Durante una entrevista con Búsqueda, Vázquez lo expresó con todas las letras: “Mujica quiere ir al Senado para actuar como mediador porque él cree que el FA no va a obtener mayorías parlamentarias”.
Coalición de izquierda o de derecha.
El politólogo Daniel Chasquetti, dedicado a estudiar el funcionamiento del Poder Legislativo, dijo a Búsqueda que existen seis escenarios posibles después del domingo 26. En tres de ellos Vázquez sería el jefe de Estado, mientras en los otros tres el sillón del piso 11 de la Torre Ejecutiva sería ocupado por el ahora diputado Lacalle Pou.
Los escenarios son:
1. Una coalición de izquierda con Vázquez presidente, sin mayorías, pero en acuerdo con el Partido Independiente (PI) y eventualmente otros partidos pequeños.
2. Un gobierno de partido minoritario. Vázquez sería presidente sin mayorías (con la remota posibilidad de que el FA controle el Senado y no la Cámara) y buscando acuerdos caso a caso.
3. Un gobierno del Frente como partido mayoritario, tal como ocurre desde 2005.
4. Una coalición de derecha. El presidente sería Luis Lacalle Pou, sin mayoría pero en coalición con el Partido Colorado.
5. Una coalición de centroderecha. Lacalle Pou ganaría en segunda vuelta, sin mayoría pero gobernaría en coalición con el Partido Colorado y el PI.
6. Otro escenario posible es que Lacalle Pou gobernase sin mayorías y buscando acuerdos puntuales.
Víctor d’Hondt, amigo.
Uruguay y la mayoría de las democracias del planeta, para distribuir las bancas utilizan el sistema proporcional integral, conocido como sistema de Hondt de cocientes decrecientes, en honor a su creador, el belga Víctor d’Hondt.
Aunque en Uruguay se emplea desde 1925 sin cuestionamientos, a fines del año pasado, los nacionalistas Guillermo García Costa y Rodolfo González Rissotto publicaron un libro que lo calificó como inconstitucional. Los autores de “El fin de la inocencia” sostienen que si en lugar del sistema belga se hubiera empleado el método Hare (en desuso a escala internacional), ya en 2009 Asamblea Popular (hoy Unidad Popular) hubiera obtenido una banca con el 0,69% de los votos, lo que prueba algo que ya se sabía desde hace años y que ahora beneficia al Frente: el sistema vigente de distribución de bancas ayuda aún más a los que ya tienen más votos.
Una de las expectativas de Vázquez para conquistar la mayoría en el Parlamento se basa en la hipótesis de que Unidad Popular, el Partido Ecológico Radical Intransigente (PERI) y hasta el PI terminen llevando votos a su molino en primera vuelta. En efecto, una buena votación de estos tres partidos el domingo 26, que sin embargo no logre bancas (unos 22.000 votos dan un diputado por Montevideo y 70.000 se necesitan para un senador nacional) representaría más chances para el Frente como partido mayor. Por el contrario, si el PI logra un senador y tres diputados (tiene dos) y Unidad Popular accede a una banca, aun con un 48% el Frente no tendría mayoría en la Cámara.
Los votos en blanco y anulados no influyen de forma directa en la composición del Parlamento, aunque bajan el porcentaje que se requiere para acceder a una banca, y por un error de redacción y luego por picardía política de colorados y blancos, para frenar un triunfo de la izquierda, alejan al Frente de ganar en primera vuelta, porque se cuenta para calcular el 50% que se necesita para evitar el balotaje.
Situaciones novedosas.
Si tal como indican algunas encuestas, Vázquez ganara recién en segunda vuelta y sin mayoría en el edificio de la avenida de las Leyes, el Frente se encontrará ante una situación completamente novedosa. En efecto, es el único de los tres partidos que llegaron al gobierno que no pasó aún por esta experiencia y, en rigor, tampoco sabe lo que es dejar el gobierno y volver al llano.
Sin contar con leyes que se negociaron a pesar de contar con la mayoría, hubo tres casos notorios en los cuales el FA no tuvo la mayoría automática y debió transar con y sin éxito: anulación de la “ley de caducidad” (Víctor Semproni desacatando al Frente), despenalización del aborto (voto decisivo del PI por objeción de conciencia del diputado salteño Andrés Lima) y regulación de la marihuana (negociación exitosa con el diputado de Maldonado Darío Pérez).
