La zona del casco histórico de Punta del Este atraviesa desde hace años una situación urbanística crítica. Indiferencia, descuido, especulación inmobiliaria y falta de aplicación de la normativa son temas que preocupan al municipio de Punta del Este. Las concejales María Sara Baroffio y Florencia Sader trabajan para generar alternativas de rescate de la dimensión histórica y turística del barrio, valiéndose de propuestas culturales y artísticas (ver recuadro).
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Los ejemplos más críticos son los edificios Concorde y Democrático, a los que se agregan los hoteles Champagne y Palace. Para este último hubo un proyecto que respetaba su jardín interior e incluía galerías de arte y restaurantes. “El gobierno debería tener un mecanismo por el cual si el propietario no hace mantenimiento, lo haga el municipio”, dijo Baroffio a Búsqueda.
La zona es atractiva porque ha mantenido el carácter residencial y está protegida de la edificación en altura. “Hay un potencial turístico cuyo desarrollo natural sería que los espacios volvieran a tener usos similares de los que ya tuvieron”, explicó Sader. “Queremos una subzona cultural y residencial, sin boliches y con galerías de arte y cafés. Ver la capacidad de carga del lugar para que no puedan entrar todos los autos, como sucede en otras partes del mundo”, agregó la concejal.
Corazón de la actividad.
Se ve el mar por cada costado. Al salir del Hotel Atlántico, un edificio antiguo remozado en la península, hacia la izquierda se alza alto el horizonte del mar detrás de las palmeras. Mirando a la derecha, también se ve la línea del mar, un poco más baja. Enfrente del hotel, entre las calles 2 de Febrero y Capitán Miranda, se extiende un descampado enorme. En esa esquina, hacia la izquierda, se alza el tradicional faro con el extremo blanco y rojo. El baldío, que ocupa el ancho de la manzana, antes estaba ocupado por el Cine Ocean. Hoy luce despojado, con yuyos y palmeras. Aunque no se ve sucio, está abandonado y tiene aún los bordes de las paredes con azulejos de los baños de otro tiempo. Una volqueta grande se ubica al azar dentro del terreno, llena de maleza y grafitis desteñidos.
“Febrero llovía siempre. Yo venía a veranear desde el año 68 más o menos, y ese mes era el de las matinés del Ocean”, relató Baroffio. Ahí se ubicó la granja Parma y La Bota, un zapatero remendón que después se mudó a Maldonado. Cuando el Conrad se construyó, el edificio sirvió de habitación para los obreros que, al venir de otros departamentos, precisaban alojamiento y comida.
Cerca de ahí está el local de lo que fue el Club Social y Deportivo Democrático, corazón de la actividad en la zona, hoy abandonado y tugurizado. Ahí funcionó la primera escuela puntaesteña, un restaurante, una biblioteca y una discoteca. Al lado hay un edificio de paredes amarillas, con un cartel de venta o alquiler, con el piso de tablones destartalado en su frente: era el Restorán Punta 33. En la misma calle del Democrático funcionaba la Galería Sur y cruzando estaba la Galería de Gustavo Tejería.
José Luis tiene 55 años y es un “poblador antiguo” de Punta del Este, como él se define. “El Club Democrático nos convocaba a todos en los 70. Se hacían reuniones en verano y en invierno con los socios del club, por las ligas deportivas. Había campeonatos de bochas, de fútbol de salón y de básquet. Mis padres eran de acá”, contó. Dijo que se han dado casos de ocupantes en los edificios abandonados. “Pero no exponen la vida de nadie: si hay alguien ocupando un lugar, como con guantes de seda lo toman y lo sacan, sin perjudicar a nadie”, agregó el lugareño. “Punta del Este era una sociedad muy hermanada. Por ejemplo, en lo religioso: un domingo apenas se asomaban a la puerta, iban a misa. Se ponían el gorrito, agarraban la caña y se iban a pescar al puerto. Acá nadie pasó hambre nunca, como ocurre en otros lugares donde hay pobreza”.
La pintura negra del Democrático está descascarada y los tablones sobre la fachada se han desprendido y algunos cuelgan, despintados. También se ofrece en alquiler o venta, con referencia a un correo electrónico argentino. El edificio tiene yuyos, grafitis y aún están pegados en el vidrio los carteles de VISA y Prosegur. Las puertas están mal tapiadas con tablas: adentro se puede ver suciedad acumulada, una escalera, un charco de agua de lluvia y un sillón tirado trabando la puerta desde adentro.
Sobre la izquierda y bajo un alero, un hombre duerme tapado con una manta. En un extremo hay arena con colillas de cigarrillo, y en el otro se ven los restos de un fuego encendido en la noche.
Calle abajo vuelan las gaviotas sobre los yates y las lanchas del puerto.
Vidrios rotos, puerta polémica.
