—¿Cree que es más agresiva?
—Difíciles eran las campañas en el 71, y en el interior la gente lo tiene muy claro. La recorrida del general Seregni con los dirigentes tuvo amenazas e incluso un joven muerto. Esas eran campañas extremadamente violentas, acá lo que ha habido es una mezcla de elementos tecnológicos que se han introducido en las campañas y las noticias falsas son un elemento de distorsión. Han aparecido cosas que son extremadamente perversas, pero no ha sido el tono general.
'Capaz que el Frente Amplio no ha trabajado políticamente como debió todos estos años, porque de alguna forma se descansó en que iba a haber un gobierno que iba a hacer las cosas por la fuerza política. Y son roles diferentes. En eso sí soy autocrítica...'
—¿Por qué ve que le está costando arrancar a la gente? ¿Es por falta de entusiasmo o está todo ese concepto del descreimiento en la política?
—La gente está. Yo no noto descreimiento, lo que noto es una actitud más pasiva frente a lo que antes siempre era participar en actos. Vas sumando la acción de la gente en las redes, que se apasiona y expone sus ideas, y, bueno, creo que hay un cambio en las formas reales de participación. A mí, recorrer todo el país, me ha dado esa idea de que la gente está, pero que no se va a movilizar como lo hacía antes. No es pérdida de confianza, sino una actitud diferente.
—¿No ve que haya un situación de vergüenza?
—Creo que hubo un componente sistemático de mostrar a los gobiernos del Frente como gobiernos corruptos, de decir que todo lo hicimos mal y que tenemos que avergonzarnos por ello. Pero cuando te encontrás con alguien que te dice que no tuvo que elegir cuál de sus hijos iba a ir a estudiar porque tuvo boleto gratuito, y saben que eso ocurrió en estos años, o cuando te dicen que la madre era trabajadora doméstica y no tenía ningún derecho, te das cuenta de que hay un cambio en la vida de la gente. Y la gente lo percibe y lo vive. De ahí a que salga a gritar es otra cosa. Además, tiene derecho a eso, un gobierno tiene que darle estas cosas. A veces uno querría que hubiera más expresividad sobre esas grandes transformaciones, pero lo que nos tiene que indignar es que tanto los trabajadores rurales como las trabajadoras domésticas pasaron 100 años para que les reconocieran los mismos derechos que a los otros trabajadores.
—Cuando se escuchan los discursos parece que hubiera dos mundos distintos. ¿Por qué se da eso?
—Que la oposición en este país reclama, un día sí y otro también, que todo el mundo lea la realidad como apocalíptica no es novedad. Ha sido un recurso, ¿influye en la gente? Sí, la gotita persistente orada la piedra. Capaz que el Frente Amplio no ha trabajado políticamente como debió todos estos años, porque de alguna forma se descansó en que iba a haber un gobierno que iba a hacer las cosas por la fuerza política. Y son roles diferentes. En eso sí soy autocrítica, no hemos dado con sistematicidad las batallas político-culturales que debimos haber dado durante todos estos años. Ganar elecciones es muy importante, pero hacer pedagogía política es imprescindible. Hay proyectos diferentes y hay que dar la puja política y cultural en la sociedad.
—¿Por qué cree que pasó eso?
—Hay cuadros políticos que van hacia la gestión, pero también hay una persistente difusión de visiones que llevan a que sea como de sentido común la crítica a los posicionamientos del gobierno. Si les digo que determinados medios escritos seguramente no tengan un editorial equilibrado hace años, no le erro. Tienen derecho a hacerlo, por suerte estamos en una democracia y la gente tiene derecho a expresar libremente sus ideas. Pero bueno, capaz que ese editorial que se reproduce tantas veces como se lee ese medio, que se lee en todos los programas, va dando una sensación mucho mayor que la que en sí tiene. Por eso hemos insistido en tener más democratización en los medios de comunicación, porque la información es clave para el fortalecimiento democrático.
—¿A qué atribuye que hoy las encuestas marquen una intención de voto del Frente Amplio que está más abajo en comparación con hace cinco años?
—Siempre recuerdo que nunca las encuestas nos han dado ganadores y hemos triunfado en tres oportunidades consecutivas con mayoría parlamentaria. Eso no quita que los números que se dan ahora son mucho más bajos que los que se daban al mismo momento de otros ciclos electorales. No podemos ser necios. Seguramente hemos tenido menos trabajo político en el territorio que en otros momentos. Pero también creo que en muchos casos hay una necesidad de que las cosas sean mucho más rápidas de lo que son. Las transformaciones requieren determinados tiempos, no hay atajos en la política. Nosotros tenemos que salir a reivindicar todos los elementos positivos de estos 15 años y dar argumentos. Si dejamos que la batalla cultural la ganen otros porque tienen la misma sintonía con determinados medios de comunicación... lo nuestro no va por ahí, va por el despliegue del trabajo con las personas directamente. Bueno, no habremos hecho todo lo que necesitamos hacer si esa fuera la conclusión.
' Nosotros tenemos que salir a reivindicar todos los elementos positivos de estos 15 años y dar argumentos. Si dejamos que la batalla cultural la ganen otros porque tienen la misma sintonía con determinados medios de comunicación... lo nuestro no va por ahí, va por el despliegue del trabajo con las personas directamente'.
—¿No cree que la gente está enojada? Hoy, según las encuestas, la seguridad y la economía, en especial el trabajo, son las principales preocupaciones de la gente. ¿No faltaron cosas?
