del interior. Los precios utilizados para el cálculo del IPC se recolectan por medio de una entrevista directa a los informantes en los lugares de venta, entrevista web (para el caso de productos especiales y algunos tipos de empresa) o archivos electrónicos con listados de precios en el caso de las grandes cadenas de supermercado o de farmacias. La recopilación estadística se hace durante los primeros 19 días hábiles, de manera de poder contar con información que represente las variaciones de precios que tienen lugar a lo largo del mes y poder contar con la estimación de IPC el tercer día hábil del mes siguiente.
El precio que se considera para el cálculo del índice es el comprador, definido como el precio contado pagado efectivamente, incluyendo los impuestos indirectos abonados por el comprador. El alcance del IPC se restringe al gasto de consumo asociado a pagos monetarios, por lo que no considera las transacciones de trueque, los ingresos en especie y la producción de bienes y servicios de consumo propio.
La canasta comprende el gasto realizado dentro del territorio nacional. De esa forma, no considera las compras de bienes y servicios efectuados fuera del país al viajar al exterior o en las ciudades extranjeras fronterizas, un fenómeno muy extendido con Argentina en los años recientes.
Desde la actualización del IPC hecha en octubre de 2022, los productos o servicios cuyos precios son relevados totalizan 367. La composición y ponderaciones de esa nueva canasta – que, estrictamente, son tres: una el total del país, y otras para Montevideo y el interior – tienen como período de referencia el período de relevamiento de la Encuesta de Gastos e Ingresos de los Hogares de noviembre 2016-octubre 2017. Es decir, refiere al consumo que hacía un hogar promedio en ese momento (lo que, es obvio, no representa al gasto de cada hogar particular).
Dado que el IPC se construye como un índice de Laspeyres, que mantiene fijas las cantidades implícitas de los bienes y servicios, supone que el gasto en un producto evoluciona de forma paralela a su precio. Esto supone que las ponderaciones de los productos en las variaciones de corto plazo del índice varían en función de los cambios en los precios relativos.
Entre los cambios más importantes en la composición de la canasta respecto a la base de 2010, se destaca la disminución del peso de grupos como “Alimentos” (pasó a ser 22,7%), “Tabaco” (1,7%) y “Servicios médicos mutuales y colectivos” (2%). Por el contrario, aumentó la ponderación del gasto en las divisiones “Recreación y cultura” (8,1%), “Comunicaciones” (3,7%) y “Transporte” (11,7%).
Alzas y bajas
Si bien tras la deflación de 0,11% en diciembre por el efecto del descuento en la tarifa eléctrica por el plan “UTE Premia”, el IPC general subió poco más de 5% el año pasado, las variaciones fueron disímiles por divisiones y rubros específicos.
Los “Servicios de educación” fueron los que más se encarecieron en 2023 (9,2%), pero su peso en el índice es relativamente pequeño (3,5%) en comparación con la división de mayor ponderación, “Alimentos y bebidas no alcohólicas”, cuyos precios en diciembre pasado fueron 6,2% mayores a los de un año atrás.
A su vez, “Mobiliario, enseres domésticos y demás artículos regulares de los hogares” fue uno de los que menos se encareció: 2,7%. De hecho, varios productos que lo incluyen eran, en diciembre pasado, más baratos que en el mismo mes de 2022, como los acolchados, colchas y cubrecamas (-13,4%) o las toallas (-3,5%).
Dentro de esta división se destacó la baja de precios de todos los electrodomésticos incluidos en la canasta del IPC respecto a fin de 2022: heladeras (-11,5%), lavarropas (10,7%), equipo de aire acondicionado (-6,2%), calefón eléctrico (-3,0%), cocinas (-2,0%), cafetera y jarra eléctrica (-0,7%). El aparato de televisión se abarató 10% y los teléfonos celulares lo hicieron 11,4%.
El giro de los electrodomésticos está desde hace un tiempo en fase de contracción. En julio-setiembre de 2023 (-6,9%) encadenó su cuarto trimestre consecutivo de caída en las ventas medidas en términos reales frente a los mismos períodos del año previo, según la Cámara de Comercio y Servicios.
