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El despacho de la Inspección de Trabajo tenía un cartel que decía: “Atención a sindicatos”. El dirigente herrerista Tomás Teijeiro, que asumió como titular de esa oficina el 2 de marzo de 2020, pensó: “Me falta alguien en las relaciones laborales, porque si una Inspección de Trabajo solo atiende a sindicatos, esto renguea”. Entonces, mandó a hacer otro cartel: “Atención a cámaras empresariales”.
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El inspector cuestionó que durante los gobiernos anteriores los procesos de control eran demasiado largos, lo que provocaba “inseguridad” en las relaciones laborales, y no otorgaban “certezas” a los inversores internacionales. Para ellos son “difíciles de entender” las “asimetrías” que existen entre empresarios y trabajadores, dijo. “En materia colectiva, muchas veces es más fuerte el sindicato que la empresa. Era necesario transitar un camino que volviera a centrar las relaciones laborales”, dijo Teijeiro al disertar en un evento organizado por la Cámara Española el 28 de julio.
Según expresó, las autoridades del actual gobierno trajeron la “filosofía de devolverle al país la tradición de que lo jurídico está por encima de lo político” y no al revés, como en otras administraciones. El gobierno corrigió “distorsiones” que hubo durante “mucho tiempo” de casos en los que empresarios y trabajadores no fueron tratados de la misma manera ante la ley, sostuvo Teijeiro.
Consultado por Búsqueda, dijo que durante este período fue necesario “intimar a algún sindicato a respetar las libertades de trabajo de los no huelguistas. Y se hizo sin dudar”, aseguró. “Se debe velar por el derecho a la huelga y el derecho a trabajar de los no huelguistas”.
En el evento empresarial, el jerarca señaló que tomaron acciones con el “sentido de urgencia” que caracteriza al Herrerismo y mencionó al ministro Luis Alberto Heber y a la directora general del MTSS, Valentina Arlegui, que pertenecen a ese sector del Partido Nacional. “Los que venimos de la misma familia política tenemos ese bichito de la urgencia y la ansiedad, que por otros quizás sea mal visto, pero es una obsesión por los resultados que está marcada por el respeto del tiempo, que es el valor más escaso”, sostuvo el inspector.
Teijeiro mencionó que durante esta gestión se aprobó el protocolo sanitario para prevenir contagios de Covid-19, se reglamentó la Ley del Teletrabajo —con una concepción “descargada de ideología”— y un convenio sobre acoso laboral, a la vez que se envió un proyecto para regular el trabajo por aplicaciones y se reglamentó por decreto la modalidad de inspecciones. Un proyecto de ley enviado recientemente al Parlamento, que permite el fraccionamiento de licencias, “plasma la verdadera realidad” porque hoy “nadie cumple” con la ley actual y “está demodé”, dijo.
Con un nuevo decreto respecto al derecho administrativo el Ejecutivo presentó una “guía clara” acerca de los “procedimientos a seguir” sobre los derechos fundamentales, añadió. En ese ámbito se resuelven cuestiones relacionadas a la “represión sindical”, que hasta hace poco parecía que tenía “solo un signo”. “Descubrimos que también hay represión sindical negativa”, dijo el jerarca.
Relaciones “colaborativas”
El gobierno se puso como meta que las relaciones laborales sean “colaborativas y no antagónicas”, indicó. “Entendemos que es tiempo de ideas y no de ideología, que la lucha de clase es algo que está pasado de moda, es tiempo de mano tendida y empatía. Cuando se habla de conquistas en las relaciones laborales, necesariamente hay un conquistador y un conquistado; a nosotros nos parece que no debe haber ni conquistadores ni conquistados sino gente colaborativamente evolucionando”.
Para Teijeiro, la protección de los derechos se debería dar sin “perder de vista que más allá cualquier derecho y cualquier agenda de derechos” hay “obligaciones” que están para ser cumplidas. “Está muy bien reclamar derechos, siempre que uno sea responsable y esté consciente de esa responsabilidad”, dijo, e insistió: “Las agendas tienen dos caras y Uruguay debía empezar a transitar un período en las relaciones laborales más adultas, en la que cada una de las partes asumiera las consecuencias de sus actos. Entendíamos que asumir las consecuencias de sus actos es algo que las personas capaces, los adultos, hacemos”.
