Río de Janiero (Gerardo Lissardy, corresponsal para América Latina). No fue una fuga cinematográfica como algunos dicen, porque si un guionista de Hollywood la hubiese sugerido en un borrador seguramente le habrían dicho que era demasiado fantasiosa, que quién podría tragarse algo semejante. Pero México es México y así dicen que ocurrió: el capo narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán se escapó el sábado 11 de la cárcel de máxima seguridad El Altiplano sin que nadie lo viera, como por arte de magia. Lo hizo a través de un túnel subterráneo de 1.500 metros de longitud que partía desde su celda, con iluminación eléctrica, ventilación y hasta una motocicleta sobre rieles. No dejó ningún mensaje escrito, aunque semejante evasión representó un claro corte de manga para el presidente Enrique Peña Nieto, que enfrenta ahora una crisis inesperada.
“El Chapo” está lejos de ser un narco cualquiera. Hasta su arresto en febrero de 2014, era el más buscado del mundo. El cartel de Sinaloa que lidera es considerado el grupo de tráfico ilegal más poderoso del planeta. Ha sido un actor clave en la guerra interna que costó decenas de miles de vidas en México, donde se estima que tiene plantaciones de marihuana y amapola en una superficie equivalente a un tercio del territorio de Uruguay. Es el principal proveedor de cocaína en Estados Unidos (EEUU) y Europa, tiene operaciones de varios tipos en medio centenar de países y Guzmán, con una fortuna estimada en U$S 1.000 millones en 2012, llegó a ser incluido en el pasado en listas Forbes de individuos más ricos y poderosos sobre la faz de la Tierra.
Por todo eso, su captura el año pasado fue vista como el mayor éxito del actual gobierno mexicano en la lucha contra el narcotráfico. “El Chapo” llevaba entonces 13 años prófugo, luego de una primera fuga carcelaria en 2001 que, se cree, logró escondiéndose en un carrito de ropa para lavar y sobornando a decenas de funcionarios de otra cárcel mexicana de máxima seguridad, en la que solía realizar fiestas con mujeres y banquetes para él mismo, según descubrió la investigación posterior.
Entonces, cuando a Guzmán lo volvieron a capturar en febrero de 2014 en un condominio de la ciudad costera de Mazatlán, un exultante Peña Nieto respondió a encuestas que decían que casi 70% de los mexicanos pensaban que volvería a fugarse: “Más que lamentable, (eso sería) imperdonable”, dijo.
Ahora muchos recuerdan aquellas palabras del presidente mexicano durante una entrevista con la cadena Univisión, que claramente se volvieron un búmeran en su contra. El nuevo escape de “El Chapo” ocurrió justo cuando Peña Nieto iniciaba una visita de Estado a Francia, que se negó a suspender como reclamaron opositores. Desde París admitió que la fuga “representa sin duda una afrenta para el Estado mexicano”. Dijo confiar en que las instituciones serían capaces de volver a capturarlo, pero su credibilidad parece hundirse cada vez más ante la sospecha generalizada de que la complicidad y la corrupción endémica permitieron a Guzmán escapar.
“Esto representa un ejemplo vívido y claro de que no hay Estado de derecho en México“, dijo el analista político mexicano Luis Rubio a Búsqueda. “Se demostró que la capacidad de gobernar es inexistente y existen fuerzas mucho más poderosas, movidas por la corrupción o intereses de diverso tipo, que pueden hacer lo que se les da la gana”.
“Nadie vio”
Ubicada unos 100 kilómetros al oeste de la capital mexicana, El Altiplano había sido hasta el sábado una cárcel inexpugnable. Guarda a otros capos del narco como Miguel Ángel Félix Gallardo, “El Padrino”, que llegó a comandar completamente el tráfico de cocaína de México a EEUU el siglo pasado, o Edgar Valdez Villarreal, “La Barbie”, que como jefe de sicarios del cartel Beltrán-Leyva mantuvo una guerra cruel con la organización Los Zetas. Estos y otros reclusos del penal de 29.000 metros cuadrados divulgaron en marzo una carta en la que se quejaban de las condiciones “indignas e inhumanas” del lugar. “El Chapo” también la suscribió.
El sábado todo parecía transcurrir normalmente en El Altiplano y sobre las 20:00 horas Guzmán recibió su dosis diaria de medicamento, relataron autoridades mexicanas tras la fuga. A las 20:52 el recluso se dirigió a la ducha de su celda. Esa fue la última vez que apareció en las cámaras de seguridad del presidio, que no graban en la zona de baño de los reclusos. En el video en blanco y negro divulgado el martes, se ve a “El Chapo” caminando en su celda de un lado a otro, como una fiera enjaulada. Va a la regadera vestido e inspecciona el suelo. Luego se sienta en la cama y parece cambiarse el calzado. De pronto vuelve a la ducha, siempre vestido, y desciende detrás del murito de aproximadamente un metro de altura, que le daba privacidad. Abracadabra.
Bajo el piso de las regaderas había un hueco que llevaba a un conducto vertical, con escalera incluida, de unos 10 metros de profundidad. Este a su vez comunicaba con el túnel subterráneo principal, de 170x80 centímetros de ancho y un kilómetro y medio de largo, semejante a otros que han usado los narcos mexicanos para pasar drogas por la frontera estadounidense. La ventilación la hicieron con tuberías de PVC y la motocicleta pudo haber servido para transportar herramientas y tierra. Por ahí huyó Guzmán, dicen, aunque en las redes sociales abundan los cuestionamientos a esta versión de quienes creen que simplemente salió por la puerta del penal y el resto es teatro.
