“¿Cómo está, Mujica?”, le preguntaron. “Todavía estoy vivo”, respondió el mandatario, y siguió su camino. El presidente acababa de terminar la reunión privada en la que en soledad, los tres jefes de Estado habían decidido aprobar el ingreso de Venezuela al bloque regional, y así dar vuelta la postura que hasta ese momento había defendido la delegación uruguaya, que aspiraba a evitar que eso ocurriera “en esas circunstancias”.
Según contaron a Búsqueda fuentes políticas un día antes, el jueves 28, hubo al menos tres reuniones —en la mañana temprano, cerca del mediodía y antes de la cena— en la que los cancilleres Luis Almagro, Héctor Timerman y Antonio Patriota debatieron el tema.
Argentina quería un ingreso automático a Venezuela. La postura de Uruguay, en cambio, había sido completamente negativa a esa posibilidad. Almagro argumentó en esos tres encuentros que no se debían tomar las dos decisiones juntas. Según relató en Canal 4 el lunes 2, hubo “fundamentos jurídicos y político éticos” para rechazar la propuesta sin que el asunto pasara por el Congreso de Paraguay. Entre los argumentos que manejó el canciller estuvo la idea de “no hacerles a los demás aquello que no se quiere para uno”, relataron las fuentes. Pero además expresó sus dudas de que la solución jurídica fuera válida, ya que el Tratado de Asunción establece como procedimiento que los ingresos deben ser aprobados por todos los parlamentos de los países miembro.
Mientras tanto, los argumentos que esgrimió Patriota en nombre de Brasil eran “técnicos y jurídicos” e hicieron pensar —aunque ello no quedó explícito— que sería contrario a la postura argentina.
Se debatió sobre si era posible aprobar el ingreso en esa cumbre, la misma en la que se estaba sancionando al principal detractor del ingreso de Venezuela al bloque. Además, sobre si la sanción de Paraguay implicaba también quitarle el veto a las decisiones tomadas por los demás miembros.
Sin ponerse de acuerdo, los cancilleres delegaron el tema para que al día siguiente fuera resuelto por los mandatarios, durante el desayuno previo a la sesión plenaria.
El viernes, los presidentes debatieron primero ante la presencia de los cancilleres de los tres países y del venezolano Nicolás Maduro, ante la ausencia de Hugo Chávez. Mujica transmitió primero que Uruguay siempre estuvo a favor del ingreso de Venezuela, pero no sin la presencia de Paraguay, relataron las fuentes.
Pero luego la presidenta de Brasil solicitó hablar a solas y allí se terminó por resolver el ingreso. En esa charla, Uruguay priorizó las razones “políticas” y dejó de lado las “jurídicas”. El presidente evaluó la realidad geopolítica, los beneficios para la región que traerá el ingreso de Venezuela y prefirió así “mantener el consenso” antes que vetar la decisión.
La administración de Chávez tiene varios acuerdos comerciales y de cooperación con el Uruguay —el petróleo es solo uno— mientras que contrariar una postura de Brasil implica ponerse en contra de un país a cuyo estribo la administración de Mujica decidió subir.
Venezuela es además una economía “de las más complementarias” con Uruguay, pero que hasta 2011 mantenía una balanza comercial desfavorable para el país. El gobierno espera ahora que con el ingreso de Venezuela se incrementen las exportaciones, por ejemplo en carne y lácteos.
Pese a eso, el presidente propuso postergar el ingreso del nuevo miembro hasta el 31 de julio, en una reunión en Río de Janeiro, en vez de definirlo ese mismo día.
Fuentes del gobierno dijeron a Búsqueda que esperan en este mes “señales al menos comerciales” de los socios de la región, tras la reunión.
En los hechos, en ese encuentro Mujica consiguió, aunque de palabra, aquello “que fue a buscar”: la habilitación para negociar de forma bilateral con otros países de la región y el hecho de que no prosperara la propuesta de incrementar el Arancel Externo Común, que propuso Argentina.
Mientras eso sucedía, en otra sala los cancilleres continuaron dialogando sobre el tema, al tiempo que algunos miembros de la delegación uruguaya mantuvieron una conversación informal con un representante argentino y el asesor de la Presidencia brasileña Marco Aurelio García, quien argumentó que Venezuela debía ingresar ese mismo día al bloque.
Tras una larga charla, los presidentes llamaron a sus cancilleres y allí comunicaron su decisión.
Durante el Plenario, los mandatarios pusieron el énfasis en los cambios que necesita realizar el bloque para resistir la crisis internacional que cada vez golpea más a los grandes mercados.
Sobre el final de esa sesión, la molestia de Almagro quedó en evidencia, ya que se retiró de sala al momento en que Timerman comunicó las resoluciones adoptadas por los mandatarios.
Para ese entonces, Mujica se sentó en segunda fila para tomar los mates que le ofrecía uno de sus jefes de seguridad, Carlos Haller. El embajador en Argentina, Guillermo Pomi, quedó así sentado en primera fila en el Plenario, y varios legisladores del Frente Amplio ingresaron al salón en señal de “respaldo político”, relataron las fuentes.
Almagro relató el lunes 2 que “no estaba muy contento” con la definición tomada y por eso se retiró. Dos días antes, el ministro había dicho ante la prensa y a algunos líderes políticos que la posibilidad de que ingresara Venezuela no era analizada, por lo que rápidamente recibió críticas de la oposición que en bloque aseguró que “faltó a la verdad”. En realidad el canciller había hecho referencia a la postura inicial uruguaya, que finalmente no fue la que primó.
