Los globos blancos de la China

—Vo, le vamos a tener que poner lo del globo en la agenda —le dijo Ray Madbury, uno de los asistentes del presidente a una de sus colegas, Mary Quitecon Trary, mientras armaban la lista de los temas a tratar con el primer mandatario.

Finalmente se armaron de coraje y le contaron al Gran Jefe que había un enorme globo blanco flotando en el espacio aéreo de los Estados Unidos, que parecía venir desde China impulsado por los vientos, y que no se sabía cuál era su propósito.

El presi quiso primero ver en pantalla las supuestas imágenes del intruso volador (para lo cual hubo que esperar que terminara un corto de Tom y Jerry que él estaba mirando en ese momento), y finalmente, ante la evidencia, ordenó que les pincharan el globo a los chinos a como diera lugar.

Como el globo venía en esos momentos volando sobre tierra, se dio la orden de esperar para reventarlo, no sea cosa que lo que trajera adentro cayera sobre las cabezas de los transeúntes, y lastimara a alguno. Cuando el globo arrancó a volar sobre el Atlántico, le tiraron con todo y lo desinflaron.

Las naves de la Armada tendieron una enorme red sobre el agua, de manera de capturar todo lo posible del contenido del misterioso aeróstato.

Entre lo destacable de lo recuperado, se encontraba una carta de Xi Jinping dirigida “a quien encuentre este mensaje”, en la que saludaba con cariño al ocasional receptor, deseándole un feliz año chino, muchas bienaventuranzas, y la recomendación de que comprara el Horóscopo Chino de Ludovica Squirru, donde le explicarían lo que le aguardaba en el futuro. Una foto autografiada de Mao Zedong, en la que aparecía pinchando con agujas un retrato de George Washington, un murciélago de Wuhan embalsamado, dos bolígrafos, y una serie de minúsculas cámaras filmadoras encastradas en una consola, en la que había una leyenda que decía que estaban destinadas a recoger datos del clima, de los vientos, de las nubes, de los satélites circulantes, y de los emplazamientos del armamento secreto de los países amigos, para ayudarlos a preservar su seguridad y su ubicación, sin que nadie se enterara de dónde estaban escondidos.

Mientras los muchachos del FBI se hacían un festín con todos estos trastos, analizándolos y elucubrando acerca de su verdadera finalidad, los servicios secretos de los EE.UU. detectaron otros globos blancos provenientes también de la China, pero sobrevolando otros territorios en el sur de América.

Encontraron uno sobre Venezuela, y lo capturaron para desinflarlo en territorio norteamericano. Encontraron mensajes para Maduro, en los que le proponían contarle que la China había descubierto más yacimientos de gas y de petróleo en Venezuela, y que estaban dispuestos a revelárselos, con tal de que le pasaran a la China el 75% de los respectivos producidos.

Encontraron otro sobre Brasil, y al descodificarlo se reveló que China le proponía a Lula un satélite que produjera lluvias sobre la Amazonia, para preservar esa zona de los incendios forestales, a cambio de la importación con arancel cero de software chino para el equipamiento de los servicios secretos del Estado brasileño.

En el globo que volaba sobre la Argentina, se pudo revelar que China le ofrecía al gobierno argentino un seguimiento satelital de las ubicaciones reales de todos los ministros integrantes del Supremo Tribunal de Justicia de la Nación, incluyendo la emisión de ondas invasivas del cerebro de los magistrados, a través de las cuales se lograría que los jueces modificaran sus resoluciones condenatorias contra Cristina Fernández de Kirchner, absolviéndola de todos los cargos emitidos contra ella hasta entonces. A cambio, la Argentina adquiriría, a precio muy conveniente, toda la maquinaria y equipamiento para la explotación de los yacimientos de gas natural de Vaca Muerta, cediendo a la China el 60% de la producción resultante.

Los servicios secretos americanos detectaron también un globo blanco que volaba sobre el Uruguay, pero el gobierno chino, que había aceptado pacíficamente la existencia de los otros globos, declaró que no había ninguno que hubiera volado hacia el Uruguay. No obstante, el globo fue derribado, y dentro del mismo no se encontró nada. En cambio, en la zona exterior del globo blanco se encontró una leyenda que al FBI le ha resultado inexplicable.

Decía: “Delgado presidente”.