La religión católica es exigente con sus fieles. Quienes sigan las reglas deben ir a misa con asiduidad, ayunar y abstenerse de comer carne en ocasiones, no cometer pecados y, como seguro fallarán, confesarse de vez en cuando. La amplia mayoría de los montevideanos que se autodefinen como católicos, sin embargo, están lejos de ese ideal. Y algunos ni siquiera saben por qué.
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La mayoría de los católicos de Montevideo no asiste casi nunca a misa y un tercio tampoco reza, según una encuesta encargada por la Iglesia Católica a la Consultora Equipos. Pero además, interrogados acerca de conocimientos básicos sobre la región que profesan, son pocos los que conocen los mandamientos, los sacramentos o los milagros que, según la Biblia, realizó Jesús.
La ignorancia de las reglas no es la principal preocupación de las autoridades eclesiales que recibieron el estudio. Según la encuesta, casi la tercera parte de los católicos tiene hijos que no recibieron formación religiosa y ese porcentaje crece en los sectores socioeconómico bajos.
El informe elaborado por la consultora indica que “los católicos de Montevideo le asignan menor importancia a la religión que los creyentes de las otras religiones”.
El hecho de que le den tan poca importancia a su religión puede explicar, al menos en parte, la poca participación de los católicos en actividades eclesiales. De acuerdo con un resumen del estudio, al que accedió Búsqueda, el 8% respondió que “asiste a servicios religiosos en general al menos una vez por semana, mientras que el 42% declara que lo hace rara vez o nunca”.
Los montevideanos tampoco rezan mucho. El 35% declaró que “hace oración” al menos una vez al día, el 32% una vez por mes, pero el 31% “lo hace rara vez o nunca”.
El cardenal Daniel Sturla incluyó datos de la encuesta en una carta dirigida a los sacerdotes de Montevideo, fechada el 20 de diciembre del 2017, en la que detallaba algunas propuestas para los próximos años. Su objetivo, explicó, es que las parroquias de la capital mejoren su capacidad de “salir, buscar y acoger” a los católicos.
Sturla, que además es arzobispo de Montevideo, detalló que hay unos 520.000 católicos en la capital uruguaya. “Para 140.000 de ellos la religión es muy importante, pero la asistencia a misa dominical rondará los 40.000 asistentes. ¿Dónde están los otros 100.000?”, se preguntó.
Las preguntas.
De acuerdo con la Biblia, Moisés subió al Monte Sinaí y recibió de Dios dos tablas de piedra en las que estaban talladas normas de conducta que debía seguir el “pueblo elegido”. El contenido de esas tablas es una enseñanza básica en la catequesis; para los que no la cursaron, algunos mandamientos, si acaso, pueden adivinarse con un poco de intuición: “Amarás a Dios sobre todas las cosas”; “no dirás el nombre de Dios en vano”; “santificarás las fiestas”; “honrarás a tu padre y a tu madre”; “no matarás”; “no cometerás actos impuros”; “no robarás”; “no darás falso testimonio”; “no consentirás pensamientos ni deseos impuros”; “no codiciarás los bienes ajenos”.
Sin embargo, el 23% de los católicos encuestados no recordaba o no conocía ninguno de los diez mandamientos, y solo el 38% logró mencionar tres.
El desconocimiento expuesto fue mayor cuando las preguntas fueron un poco más complejas. El 32% de los católicos no logró mencionar ninguno de los milagros que, según la Biblia, realizó Jesús mientras estuvo vivo. A su vez, dos de cada tres no pudieron mencionar ninguno de los sacramentos: Bautismo, Confirmación, Eucaristía, Penitencia, Unción de los enfermos, Orden sacerdotal y Matrimonio.
“Situación de emergencia”.
El 27% de los católicos dijo en la encuesta que ninguno de sus hijos recibió formación católica y otro 18% que solo algunos de sus hijos lo hicieron. “El porcentaje de padres católicos que enviaron a sus hijos a catequesis aumenta entre los católicos de nivel educativo terciario, lo que probablemente ayude a acrecentar en el futuro las diferencias sociales entre católicos y no católicos”, dice el informe.
El estudio incluyó un análisis cualitativo sobre los motivos que llevaron a los autoidentificados como católicos a alejarse de la Iglesia o a no facilitar el ingreso de sus hijos a la religión.
“Entre los padres que no envían a sus hijos a catequesis se advierte una paradoja: valoran enormemente la catequesis en su propia formación como personas, pero no están interesados en que sus hijos transiten la misma educación”, dice el informe.
Entre los argumentos que fundamentaron sus decisiones, según el estudio, estuvo el hecho de que los padres “no quieren obligar a sus hijos”, sino que prefieren que ellos elijan tener o no tener una educación religiosa. Tiende a haber una “relación más horizontal” de los adultos con sus hijos que la que tuvieron con sus padres. Hay una “democratización de vínculos familiares y estilo de crianza liberal”, explica.
En su carta a los sacerdotes, Sturla escribió que la encuesta “ puso en claro varias situaciones” que conocían pero que “al verlas con números y porcentajes” demuestran “la urgencia” en la que se encuentra la institución. “Se ha roto en la mayoría de las familias la normal transmisión de la fe. Los nuevos modos de crianza, la fragilidad de muchas familias, pero también la falta de formación de los catequistas, nos ponen en una situación de emergencia”, agregó.
Algunos de los católicos consultados en el estudio también argumentaron que se sintieron decepcionados con la Iglesia, lo que provocó su alejamiento. Los planteos fueron desde cuestiones como la falta de “respuesta” frente a una crisis de fe, hasta “decepciones fruto del desencuentro ideológico: posición percibida de la Iglesia frente a temas sociales como derechos de minorías (homosexuales), despenalización del aborto, entre otros”.
La separación con la Iglesia, según el informe, se ve facilitada por las características de la sociedad uruguaya. “El entorno social fuertemente laico hace que la persona que atraviesa por un momento de decepción frente a la Iglesia encuentre muchas personas que apoyen su alejamiento. Esto refuerza su decisión”, advierte.
El documento hace foco en la situación de las mujeres porque históricamente tuvieron “un rol socializador de la fe católica muy importante”. Pero ahora eso cambió. Las mujeres, dice, “tienen motivos especiales para su distanciamiento” porque “en muchos casos se sienten víctimas del credo católico”.