La agroecología avanza en Uruguay impulsada por una mayor “conciencia ambiental” y demanda de productos saludables

escribe Lucía Cuberos 
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La agroecología, como disciplina científica y como movimiento social, está tomando fuerza a escala global. El creciente interés por consumir alimentos producidos de forma natural, en sistemas agrícolas sostenibles, y por fomentar el trabajo de productores familiares es un fenómeno al que Uruguay no escapa.

Y si bien la historia de la agroecología en el país es de larga data, el tema ha adquirido cada vez más relevancia. En febrero, tras décadas de trabajo, se presentó el primer Plan Nacional para el Fomento de la Producción con Bases Agroecológicas, que contiene un conjunto de políticas públicas para impulsar la actividad y que fue previsto en la Ley Nº 19.717, aprobada en 2018.

Con el objetivo de aportar más información y fomentar el interés por el tema, la Universidad Tecnológica del Uruguay (Utec) organizó, como parte de las actividades de la carrera de Ingeniería Agroambiental, la segunda Jornada de Agroecología y Agricultura Orgánica.

“Es necesario que haya más información sobre la temática” porque “no es solo una realidad de Uruguay, sino del mundo”, dijo a Búsqueda la docente de Agroecología de Utec y organizadora de la actividad, Natalia de Almeida.

“Estamos caminando hacia el cambio de conciencia. La agroecología va más allá de lo ambiental, involucra otras dimensiones de la sustentabilidad como la justicia social, que la gente tenga mejores condiciones para vivir”, afirmó.

El movimiento agroecológico en Uruguay tiene más de 30 años y fue impulsado inicialmente por organizaciones de la sociedad civil que trabajan junto con los productores, contó De Almeida. Ahora, con una ley y un plan nacional, esperan potenciar el trabajo realizado hasta el momento, promover más oportunidades y fomentar el intercambio de conocimientos entre los productores.

“El plan constituye una estrategia de enorme trascendencia para Uruguay. Una política pública es fundamental para fortalecer la resiliencia de los territorios, ya que pone en el centro a los productores familiares, promueve los procesos de transición agroecológica y fomenta la transformación que necesitamos como sociedad”, afirmó.

En ese sentido, opinó que hay una “necesidad” acuciante de formar personas en el área de la agroecología, para que trabajen con productores y consumidores. “Es muy necesario. Incluso, impulsar la investigación y la formación en agroecología son parte de los lineamientos del nuevo plan. Es fundamental que haya gente especializada y apostar a las futuras generaciones, a este público joven, para poder seguir adelante con esta propuesta política de desarrollo para el país”, afirmó.

Raquel Malan, de la Red de Agroecología del Uruguay, coincidió con ese punto y dijo a Búsqueda que, si bien la Utec incluye en su matriz curricular la agroecología y la Universidad de la República ofrece algunos cursos optativos, mientras que su Facultad de Agronomía tiene planes de incluirla en el primer año de estudios, no existe en Uruguay una carrera universitaria específica.

“Lo ideal sería ofrecer algo integral, donde los estudiantes tuvieran veterinaria, economía, nutrición y sociología, entre otros aspectos”, dijo. Según la ingeniera agrónoma, el plan nacional permitirá ir hacia ese camino y, sobre todo, buscará trabajar a escala territorial, abriendo “nodos agroecológicos territoriales”. Así se podrían detectar más fácilmente las demandas específicas de los productores y consumidores en cada zona, con el fin de encontrar soluciones en conjunto, indicó.

“A veces los investigadores estudian cosas muy buenas, pero que luego no llegan al productor o al consumidor. Por eso la importancia de trabajar en territorio y de fomentar los mercados locales”, apuntó la representante de la red, que nuclea a productores, consumidores, técnicos e instituciones que trabajan por la promoción de la agroecología.

El plan nacional propone a su vez ayudar a difundir información sobre esta práctica, a través de talleres regionales en todo el país, que abarcarán aspectos como la educación formal e informal, la producción y la comercialización.

