Los resultados de ese trabajo muestran que en el sector ganadero hay una diversidad de situaciones dependiendo del sistema de producción, del tamaño del predio, de la especialización del productor, de la gestión y las decisiones que adoptan para hacer frente a los problemas.
Algunas de las medidas más valoradas por los técnicos están vinculadas al manejo del rodeo de cría, la dotación animal, su composición, en el momento del entore, el control del amamantamiento, la alimentación en el período previo al parto y en la política de reemplazo de las hembras, explicó.
Otras decisiones de los productores pasan por el manejo de las pasturas, la frecuencia e intensidad del pastoreo, los descansos y las fertilizaciones.
Molina dijo que la estrategia de los ganaderos ante esa situación se caracterizó por la “combinación del conocimiento original del productor ganadero, pastor, administrador y gestor con el conocimiento generado por la investigación”.
Eso “favorece una mayor resistencia a eventos adversos, una más rápida recuperación a los impactos negativos y un mejor aprovechamiento de condiciones externas favorables”, explicó.
Los técnicos valoraron la decisión del productor de concretar “fuertes inversiones” en conocimiento aplicado y la definición de prioridades con cierta dosis de cautela y prudencia. Molina recalcó que “la respuesta no es dejar de hacer, sino hacer con prudencia y cautela”.
Un predio sólido, con carga animal ajustada, decisiones oportunas y control de costos ayudan a que el productor “pare de sufrir”, dijo ese técnico provocando las risas del público presente al relacionar esa frase con la de un conocido programa televisivo de contenido religioso.
Comentó también que debido a la sequía los productores se vieron obligados a realizar ventas “inoportunas” de hacienda, porque los precios “eran bajos”, o ventas “diferidas” de ganado, lo que supone dificultades de caja.
Ese fenómeno climático también tendrá impactos futuros en la pecuaria, como un deterioro del estado corporal de los vacunos y de las pasturas, indicaron los técnicos. Por eso los técnicos consideraron que más allá de los resultados económicos verificados en el ejercicio cerrado en junio es de esperar que haya efectos negativos en el que está en curso y en el siguiente.
Durante el último ejercicio estudiado, la situación de los predios ganaderos ubicados en los departamentos del noreste, este y centro del país pasaron de un extremo al otro en cuanto a la disponibilidad de pasto para el alimento de sus vacunos, según el técnico Marcelo Pereira.
En el verano hubo un exceso de pasturas, y en el otoño los campos quedaron pelados, lo que agravó los problemas de los productores en el invierno. Eso obligó al gobierno a declarar la emergencia agropecuaria en nueve departamentos (Cerro Largo, Treinta y Tres, Rocha, Maldonado, Lavalleja, Flores, Florida, San José y Canelones).
Pereira, responsable del monitoreo satelital de pasturas, recalcó la importancia de que los productores reduzcan la cantidad de ganado en sus predios en situaciones de déficit de pasto y que realicen un control permanente de la carga animal para anticiparse a los problemas.
Ingresos
Las empresas criadoras de la región este, noreste y centro, que fueron “las más afectadas por la sequía”, registraron una caída en el ingreso de capital de 38% y en el ingreso neto de 60%, con valores de U$S 38 y U$S 18 por hectárea, respectivamente, según el IPA.
Se trata de predios con una superficie promedio de 510 hectáreas y un índice Coneat de 70, donde la productividad de vacunos bajó 5,5% alcanzando unos 86 kilos por hectárea al año y los precios descendieron 6% con un promedio de U$S 1,62 por kilo en pie.
Los ganaderos criadores del norte y litoral norte registraron una baja en el ingreso de capital de 6% y en el ingreso neto de 9%, con valores de U$S 44 y U$S 21 por hectárea.
Más que el descenso de los precios de los vacunos y de los costos de producción, la sequía y su ocurrencia e intensidad así como la forma de gestionar el pasto y su asignación fueron los aspectos que marcaron el ejercicio 2014/2015 y que determinaron los resultados logrados y sus diferencias.
Otro resultado destacado es el comportamiento del valor del dólar, que registró un aumento de 16,4% respecto al ejercicio anterior, y de la inflación, con un índice de precios al consumo promedio de 8,5%, durante el ejercicio cerrado en junio de este año.
En el actual ejercicio 2015/2016 continuó creciendo el precio de la moneda estadounidense: 9% en 120 días. Eso “favorece positivamente, aportando elementos que contribuyen al descenso de los costos de producción”, destacó Molina.
