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Inflación: Análisis sugiere comunicaciones “creativas y claras” para incidir sobre las expectativas de los agentes
Los empresarios – en mediana – esperaban que la inflación el año pasado fuese mayor (6,0%), mientras que para 2024 proyectan un alza de precios de 7,0%
Consumidores recorriendo las góndolas de un supermercado. Foto: Javier Calvelo, adhocFOTOS
El índice oficial mostró una deflación de 0,11% en diciembre y un aumento de 5,11% en todo 2023. Al responder en ese mes a la encuesta de expectativas que hace el Instituto Nacional de Estadística, los empresarios – en mediana – esperaban que la inflación el año pasado fuese mayor (6,0%); para 2024 proyectan un alza de precios de 7,0%, según los resultados divulgados el lunes 8.
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Ese desanclaje entre las expectativas de los empresarios es una preocupación para las autoridades del Banco Central (BCU), ya que son ellos quienes fijan los precios de los precios de bienes y servicios no administrados por el gobierno: el proceso inflacionario se hace más difícil de contener. De todos modos, en los meses recientes ha habido una reducción de esas expectativas, así como las del mercado financiero (6,39% a noviembre) y de los analistas del sector privado (6,10%), destacó ese organismo en la “minuta” de su último Comité de Política Monetaria difundida el jueves 4.
Según estudios hechos por el BCU, en Uruguay hay una fuerte “inercia inflacionaria” asociada a que los ejecutivos, en general, establecen los precios al público en función de lo que prevén que ocurra con sus costos, en particular los salariales. Las herramientas que manejan algunas firmas para hacer sus análisis son rudimentarias, piensan autoridades del organismo. Por eso, entre otras cosas, hace un tiempo el Central empezó a circular información simplificada a través de una newsletter, buscando ayudarles a comprender el fenómeno de la inflación y la acción esperada con la política monetaria.
En este sentido, la comunicación es un desafío para muchos bancos centrales en el mundo.
¿Y los consumidores?
“Los precios son, al menos en parte, lo que los consumidores esperan que vayan a ser. Es por ello que las autoridades monetarias vigilan de cerca las expectativas de inflación que afectan el comportamiento de los consumidores hoy en día. Sin embargo, poco se sabe sobre cómo se forman las expectativas de los consumidores. Los bancos centrales suelen centrar su atención en los analistas profesionales y los mercados financieros y no en los hogares, porque los economistas tienden a asumir que las expectativas de inflación de los hogares están bien definidas (es decir, no varían en respuesta a la evolución a corto plazo)”, afirma Michael Weber, profesor asociado de Finanzas en la Booth School of Business de la Universidad de Chicago, en un artículo publicado el año pasado en la revista Finanzas & Desarrollo del Fondo Monetario Internacional.
En 2018, él junto a otros economistas les preguntaron a 25.000 estadounidenses cuál creían que era la tasa de inflación promedio en su país y menos del 20% respondió “aproximadamente el 2%” (el nivel anual habitual en tiempos normales). Casi el 40% indicó una cifra superior a 10%.
Con ese estudio detectaron, además, que, en promedio, las mujeres esperan inflación más alta que los hombres, pero esto es así solo en los “hogares tradicionales”; si el hombre es quien hace las compras, la diferencia desaparece.
Para entender mejor cómo la exposición a las variaciones de precios influye en las expectativas, realizaron otra encuesta en la que preguntaron a los participantes qué fuentes de información consideran más importantes a la hora de calcular la inflación: la compra de comestibles surgió como la más relevante (por encima de las referencias de familiares, los medios de comunicación y fuentes en línea, como las redes sociales).
Sin embargo, no todas las variaciones de precios son igualmente relevantes. Si afectan a las categorías de productos que son importantes para los consumidores, o de alimentos que adquieren habitualmente — como la leche y los huevos —, se observaron aumentos inmediatos en las expectativas de inflación general, tanto en épocas de inflación alta como baja. Además, hallaron que los hogares también suelen prestar más atención a las alzas de precios que a las bajadas.
Weber cita otro estudio hecho junto a otros autores según el que cuanto más complejas son las políticas, más difíciles resultan de explicar y, por tanto, menor es la probabilidad de influir en las expectativas. “No hay duda de que la fuente de información es importante: la cobertura de la Reserva Federal (Fed, por su sigla en inglés) en los periódicos, aunque más sencillo de leer, tiene menos impacto sobre las expectativas que las declaraciones oficiales del Comité de Operaciones de Mercado Abierto del banco central federado estadounidense”.
Weber concluye que, si bien los bancos centrales podrían controlar las expectativas de los hogares utilizando mensajes sencillos, el medio que transmite el mensaje y la identidad de la persona que lo hace son factores relevantes. “Llegar a las familias corrientes, que no suelen seguir los comunicados oficiales, sigue siendo el reto más importante que deben afrontar los bancos centrales. El empleo de comunicaciones creativas y claras podría solventar esta deficiencia”, sostiene.