El túnel desembocaba dentro de un galpón precario de bloques, cuya construcción comenzó poco después de la captura de Guzmán, en una zona semi-rrural denominada Colonia Santa Juana. Nadie hasta ahora ha podido explicar cómo pudo hacerse semejante obra de ingeniería sin que los guardias de la cárcel o los vecinos del lugar notaran algo extraño. Al lado del perímetro del local están en marcha unas obras importantes de canalización de agua. ¿Será posible que esa construcción legal haya disimulado la oculta? ¿Y qué pasó con toda la tierra extraída del túnel? Según el diario mexicano “Reforma”, fueron 3.250 toneladas que “nadie vio”.
Más aún, el hecho de que el conducto secreto llegara con precisión hasta la ducha de la celda de “El Chapo” muestra que sus constructores tuvieron información detallada de los planos del interior del penal y posiblemente contaron con la complicidad de los guardias. Luego de descubrir la fuga, policías y militares iniciaron una gigantesca cacería en la zona y los estados vecinos, con el cierre del aeropuerto de Toluca. Más de 30 funcionarios de El Altiplano fueron trasladados y sometidos a interrogatorios, y 22 permanecían retenidos hasta el cierre de esta edición. Esto incluye al director de la cárcel, que fue cesado de funciones. También fue separado del cargo el jefe de Inteligencia de la Policía Federal mexicana.
Pero públicamente hasta ahora nadie ha podido echar luz sobre los agujeros negros de esta historia. Y mucho menos revelar dónde está “El Chapo”.
“Poder ilimitado”
La crisis por esta fuga golpea directamente a Peña Nieto, cuya imagen en lo doméstico e internacional aún está afectada por una serie de escándalos que estallaron el año pasado. El más grave de ellos fue la desaparición y asesinato de 43 estudiantes en el estado de Guerrero, que generó una indignación generalizada —pese a lo cual el presidente también emprendió entonces un viaje que tenía programado a Asia. Eso y la falta de dinamismo de la economía mexicana hundieron su popularidad a niveles mínimos, sin que la población note hasta ahora el beneficio de reformas estructurales que el gobierno realizó en el sector energético, abriéndolo a empresas privadas, y de las telecomunicaciones.
Tener a “El Chapo” tras las rejas era para Peña Nieto un logro que daba crédito a su declarada estrategia de concentrarse en la captura de peces gordos en vez de mantener la “guerra” abierta al narcotráfico de su antecesor Felipe Calderón, aunque para los mexicanos también fuera difícil notar diferencia alguna en materia de seguridad pública. Tras la captura de Guzmán el año pasado, el presidente contó durante la entrevista en Univisión que preguntaba a diario a su secretario de Gobernación (Interior), Miguel Ángel Osorio Chong, si Guzmán estaba “bien vigilado y seguro”. Como si esto fuera poco, la cárcel de El Altiplano está situada en el mismo estado de México donde Peña Nieto construyó su carrera política y fue gobernador entre 2005 y 2011.
“Lo que ‘El Chapo’ Guzmán acaba de mostrar es que su poder es ilimitado”, sostuvo Ernesto López Portillo, fundador y director ejecutivo del Instituto para la Seguridad y la Democracia (Insyde), con sede en Ciudad de México.
Osorio Chong, que como responsable de la política de seguridad ya había sobrevivido a la tragedia de los 43 estudiantes, regresó a México desde Francia y el martes descartó abandonar el cargo, argumentando que “los momentos de crisis no son para renunciar; son para enfrentarlos”. También sugirió que Guzmán se habría fugado de cualquier cárcel de máxima seguridad del mundo. Así, el gobierno ha evitado cualquier autocrítica hasta el momento frente a la oleada de críticas que enfrenta desde la oposición de derecha e izquierda. Varios analistas han notado que así actuaban los gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que ejerció el poder de forma monopólica durante siete décadas del siglo pasado. Los mexicanos, cansados de la corrupción y la impunidad, votaron una alternativa en el 2000 pero devolvieron el poder al PRI en 2012, en gran medida espantados por la violencia de la “guerra” al narco. Ahora la fuga de “El Chapo” termina de enfrentar a México con sus peores fantasmas.
El gobierno de Peña Nieto había descartado la posibilidad de extraditar a Guzmán a Estados Unidos, algunos creen que por puro nacionalismo y otros porque “El Chapo” tenía demasiado para contar. Según analistas, también será creciente la presión de Washington para que Guzmán vuelva a ser atrapado. Desde el gobierno estadounidense ya se ha filtrado información de que alertaron a México hace más de un año sobre potenciales planes de fuga del delincuente, algo que Osorio Chong también ha salido a negar.
A todo esto, Peña Nieto proseguía con su visita a Francia, que el martes incluyó su presencia y la de su esposa en el desfile militar del 14 de julio por los Campos Elíseos, junto al presidente anfitrión, François Hollande. Algunos aguardan su regreso a México, previsto para el viernes 17, para saber si habrá algún giro en esta historia o si el gobierno seguirá renuente a los cambios. Pero otros ya parecen haber sacado sus conclusiones. “Se nos repite una y otra vez que nadie está por encima de la ley, y lo cierto es que no es así”, dijo López Portillo a Búsqueda. “Lo que el mexicano dice hoy es que ya entendimos que el señor Guzmán Loera tiene una capacidad operativa y de inteligencia que supera la del propio Estado mexicano. Pero no hemos entendido todavía quién está detrás de él”.
Fuera de Fronteras
2015-07-16T00:00:00
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