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No por familiar la imagen deja de ser impactante. Un caballo a punto de tirar a otro, una mano en el aire, los músculos en tensión, los cuerpos enfrentados en pleno movimiento. Todo el conjunto está en movimiento, como una masa humana y animal que acompaña el ritmo frenético de un golpe. La batalla está expresada en los rostros, en los brazos y piernas estirados, duros, con el detalle de la fisonomía corporal en el extremo, alerta. Todo como si estuviera en el aire, en puntas de pie, en un salto mortal que se detuvo un instante para que el movimiento y la dinámica posterior sea más poderosa, para que el impulso y el encuentro que genera la fuerza de ese entrevero explote finalmente en un gran desenlace de cuerpos despedazados y gritos aterradores. El monumento a El entrevero de José Belloni (1882-1965), inaugurado el 2 de enero de 1967, fue instalado bajo vigilancia de su hijo Stelio. En plena ciudad violenta y herida en una época de enfrentamientos callejeros y de revueltas permanentes, reconoce el pasado guerrero, de luchas que ensangrentaron desde el inicio las tierras orientales. Así se hizo la patria, a fuerza de estos entreveros terribles.
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Ubicado en la plaza que sustituyó naturalmente el nombre del Ing. Juan Pedro Fabini (hermano de Eduardo, el músico) por el de “Entrevero”, el más popular de los trabajos de Belloni junto al de la Carreta en el Parque Batlle o de los Aliados, es quizás el lugar donde la gente se saca más fotos y uno de los más reconocibles y emblemáticos de la ciudad. Una plaza, una fuente, un entorno verde en pleno centro y de diseño formidable en caída hacia la gran avenida del Libertador, ex Agraciada, permiten un cuadro que cuesta detenerse a apreciar en el trajín cotidiano.
A pocos pasos de allí se puede visitar una curiosa y cautivante exposición de fotografías que permite un juego de aproximaciones al trabajo de Belloni, a su taller y a sacudir la modorra sobre la obra de este genial escultor y artista nacional, incluida esta pieza en bronce que nunca termina de sorprender.
La muestra propuesta en el Centro de Fotografía de Montevideo (CdF) está construida a partir de un conjunto fotográfico en placas de vidrio encontradas en la Feria de Tristán Narvaja por Rafael Grompone y su padre Juan, aficionados y buscadores de este tipo de tesoros históricos. No sabían lo que compraron hasta que en su casa abrieron la caja y se dieron cuenta de que allí había un montón de fotos del Taller Belloni, donde el hombre de barba larga a la usanza de esos personajes que acompañaron el siglo pasaba su vida colgado de andamios en medio de figuras fantasmagóricas y enormes que empezaban a tomar forma.
Las fotos fueron impresas en gran tamaño, en blanco y negro, luego de un proceso detallado y finísimo de recuperación. Son expresiones del trabajo de Belloni, pero sobre todo son figuras de tremenda sugestión, por la fuerza del detalle ampliado, de la expresión de un rostro o un cuerpo a medio tallar. Hay figuras míticas como la que inspiró la escultura de Dionisio Díaz ubicada en Treinta y Tres; están sus figuras religiosas como la escultura de San Felipe Apóstol, sita en la fachada de la Catedral de Montevideo. Hay un registro del trabajo de la puerta de la Catedral de Florida, instalada en 1962, que recoge innumerables y exquisitas escenas históricas y religiosas. Pero las fotos más interesantes son las del taller, que muestran la fugacidad del momento, el valor de la impresión y el registro, sin mayores aspiraciones pero que evidencian ese proceso vivo y palpable de la creación. Imágenes como la del propio Entrevero, que permiten casi tocar la textura de la arcilla, que da forma a la fiereza y desesperación de las figuras ya en pie de guerra, ya en ese equilibrio a punto de desarmarse para emprender el envión final que permita terminar con el enemigo, un gesto definitivo en el que la vida y el futuro de la patria dependen de ese abrazo mortal.
Esta visión permite reconstruir la obra, procesarla, objetivarla. Es un pretexto que empuja hacia la plaza y despierta el deseo de volver a detenerse frente a uno de los trabajos más interesantes del paisaje urbano uruguayo. Una obra que se suma además a la extensa lista de trabajos escultóricos que reconstruyen la historia desde un esfuerzo de interpretación abiertaa, de mirada multifocal, a pura sensibilidad y emoción. Son retazos que permiten entender desde el fondo de la historia el proceso de construcción de identidad nacional, entre carretas y enfrentamientos, entre personajes anónimos como un aguatero y la fuerza imponente de un Leonardo Olivera con bigote y poncho.
Las fotografías están ubicadas en medio de la gran sala de la planta baja del ex Bazar Mitre. Se ven de la calle y forman una galería inusual de imágenes, atrapantes, disfrutables, reveladoras.
El taller de Belloni: un hallazgo fotográfico. En el Centro de Fotografía de Montevideo (CdF), 18 de Julio 885, de lunes a viernes de 10 a 19.30 y los sábados de 9.30 a 14.30. Hasta el 26 de noviembre.