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    La “personalidad especial” de María Julia Muñoz generó una “relación compleja” con su subsecretario Fernando Filgueira

    El 4 de diciembre el entonces presidente electo Tabaré Vázquez anunció su gabinete de ministros y sorprendió a propios y extraños con la definición de jerarcas para el Ministerio de Educación y Cultura (MEC): una política de raza como María Julia Muñoz con un académico puro como Fernando Filgueira. El objetivo fue unir experiencia de liderazgo con capacidad técnica, en una combinación que busca dar más fluidez a la gestión del Ministerio.

    Sin embargo, a tres meses de iniciado el nuevo gobierno la relación entre los jerarcas “es muy mala” debido a los “estilos diferentes” que ambos tienen. Según afirmaron a Búsqueda diversas fuentes, el “carácter especial” de Muñoz “puede ser muy complicado” para quien recién la conoce.

    La ministra es conocida por su franqueza, cierta soberbia, un sentido del humor particular y un don de mando vertical (“no te va a agarrar a besos, te dice las cosas de frente”, especificó una fuente), modo que ha chocado con Filgueira, un técnico de prestigio internacional acostumbrado a la libertad de acción y el respeto del mundo académico.

    Desde antes de asumir el cargo, Muñoz indicó a su equipo que los anuncios del Ministerio estaban a su cargo y que las iniciativas educativas que estuvieran por aplicarse no podían ser adelantadas públicamente sin su aprobación. También le negó a Filgueira nombramientos de funcionarios que él propuso e incluso le remarcó frente a otras autoridades de la enseñanza que “no olvide” que ella es la ministra.

    Esa postura ha generado una relación “compleja y tirante” puesto que Filgueira todavía “está aprendiendo” del estilo Muñoz, dijo una fuente. Al subsecretario también le incomoda el ritmo lento del gobierno para desarrollar acciones, lo que contrasta con sus experiencias de trabajo anteriores.

    Irritable.

    Muñoz fue dirigente de la Vertiente Artiguista, secretaria general de la Intendencia de Montevideo y ministra de Salud Pública. Ha lidiado en el pasado con la Asociación de Empleados y Obreros Municipales (Adeom) y el Sindicato Médico del Uruguay (SMU), experiencias de peso previo a la anunciada conflictividad con los duros sindicatos de la educación.

    Filgueira, aunque ligado al Partido Socialista, ha construido su carrera con un perfil ajeno a la política. Sociólogo, obtuvo doctorados y maestrías en Estados Unidos, fue representante del Fondo de Población de las Naciones Unidas, se especializó en educación y elaboró diversos documentos que analizan el problema en Uruguay.

    Esos documentos atrajeron a Vázquez, quien con la educación como prioridad de campaña electoral lo incorporó a su equipo de asesores en la materia. Filgueira fue una de las cabezas detrás del renombrado marco curricular común, propuesta que fue bandera del presidente y hoy es una de las primeras acciones que su administración intenta llevar adelante.

    Con el objetivo de fusionar política y técnica al frente del MEC fue que Vázquez designó a Muñoz, la líder curtida y visible, y a Filgueira, el investigador talentoso encargado de diseñar las políticas sin estar expuesto al roce público. Pero esa combinación de “canas y adrenalina”, como la definió una de las fuentes, no ha encajado como se esperaba. Y las diferencias del subsecretario no son las únicas que existen con Muñoz dentro del ámbito de la enseñanza.

    La ministra ya ha sido criticada públicamente por Teresita Capurro y Néstor Pereira, miembros del Consejo Directivo Central (Codicen) de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP). Pereira aseguró que, aunque ha estado brevemente en contacto con Muñoz en actos públicos, no ha sido nunca invitado a reunirse formalmente con ella como sí lo había hecho con sus antecesores, mientras Capurro denunció la injerencia de la ministra en el nombramiento de los integrantes de los consejos desconcentrados.

    Fuentes de la ANEP afirmaron además a Búsqueda que algunos de los jerarcas de los consejos desconcentrados “están molestos con el trato” que les brinda la ministra, a la que calificaron de “irritable” y acusaron de ni siquiera saludarlos en eventos en los que se han encontrado.