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    Lacalle Pou dice que “trabajó” para que Novick sea candidato y no lo siente como “amenaza” para los partidos fundacionales

    “Es fresco para la actividad política. Dice lo que piensa y conectó con mucha gente. Soy hincha de que la gente venga a la política”, señaló el senador blanco sobre el empresario

    No puede precisar bien la fecha. Sabe sí que fue mucho antes de que se empezara a hablar de elecciones municipales, en diciembre de 2013 o enero de 2014. Por esos días, el entonces diputado y precandidato a presidente por el Partido Nacional, Luis Lacalle Pou, llevó al empresario Edgardo Novick hasta la casa de veraneo de un conocido politólogo para “hacerle un primer estudio cualitativo” y “medir” sus posibilidades como candidato a intendente de Montevideo. Después hubo otras reuniones, ya más formales y técnicas, en la empresa consultora del experto. Para Lacalle Pou no había dudas. “Yo ahí le dije: vos sos el tercer candidato. Y yo trabajé para que fuera el tercer candidato”, afirmó a Búsqueda.

    El ahora senador y líder del Partido Nacional aseguró que promovió la candidatura del empresario que en la noche del domingo 10 duplicó en votos a sus socios de los partidos fundacionales de la Concertación y se transformó en la novedad del escenario político. Pero aclaró que siempre lo quiso como el aspirante independiente de esa alianza, no como el representante blanco. Su candidato era otro: el ex presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) Sebastián Bauzá, una apuesta que después por distintas razones —hubo algunas cuestiones personales del ex dirigente futbolístico— se terminó enfriando y dio paso a la candidatura de Álvaro Garcé, quien votó por debajo de las expectativas previas cuando se creó la coalición para ganar Montevideo.

    Según varias fuentes blancas consultadas por Búsqueda, fue el propio Garcé quien le pidió a Lacalle Pou para entrar en la carrera electoral por Montevideo. El ex comisionado parlamentario para el sistema carcelario no estaba en los planes del senador, que tras el congelamiento de Bauzá buscaba candidatos outsiders de la política y con perfil de gestión privada, como el empresario Carlos Lecueder o el sobreviviente de la tragedia de los Andes Fernando Parrado. Según las fuentes, ambos fueron tanteados sin éxito por Lacalle Pou antes de que finalmente se decidiera por Garcé, que pedía asumir el desafío. En el camino ya había quedado el diputado Jorge Gandini.

    Ahora, a casi dos semanas de las elecciones municipales, Lacalle Pou analiza lo que ocurrió en Montevideo como un “episodio extraño”, pero le quita dramatismo. “El ‘fenómeno Novick’ chupó votos del Partido Nacional y el Partido Colorado. Los dos partidos juntos votan casi lo mismo que en octubre. Lo que hubo fue un traspaso de votos a un candidato que entendieron que era más atractivo, no hay misterio”.

    A Lacalle Pou no le hace ruido que el candidato independiente que ayudó a lanzar terminara votando mucho mejor que el que él mismo puso para representar a su partido. También desdramatiza. “Yo tengo amigos, compañeros, que me decían, estoy contigo, pero ahora voy a estar con Novick. Creo que la gente separa claramente las elecciones nacionales de las municipales y conecta o no conecta con los candidatos. Álvaro Garcé hizo todo lo que podía hacer y más. Un esfuerzo enorme. Trabajó incansablemente, tiene una solidez como agente político. Pero Novick conectó más”.

    Un “grito de la oposición” que “no es una amenaza”.

    Lacalle Pou busca razones para explicar lo que generó Novick en el 21% del electorado montevideano. Qué fue lo que pasó para que el empresario terminara como el segundo más votado en la capital. “Quizás dijo algunas cosas que mucha gente estaba esperando que se diga, como un grito de la oposición”, argumentó y recordó el “famoso cruce” con la candidata frenteamplista Lucía Topolansky, cuando Novick le espetó que en la época que él levantaba cajones en la feria, ella levantaba fusiles. Reconoce que esa forma de interactuar en política no es “por la positiva” que tanto pregona. Pero dice que “son estilos”.

    “Mi estilo es franco, directo y también firme. No creo en la política maniqueísta, pero celebro que si un candidato siente eso que lo diga. Lo que no me gusta es ni el doble discurso, ni la hipocresía ni las dos caras que muchas veces están presentes en la política”. Asegura que si Novick tiene ese discurso confrontativo, le parece “perfecto”. “Es fresco para la actividad política. Dice lo que piensa y conectó con mucha gente. Soy hincha de que la gente venga a la política. Yo siempre soy hincha de los que quieren saltar del otro lado del mostrador, comprometerse, involucrarse”.

    Cuando en la noche de las elecciones municipales la figura de Novick se consolidó como la más votada de la oposición, hubo dirigentes de los partidos fundacionales a los que les sonó una señal de alerta en la cabeza: ¿Un empresario sin estructura partidaria será el nuevo líder opositor en Montevideo? ¿Y qué pasará con los blancos y colorados en la capital? Dice Lacalle Pou que eso tampoco le preocupa. “No me parece que el sistema político tenga que cerrarse y decir ‘ah, es una amenaza’. No, vamo’ arriba. Se ve que la gente está acostumbrada a jugar en cancha chica: juego si es fútbol 5, si la pelota es mía, al juez lo pongo yo y pateo los penales. No, no es así. Si te toca ganar, vas a ganar y si te toca perder, vas a perder. Esto lo decide la gente”.

    “Soy molesto para el statu quo”.

    Hay dos momentos de Lacalle Pou en el escenario político reciente. Uno fue el de encantamiento y novedad que despertó su figura tras haber ganado contra todos los pronósticos la elección interna de junio de 2014. El otro es el que se abrió luego de las elecciones nacionales y la derrota en el balotaje con el presidente Tabaré Vázquez. Desde entonces quedó ubicado como líder del Partido Nacional, y por ende de la oposición, pero bajo una lupa guiada por propios y extraños que le señala errores o decisiones mal tomadas. La real efectividad de su discurso “por la positiva” fuera o dentro de una campaña o la decisión de incluir a Garcé y no a Gandini como el candidato de los blancos para Montevideo, son las criticas que más ha escuchado en los últimos días. Lacalle Pou asegura que no siente que su liderazgo esté cuestionado. “No me preocupan las críticas, no me gustan las malintencionadas. Las escucho, no hago oídos sordos. A mí mis compañeros me dicen las cosas, si no, no son mis compañeros. Un dirigente político es esencialmente cuestionable. Está bien que se me pregunte, que se requieran explicaciones o que no se compartan determinadas cosas”, señaló.

    El senador blanco está convencido de que es una figura “molesta para el statu quo” de la política. Y en ese lugar se ubica para no sentirse afectado por los dardos que le tiren. “Tengo 41 años, me llamo Lacalle y peleé un balotaje. Hay que pegarme. Yo no me la creo. Hice una campaña distinta”. En su rol de opositor dice que apuesta a la “coherencia” y el control”. “Reivindicamos nuestro programa de gobierno. Reivindicamos las cosas que denunciamos en campaña porque ahora las está repitiendo el gobierno. Todo lo que el gobierno dijo que no iba a hacer, ahora las repite. No mentimos para ganar elecciones. Fuimos a ganar las elecciones para después gobernar. Algunos fueron solo a ganar unas elecciones”.