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La supresión de puestos de trabajo está alcanzando al personal de mando y cargos técnicos, ya no solo a los obreros de las obras. Ese dato muestra que la industria de la construcción atraviesa una “afectación severa” que “ya entró al hueso y al corazón” de las empresas, aseguró a Búsqueda el presidente de la gremial del sector, José Ignacio Otegui.
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En los últimos dos años el nivel de actividad de la construcción se contrajo (1,8% y 5,4%), y los empresarios esperan que dicha tendencia se mantenga en 2016. “No se llegó al piso” y “hay espacio para caer un poco más”, comentó Otegui.
A este momento de baja en la actividad se suman las dificultades que enfrentan “decenas” de empresas —proveedoras, subcontratistas, etc.—, derivadas de los problemas financieros de compañías de mayor porte, en general extranjeras, que en los últimos meses se presentaron a concurso de acreedores, o bien “dejaron sus emprendimientos tirados”, señaló. Por eso, en su opinión, los empresarios y el gobierno deben ser “más cautos” con algunas firmas que llegan desde el exterior “con la pátina de ‘gran empresa’, ‘gran inversor’, y muchas veces los dejan clavados o levantan las cacharpas y se mandan mudar”.
Es en este “complejo” panorama —según Otegui— que la construcción se aproxima a la instancia de negociación de un nuevo convenio colectivo. “No hay más chance de mejorar el salario” por encima de la inflación, avisó. Y agregó que si esa realidad se mantiene en setiembre próximo, al inicio de la ronda de los Consejos de Salarios, habrá que repetirlo con firmeza.
Realidad “porfiada”.
Al inicio de este año la construcción ocupaba a unos 47.000 trabajadores, 35% menos del pico histórico de actividad alcanzado en 2012 (más de 73.000 puestos).
“Cuando hubo chance de mejorar salarios, los salarios mejoraron. Cuando no hay más chance hay que decirlo sin anestesia, con claridad, y ese es el escenario de hoy”, sostuvo el titular de la Cámara de la Construcción. Comentó que si ello no se entiende por parte de los otros actores de la negociación colectiva, se terminará “atentando contra el valor final del producto”, lo que en última instancia afecta las decisiones de inversión, y pega en el nivel de empleo y de actividad.
La visión de algunos dirigentes del sindicato de trabajadores es diferente. Plantean que todavía hay margen para que las remuneraciones sigan creciendo por encima de la inflación, es decir que haya mejora del poder adquisitivo o suba real. Faustino Rodríguez, presidente del Sunca, dijo que a pesar de la desaceleración de la economía “el sector no está en ruinas”, publicó “El Observador” el jueves 21.
Para Otegui, la “realidad es más porfiada que cualquier declaración”.
“Siempre hemos tratado de evitar la confrontación, porque nadie mejor que nosotros conoce los daños que causa. Los que promueven la confrontación no tienen idea” de eso, agregó. Y seguidamente advirtió: “No la rehuimos”.
Punto de equilibrio.
La construcción está en recesión. Su nivel de actividad se contrajo en todos los trimestres de 2015 y la caída promedio del año fue de 5,4%, solo superada por el sector de “Electricidad, gas y agua”, según el Banco Central.
La menor actividad golpeó los números de algunas empresas. El año pasado la construcción fue uno de los rubros que registró mayor cantidad de presentaciones concursales, con algunos casos notorios como el de OAS, encargada de las obras para la proyectada regasificadora en Puntas de Sayago. Otro fue el de Calpusa, que realizaba trabajos en la central de ciclo combinado de UTE en Punta del Tigre.
A pesar de ello, Otegui sostiene que las empresas “han sido cautas en tomar endeudamiento”, si bien las de menor porte, dedicadas a la provisión de materiales, equipamiento, así como subcontratos de obra, están soportando impagos de parte de firmas, en general extranjeras, y vienen acumulando “daños importantes”.
“La regasificadora (paralizada) o los proyectos fotovoltaicos que le iban a vender energía a la UTE probablemente no dañan al Estado, pero el daño a la plaza quedó hecho y en consecuencia, el daño al país, les guste o no. Las empresas que tienen más espalda podrán soportar, pero a algunas las han agarrado hasta dos o tres veces” con problemas de pago, explicó el dirigente empresarial. “Cuando vienen (las compañías extranjeras) lo que pedimos es que seamos más cautos, incluso desde el gobierno, y tratar de que no nos generen un daño adicional, con la promesa de una obra o inversión” que luego no terminan o pretenden renegociar, planteó.
Según dijo, las condiciones para las empresas nacionales no son las mismas que se exigen a las foráneas. Como ejemplo comentó que una firma local tiene “una historia y una foja” sobre el cumplimiento de las regulaciones en el Ministerio de Trabajo y que las de afuera “tiene una foja limpita” porque no se la analiza en profundidad. “Cuando viene trae su balance y pim, pam, pum, con eso le dan el certificado necesario” para operar y presentarse como oferente, ilustró. Por eso consideró que en el país se “parte de la base que lo que viene de afuera es mejor que lo de acá. Hay que buscar elementos que permitan indagar de otra forma, porque, si no, estamos en la época que venían con espejitos”.
En esa línea, Otegui reclamó que se busque un “punto de equilibrio” para que las “condiciones sean parejas”.
Planteó que es preciso poner hincapié en que las empresas locales conformen consorcios entre sí y con firmas extranjeras. Alegó que ello implica un “esfuerzo de análisis” de la contraparte que es “más profundo que el que hace un burócrata desde el Estado”.
Igualmente aclaró que en general los problemas no se dan entre privados cuando —por ejemplo— una firma extranjera viene a instalarse y desarrollar su inversión, porque, dijo, “lo hace con su propia billetera” y el negocio es “poner a andar” la fábrica.