Dijo que para algunas zonas la adversidad más importante fue el clima, específicamente el déficit hídrico, y en menor medida, pero no menos importante, la reducción de los precios del ganado.
Las empresas de ciclo completo del norte y litoral norte mantienen el ingreso de capital (producto bruto menos costos de producción) pero registraron una disminución del ingreso neto (ingreso de capital menos pago por arrendamientos y por intereses) de 2%, que fue de U$S 52 por hectárea, según el Plan Agropecario.
A esos predios incluidos en el monitoreo “la sequía no los afectó”, indicó el técnico.
Contó que la productividad vacuna se mantuvo en 85 kilos por hectárea anual, mientras que los precios recibidos por sus bovinos descendieron por segundo año consecutivo, tras un período de 14 años de crecimiento en los valores. Los costos de producción bajaron 8% respecto al ejercicio anterior, llegando a U$S 79 por hectárea.
La evolución de los niveles de productividad en las empresas ganaderas monitoreadas por el IPA muestra el impacto de la sequía de 2008/2009, ya que el promedio de producción había pasado de poco más de 60 kilos por hectárea, en 2002, a 80 kilos por hectárea, en 2007, para luego volver a caer. En los años siguientes la productividad se recuperó y llegó a casi 100 kilos por hectárea, en 2013, y este año bajó a algo más de 80 kilos, según ese análisis.
Más kilos por gasoil
El poder de compra del productor en términos generales mejoró respecto a los diferentes costos e insumos utilizados en los predios ganaderos; en el caso del combustible los resultados muestran que hoy se precisan 24 kilos más de carne de novillo y 13 kilos más de ternero que en la década de los noventa para adquirir 100 litros de gasoil.
En el último ejercicio, esa capacidad de compra, medida en kilos de carne, fue de 86 kilos de novillo y 75 kilos de ternero para 100 litros de gasoil. Esos valores representaron una baja, ya que en el ejericio anterior el productor precisaba 94 kilos de novillo y 77 kilos de ternero para adquirir esos litros de combustible.
Para comprar 100 litros de gasoil en la década de los noventa el ganadero necesitaba 63 kilos de carne; diez años más tarde precisó de 83 kilos de novillo y 75 kilos de ternero; en los años siguientes debió producir 85 kilos de carne para cubrir esa demanda de combustible.
Uno de los insumos que mostraron una disminución en su precio fue el fertilizante, por lo que el productor mejoró en algo el poder de compra frente a este. Mientras que en la relación respecto al costo de implantación de praderas y de verdeos de invierno el productor se vio favorecido por un “abaratamiento” en los kilos de carne necesarios, y en el caso del ternero la diferencia fue inferior en comparación con la del novillo.
Para cubrir los gastos de una canasta familiar mensual el productor ganadero precisaba en la década de los noventa entre 1.452 y 1.502 kilos de carne; en la década de los 2000 esa relación bajó a entre 1.292 y 1.402 kilos de carne, y en el ejercicio 2014/2015 quedó en 1.126 y 1.295 kilos. Así lo indican los cálculos del Plan Agropecuario a partir de la canasta publicada por Búsqueda y datos del Instituto Nacional de Estadística.
Muestran que en comparación con el ejercicio anterior (2013/2014) la canasta familiar mensual para el productor en el ejercicio 2014-15 se abarató 4% en kilos de novillo y se encareció en kilos de ternero 3%, y se ubicó entre 8% y 13% por debajo del promedio de la década de los 2000.
Hoy el mantenimiento de la canasta familiar mensual del productor cuesta menos que hace dos décadas, pero en los años recientes hubo un incremento en cuanto a los kilos necesarios para cubrir esos gastos.
Precios
Los precios del novillo en pesos constantes retomaron la senda creciente en el último ejercicio, con un ajuster de 7% en comparación con el anterior, siendo el cuarto mejor valor constante de la serie de 16 años, mientras que en precios corrientes se mantiene en buenos valores, con un aumento de 1% frente al ejercicio 2013/2014.
En el caso del ternero el precio bajó 6% en valores corrientes y 3,5% en constantes, pero pese a eso fue el quinto mejor precio de la serie mencionada.
Para los productores ovinos los precios en moneda corriente de la lana Corriedale casi se duplicaron en un lapso de 25 años, pasando el kilo de U$S 2 a U$S 3,6, y en valores constantes hubo una baja de 26 %, de $ 120 a $ 88, según los datos del IPA.