—Sí, claro. Yo incorporo la crítica y la autocrítica a toda acción de parte nuestra. También les digo: se nos reclama autocrítica por lo que hicimos mal o las insuficiencias, pero nunca vi una autocrítica ni propia ni reclamada a quienes dejaron el 40% de pobreza, o a quienes decían que esto tenía que ser un país plaza financiera, o no encontrar un cuerpo de desaparecido hasta que llegaron los gobiernos del Frente. Sí, hay que hablar con los que están enojados y la gente entiende cuando le das razones, aun cuando no hayas podido cumplir, lo que no podés es no darle explicaciones a la gente.
—Usted hablaba del rol de los medios, de la lectura de la realidad. ¿Qué rol cree que jugó que en este tiempo las críticas más duras de lo que le pasaba al gobierno vinieran del propio Frente Amplio? Por ejemplo, el caso Sendic, en seguridad, muchas críticas vienen desde adentro.
—El Frente contribuyó a la renuncia de su vicepresidente. Yo sigo viendo a los intendentes que tienen causas judiciales, que ya se les han comprobado cosas y pertenecen al Partido Nacional, que ni renunciaron, ni los separaron de sus colectividades políticas. ¿No será que el Frente actuó de la manera más correcta y más dura? En esta colectividad política se tomaron decisiones y se fue a fondo, y la vara quedó bien alta, lo que pasa es que los demás pasaron por abajo.
Y sobre seguridad y otros temas, yo prefiero una fuerza política que le cuestione cosas al gobierno. No quiero un proceso como el que lamentablemente tuvieron otros partidos políticos en este país que de tanta institucionalización terminaron perdiendo sus patas enraizadas en la sociedad. Admito que sí, a veces se nos va la mano y discutimos un poco demasiado. Pero si me das a elegir, prefiero que se nos pase la mano en la discusión y no en la obsecuencia.
—Una de las cosas que más le critica el Frente Amplio a la oposición es que son muchos y que no van a poder coordinar en caso de ganar el gobierno. Pero si es al revés, en caso de ganar el Frente Amplio sin mayoría parlamentaria, ¿cree que tienen la capacidad para lograr acuerdos con la oposición? ¿No está solo el Frente Amplio?
—El Frente trabaja un año antes de la elección su programa. Podrá ser aplicado con más o menos énfasis, pero el programa nos obliga a todos. Eso es diametralmente opuesto a cómo tramitan su programa de gobierno las fuerzas políticas de la oposición. Cada uno tiene su programa y el que gana es el robamontón, le pondrá algunos elementos de los demás, pero básicamente es el programa del ganador. Lo cual te da una cohesión completamente diferente. Yo creo en la capacidad negociadora del Frente. Lo ha hecho en muchas instancias. También sobre eso hay un cuco de que el Frente aplanó con las mayorías parlamentarias. Me están planteando una ley con declaratoria de urgente consideración, para resolver en 90 días con el argumento de que el Parlamento lleva mucho tiempo, y resulta que para no votar muchas leyes importantes dijiste que no daban los tiempos para resolverlo. Creo que los acuerdos puntuales tienen que ser la modalidad de negociación. El Frente ya es una coalición y movimiento, y podrá tener el mayor despliegue de acuerdo a cómo queden los números, pero yo sigo trabajando para la mayoría parlamentaria.
—¿Cree que la oposición se podrá organizar como un bloque?
—El Frente tiene una ventaja comparativa para unir sus propuestas en relación con todos los sectores de la oposición. Y además, confío en reservas dentro de los partidos de oposición para que algunos sectores más conservadores no impongan medidas muy reaccionarias. Considero que se negociará punto a punto. Y confío en que Daniel Martínez convoque a tener grandes acuerdos en políticas que trasciendan las definiciones del gobierno y que además trasciendan los cinco años.
—¿Qué es lo que más le preocupa de un eventual triunfo de la oposición? Entre la dirigencia oficialista hay desde quienes plantean que no es tan grave perder la elección a otros que auguran la pérdida de derechos conquistados.
—No es una visión apocalíptica, pero sí es una enorme preocupación. Como socialistas hemos dicho: el programa oculto. Esta propuesta de la ley de urgente consideración que tendría de 300 a 500 artículos y donde los temas que formarían parte de la misma son de los más diversos. Me preocupa mucho. Es un mecanismo de excepción la urgente consideración, bien diferente al trámite que una ley puede tener a iniciativa del Poder Ejecutivo. En el caso de una declaratoria de urgente consideración, que han sido solo 13 desde la reapertura democrática hasta el presente, en 90 días esos artículos estarán aprobados. Sí que me corre un frío por la espalda. Que digan cuáles son los límites, que digan por qué quieren tratarla de esa manera. La alternancia para mí debe ser considerada un mecanismo, sin dudas, en donde hay elecciones libres. Ahora, ojalá sea para mejorar y no una alternancia que lo único que va a traer es retroceso. Como lo tuvo en todos los países de Latinoamérica donde ganó la derecha proponiendo cosas supersencillas; como Macri en Argentina, donde prometió que iba a eliminar la pobreza y dejó una pobreza récord.
—Según las encuestas, al Frente Amplio le faltan cuatro puntos para ganar. ¿Cómo se consiguen en el tiempo que resta?
—Tratar de llegar a todo el mundo es lo más importante. Lo mediático es accesorio y ojalá hubiéramos podido reducir el atomice ese que le hacemos a la gente si hubiéramos discutido y aprobado la “ley de partidos políticos”. Creo que la oposición, la derecha de este país, se va a dar cuenta del error que cometió, pero seguramente no lo confiesen hasta dentro de cierto tiempo. El Frente tiene que terminar de hablarle al conjunto de la ciudadanía y mostrarle que además de seguir construyendo una estrategia de desarrollo, tiene que dar un salto de calidad que de alguna manera se transmitió en la consigna interna del nuevo impulso.
Recuadro de la entrevista
? “Hay diferencias dentro del partido, las hubo siempre y las habrá”