Eduardo Blasina, recientemente designado asesor del Ministerio de Ganadería y presidente de la comisión honoraria creada por la ley para implementar el plan, dijo que apostará a la incorporación de tecnología para fomentar la “agronomía cuidadosa con el medio ambiente”.

“La única manera de ser ecológicos es ser sumamente tecnológicos”, afirmó en una entrevista con Búsqueda.

Foto: Nicolás Der Agopián / Búsqueda

Por buen camino

En la actividad organizada por la Utec participaron de manera virtual cerca de 120 personas de más de 10 países de Latinoamérica. Clara Nicholls, presidenta de la Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecología e investigadora de la Universidad de California, afirmó durante el evento que hoy la red campesina o de productores familiares produce entre el 50% y el 70% del alimento que consume la población mundial. Pero en comparación con la agricultura tradicional, la práctica utiliza entre un 5% y un 30% de la tierra, el 30% del agua y el 20% de los combustibles fósiles.

“Es una agricultura que enfría el planeta. La agricultura del agronegocio, por otro lado, calienta el planeta y produce la mayoría de las emisiones”, afirmó.

Según De Almeida, Uruguay está muy bien posicionado respecto a la región en agroecología, sobre todo por contar con una política pública, algo a lo que aún aspiran muchos países. “El plan pone el tema sobre la mesa”, coincidió Malan. Incluso, este año Uruguay organizará el Congreso Latinoamericano de Agroecología.

Por otra parte, la situación de emergencia sanitaria que atraviesa el país constituyó una “oportunidad” para la agroecología, destacó Malan, desde el aumento de las huertas orgánicas hasta la decisión de productores grandes de comenzar a cambiar su forma de trabajo debido a posibles problemas de salud. “Muchas personas están asociando la idea de que la forma de producir hace a la salud general, tanto ambiental como familiar. Con el Covid-19 esto se potenció, porque mucha gente al no tener ingresos tenía que tener alguna forma de generar comida”, explicó.

También se refirió a las canastas alimentarias que se entregaron a personas en situación de vulnerabilidad durante la pandemia. En Colonia, lugar donde reside, vieron con preocupación que los paquetes incluían alimentos secos no perecederos, pero no contenían frutas y verduras. Es por eso que decidieron colaborar y comenzaron a entregar junto a las canastas elementos para poder sembrar, como paquetes con semillas y un calendario con las fechas de siembra.

“En todos los lugares ha aumentado la demanda hacia los productores orgánicos de comida por temas de salud. Además, la gente comenzó a cocinar mucho más en cuarentena y se potenció el envío de canastas de frutas y verduras a domicilio. Eso causó un aumento en la producción y también un aumento de conciencia”, opinó.

Por otro lado, si bien entiende que uno de los principales argumentos en contra de la agroecología es que esta práctica no produce el mismo lucro que la agricultura industrial, sostuvo que “hay estudios que comprueban que al rediseñar el sistema productivo en un predio, se pueden llegar a obtener los mismos beneficios económicos teniendo una vida digna”.

La agroecología tiene muchas puntas, no solo lo económico y lo ambiental, sino también lo productivo y lo social. Es por eso que la demanda aumentó de forma sostenida en el último año, ya que tanto consumidores como productores “están viendo que el sistema convencional no es saludable”, afirmó.

“Existe una demanda creciente de querer vivir de forma más sana que hay que trabajar rápidamente, pensando en los desequilibrios ambientales; tomar conciencia para generar cambios en cada persona. Uruguay está transitando ese camino”, afirmó.

De Almeida, en tanto, dijo durante la charla que la agroecología “es el camino para superar las crisis” y aseguró que la posibilidad de tener “un sistema agroalimentario sostenible, inclusivo, con equidad, ambientalmente íntegro, económicamente viable, que sea socialmente justo, es posible”.

Ciencia, Salud y Ambiente
2020-09-02T15:57:00