En junio de 2013, el politólogo Oscar Botinelli analizó en “El Observador” el escenario probable de un tercer gobierno del FA sin la mayoría parlamentaria. Uno de los puntos sobre los que llamó la atención fue que Vázquez es un “hombre al que no le gusta demasiado ni el diálogo ni la negociación, que establece una relación de jerarquía y subordinación con sus interlocutores, que le cuesta mucho buscar el entendimiento pero en cambio sabe decidir rápido y sin apelación, y ejercer la autoridad”.
Para el director de Factum, “el Frente debería sufrir un verdadero cambio espiritual y psicológico, para reconocer que no está en condiciones de imponer, que no es él quien tiene por sí solo la posibilidad de decidir”.
Según el analista, en caso de que Vázquez gane sin mayoría (escenario antes definido como 1), no solo el partido mayor sino todo el sistema político “debe cambiar su actitud espiritual y psicológica y volver al espíritu de concertación que predominó en Uruguay entre 1984 y 1988”.
Para blancos y colorados, en cambio, gobernar en coalición ha sido el pan de cada día, al menos desde la recuperación democrática de 1984.
Botinelli relevó que en los últimos 70 años hubo 14 elecciones y la mitad de las veces el Yanes de gobierno obtuvo mayoría y la otra mitad no.
Un repaso por los resultados electorales previos a 2004 aportan datos interesantes: en 1946 el Partido Colorado ganó con el 46,7%; en 1958 los blancos ganaron con el 49,7% y cuatro años después volvieron a ganar pero bajaron al 46,5%. En las elecciones de 1966 los colorados recuperaron el gobierno con 49,3% mientras que en la polémica elección de 1971, cuando apareció el Frente Amplio para procesar la ruptura del bipartidismo, los colorados ganaron con 41,1%, apenas 0,9% más que los votos del Partido Nacional.
Los blancos obtuvieron la mayoría solo en 1958 mientras que los colorados la tuvieron cuatro veces antes del golpe de Estado de 1973: en 1942, 1950, 1954 y 1966.
Ya sea en el Colegiado como en el sistema presidencial actual, antes y después de la última reforma constitucional que instaló el balotaje, blancos y colorados desarrollaron una cultura de acuerdo, algo que se fortaleció con el crecimiento de la izquierda.
Un relevamiento de Chasquetti recuerda que Juan María Bordaberry en 1972, Luis Lacalle en 1990 y Julio Sanguinetti en 1985 y 1995 debieron enfrentar Parlamentos donde no eran mayoría y lograron diferentes formas de acuerdo.
Lacalle Herrera —explica el académico— comenzó su gobierno con una coalición pero tuvo serias dificultades para su conducción. Al año y medio de administración, el Foro Batllista, liderado por Sanguinetti, dejó el gobierno. Seis meses más tarde se marchó la lista 15 y un año después se fueron el Movimiento Nacional de Rocha (MNR) y el grupo de Gonzalo Aguirre, entonces vicepresidente. El Herrerismo quedó gobernando solo con la Unión Colorada y Batllista (UCB) liderada por Jorge Pacheco Areco.
En el segundo gobierno de Sanguinetti y en el de Jorge Batlle, dos casos bien representativos de jefes de fracción de un mismo partido, los operadores parlamentarios para tejer acuerdos fueron de primer nivel: Hugo Fernández Faingold y Alejandro Atchugarry, respectivamente.
Un papel similar parece haberse autoadjudicado ahora Mujica. El presidente, de 79 años, dejaría al ex subsecretario de Ganadería Andrés Berterreche como titular en el Senado recién a la mitad del período y decidió hacer jugar su peso en lugar de descansar de la política cotidiana como se esperaba. La decisión, además de indicar la dificultad que tienen los políticos para jubilarse, parece apuntar a capitalizar para el Frente Amplio su vasta experiencia como negociador, ahora habiendo pasado por dos poderes del Estado. Todo indica que al Parlamento que surja de las elecciones del domingo 26, en las que lo principal en juego es la mayoría, trabajo no le va a faltar.