Otra construcción que está cerrada y funciona como depósito es la ex casa Sader, en La Salina y Virasol. Construida en 1911, fue uno de los primeros almacenes de ramos generales propiedad de la familia Sader, que ahora se usa como depósito. “Antes, esto era el centro, había una vida que ahora está esparcida por una cantidad de barrios que antes no existían sino que eran puras dunas, que llegaban hasta Maldonado”, relató Sader. “Era un almacén y un lugar de encuentro. Ahí estuvo La Cueva, una librería de un tío abuelo mío libanés, hablaba francés y traía libros en diferentes idiomas. En ese entonces no había necesidad de tener un almacén y una inmobiliaria por separado, sino que estaba unido. Llegaban los argentinos y los uruguayos que veraneaban y tenían su cuenta abierta. Cuando se iban, decían: ‘Don Emilio, ¿cuánto le debo?’. Ahí empezaron los negocios inmobiliarios también”.
A pocos pasos se encuentra la parrilla Lo de Roque, donde descansa la puerta negra que despertó polémica. El martes 13 El País publicó la noticia de que el millonario estadounidense Roque de la Fuente tiene autorización municipal para emplazar la “Puerta de Punta del Este” en la entrada a la península, una construcción en metal de hierro negro, propiedad de De la Fuente, que incluye un agradecimiento a sí mismo. Por su parte, un grupo de vecinos decidieron juntar firmas en change.org para que no se instale.
Cerca de allí está el edificio Concorde, cubierto hoy con un mural azul de grandes animales —combinación de toro con león—, realizado por el artista porteño Franco Fasoli, que firma Jaz. “Toda la manzana del Concorde la compró De la Fuente, un inversor que también es dueño de La Vista”, explicó Baroffio. Una de las ventanas está tapada con un colchón de dos plazas, la fachada tiene vidrios rotos y sucios y algunos están rotos, esparcidos por el suelo. A la escultura de metal de un caballo ubicada en la calle le robaron el jinete y una pata.
La zona empezó a decaer en los 90. “Fue cuando se cerró la última pastelería en la galería del Concorde, donde funcionaban anticuarios, boutiques de ropa, galería de arte, cine y una heladería. En ese tiempo ibas a la heladería, al cine, que era la mejor sala de Punta del Este, con unas colas impresionantes”, recordó Baroffio. Al construirse Punta Sho-pping, la actividad se empezó a desplazar.
El arquitecto José Mariño, integrante de la Sociedad de Arquitectos del Uruguay de Maldonado, explicó a Búsqueda que lo que debe defenderse es el “patrimonio inmaterial de la zona y los edificios en desuso”, más allá del valor arquitectónico.
Ley ignorada.
Sader dijo que la ley para regular el ordenamiento territorial y el desarrollo sostenible es la N° 18.308, referida a los deberes territoriales de los propietarios de inmuebles, como el cuidado de la seguridad, salubridad, protección del medioambiente y del patrimonio cultural, histórico y arquitectónico. Sin embargo, no se aplica en este momento, explicó. “La ley está y falta la voluntad de aplicarla y determinar las sanciones”, escribió Sader en 2013 para el diario Correo de Punta del Este. “Así como existe el impuesto al terreno baldío, que penaliza a los que tienen un lote de tierra improductivo, se podría aplicar un impuesto al inmueble abandonado. El edificio abandonado no solo devalúa las propiedades circundantes y estropea la imagen de todo un barrio, sino que constituye un potencial peligro. Queremos saber qué herramientas existen para ir a hablar con el propietario y por las buenas decirle que si no mejora su inmueble lamentablemente tendremos que limpiarlo a costa nuestra, lo que luego será cobrado en la contribución”.
Según Andrés Jafif, alcalde de Punta del Este que también se dedica a los negocios inmobiliarios, sería bueno que en el tema trabajaran a la par la Junta Departamental, la Intendencia y los municipios, no solo el de Punta del Este. Por eso, en febrero el municipio presentó un expediente sobre la ley de ordenamiento territorial a Jurídica de la Intendencia. Jafif reconoció que la dificultad es hacer que el propietario responda “de buena voluntad”. En los casos en los que lograron mejoras fue porque el municipio buscó una negociación. “Nosotros tiramos el cine Ocean, y cuando fuimos a hacerlo tuvimos gente en contra que nos dijo que lo iban a declarar de interés patrimonial, lo que no se podía hacer en dos semanas. Anteriormente, no se habían ocupado”.
Según Sader, ese baldío podría emplearse para algún servicio a la comunidad. “Habría que hablar con el propietario para darle uso”, dijo la concejal. “Un ciclo de cine una noche a la semana durante el verano, plazas para niños, huertas comunitarias, por ejemplo. Desde la Intendencia de repente se puede incentivar a ese propietario”. Sader sugiere que podría aplicarse una baja de la contribución o una pena en caso de no dejar el lugar en buenas condiciones.
“Hay que ver el grado de involucramiento del propietario, porque si no tiene amor por Punta del Este y por su propiedad, es más difícil que podamos hacer algo. Necesitamos colaboración”, señaló Jafif.