Pese a la “molestia”, el ministro aseguró que el presidente procedió en forma “correcta” y de acuerdo a la “real politik”, es decir, a la evaluación pragmática de las condiciones políticas.
“Objeciones”.
Durante el Consejo de Ministros del lunes 2, el presidente Mujica se cargó “toda la responsabilidad” de la decisión tomada. Para ese entonces, Almagro ya había anunciado en dos entrevistas sus “objeciones sobre la legalidad del procedimiento”, había informado que pasaría la declaración de los presidentes a los servicios de la Cancillería para analizar “nuevamente la legalidad” de la medida y había asegurado que la participación de Rousseff había sido definitoria en la resolución final. En la Presidencia, sin embargo, consideran que la decisión está cerrada.
Las declaraciones del canciller generaron reacciones en Argentina y en Brasil. El asesor brasileño Marco Aurelio García afirmó que la decisión “fue unánime”, que no hubo “imposición o presión”, ya que eso “no se corresponde con el estilo de la política exterior brasileña y menos de la presidenta”. En paralelo, la Cancillería argentina emitió un comunicado que manifestó que la decisión fue consensuada por los tres presidentes. Además indicó que “la resolución fue consensuada entre los cancilleres de los tres países y los asesores jurídicos y aprobada por los presidentes”. En la Cancillería uruguaya calificaron como una “mentira” ese comunicado, relataron fuentes del Poder Ejecutivo.
Como vocero del gobierno y uno de los principales articuladores de Presidencia, el prosecretario Diego Cánepa salió dos veces esta semana a aclarar la “linealidad” de la decisión tomada y a manifestar que lo informado por Marco Aurelio García era “correcto”.
“El compañero Marco Aurelio García es un viejo compañero nuestro. Lo que transmitió es correcto, que luego de consensuado el acuerdo se entendió que era estratégico el ingreso de Venezuela”, explicó Cánepa, quien negó presión alguna de Brasil.
El entredicho internacional no fue el único que trajo la definición. También a la interna del Frente Amplio generó polémica. El vicepresidente Danilo Astori manifestó primero en el Consejo de Ministros y luego en forma pública su discrepancia con la medida adoptada por Uruguay.
“No comparto la decisión de disponer el ingreso de Venezuela como miembro pleno, porque se trata de una agresión institucional muy importante para el Mercosur. Es una herida institucional muy importante, quizás la más grave en 21 años del Mercosur”, declaró al diario “El Observador”.
En entrevista con Sonia Breccia en Televisión Nacional, ayer miércoles, Astori afirmó que “se está yendo al corazón del Tratado de Asunción” y por lo tanto “de ahora en adelante entramos en un terreno de incertidumbre institucional total, donde puede pasar cualquier cosa”.
Sus declaraciones generaron molestia en el entorno del presidente. La senadora Lucía Topolansky dijo, de hecho, que “el vicepresidente se equivocó”, informó “Subrayado”.
“¿Para qué vinimos?”.
Si la Cumbre del Mercosur fue discutida, otro tanto lo fue la reunión posterior que mantuvieron los países de la Unasur. Allí, los miembros del Mercosur discutieron con los demás países que se sumaron luego —en particular con los presidentes de Ecuador Rafael Correa y de Chile Sebastián Piñera, así como con el canciller Nicolás Maduro— y que querían sanciones más duras a Paraguay.
“En Ecuador, en el golpe, cortaron la frontera, el suministro, todo”, expresó Correa, quien pedía sanciones más duras para el nuevo gobierno de Federico Franco, que fue calificado por ambos bloques como un “quiebre institucional”.
Pero Argentina, Brasil y Uruguay ya había definido una postura en bloque, que hizo hincapié en no permitir sanciones económicas que luego afecten “al pueblo paraguayo” y no al gobierno. De hecho, Mujica contó que intercedió para que Venezuela retrocediera en su decisión de cortar el suministro de petróleo.
En un momento, se levantó de su asiento Rousseff, se colocó detrás de Maduro y con cara de enojo comenzó a hablarle, al tiempo que le apuntaba la espalda con su dedo índice.
A su turno, Piñera también solicitó sanciones más duras contra Paraguay. Fuentes que participaron en la cumbre contaron a Búsqueda que fuera de la reunión, miembros de la delegación chilena manifestaron que los paraguayos estaban “intratables” y que había que dar una respuesta “firme”.
Llegó el turno de Cristina Fernández, quien con tono enojado manifestó que “no puede ser” que “si el Mercosur decidió una cosa”, la “Unasur definiera otra”. La respuesta fue de Piñera: “Estimada Cristina, si esa es la idea, te pediría que se reúna el Mercosur, nos avisan qué resuelven y listo. ¿Para qué vinimos nosotros?”, remató.
Tras ese duro intercambio, primó la postura de los socios del Mercosur, de castigar a Paraguay de forma política pero no económica, para no perjudicar al pueblo paraguayo.
Minutos más tarde y visiblemente cansado en la habitación del piso seis del Hotel Intercontinental, Mujica expresó su desazón. “Discutimos por palabras”, dijo.
Política
2012-07-05T00:00:00
2012-07-05T00:00:00