En total, el “top 20” de los exportadores colocó bienes por apenas 3,3% por debajo que en 2019, con una canasta compuesta principalmente por lácteos, carne, soja y arroz como los principales, dado que la celulosa y el concentrado de bebidas se comercializan desde empresas instaladas en zonas francas.
Sin embargo, de la veintena de empresas rankeadas, la mitad tuvo caídas en la facturación en relación a un año atrás, otras dos virtualmente mantuvieron su performance y el resto incrementó las ventas.
“Cierta bendición” en el agro
El año pasado, la reducción de las colocaciones de Uruguay al mundo fue la mayor en la última década y se explicó por la disminución de los envíos de los principales productos de exportación (celulosa, soja y carne bovina), que no pudo ser compensada por el aumento de los embarques de arroz, trigo y productos farmacéuticos, según analizó Uruguay XXI.
Pero para este 2021 varios de los mayores exportadores consultados por Búsqueda prevén un mejor desempeño en comparación con el año anterior.
La Cooperativa Nacional de Productores de Leche (Conaprole), que siguió liderando el ranking de los mayores exportadores (por once años consecutivos), tuvo negocios por US$ 464 millones en el año que finalizó en más de 50 países.
El gerente general de esa industria láctea, Gabriel Valdés, señaló que si bien algunos clientes y productos tuvieron un fuerte perjuicio por el impacto de la pandemia —como la venta de muzzarella a restaurantes y pizzerías en mercados como China, Filipinas y Vietnam— la firma pudo ingresar y consolidarse en otros como Bahréin e Islas Mauricio.
Valdés expresó “moderado optimismo” hacia el 2021 en relación al “avance de las vacunas, una menor incertidumbre política relativa a Estados Unidos, el Brexit acordado y una recuperación económica para varias regiones del mundo que permitiría mejorar los niveles de consumo”.
Señaló además que la demanda de lácteos seguiría en aumento de la mano del crecimiento de la población asiática y africana y del desarrollo de las clases medias con mayores ingresos.
Como la remisión de los productores uruguayos se incrementó por arriba del 7%, ello pautaría con los precios actuales de exportación un 2021 “por encima” del año pasado en cuanto a facturación y volumen.
En la búsqueda de mejora de la “eficiencia y excelencia operacional” Valdés enmarcó el proyecto de inversión que Conaprole está ejecutando (que supera los US$ 100 millones) en una planta para elaborar formulaciones lácteas de valor agregado “a medida” con base en ingredientes vinculados a “fórmulas infantiles, nutrición para deportistas, adultos mayores y otras mezclas”.
En el rubro granelero, Cargill Uruguay fue el segundo mayor exportador, aunque sus ventas cayeron 22,6% en comparación con 2019. El gerente de la compañía, Gabriel Di Giovannantonio, señaló que ello fue principalmente por la disminución de la producción de soja y la performance “bastante mala” del precio internacional del oleaginoso debido al impacto de la pandemia en China durante el primer semestre, puesto que en la segunda mitad ese mercado se reactivó y tonificó su cotización.
Pero Di Giovannantonio tiene buenas expectativas para este año, que inició con una comercialización “bastante fluida” de trigo, un cultivo que se prevé que tenga una cosecha “muy buena”, con rindes históricos. Por eso, estimó que el saldo exportador aumentará 30% en volumen y 20% el precio, en relación a lo transado en 2020.
Además, aseguró que habrá “tremendo” crecimiento en la exportación de canola, si bien todavía es un cultivo incipiente (que se vende para producir aceite y biodiesel) y con poca participación en el global.
En cuanto a la soja, que el año pasado fue el tercer producto de exportación de Uruguay y que representa en torno al 70% u 80% de las colocaciones de Cargill, Di Giovannantonio señaló que la demanda “es buena y se cotiza en niveles sustancialmente superiores” a los del 2020. El panorama optimista para la venta de este oleaginoso es sobre todo por su valorización, más que por el volumen (puesto que se prevé un nivel de producción similar al del año pasado, en torno a los 2,5 millones de toneladas).
La incertidumbre en este caso no es por la demanda de China, que está “activa”, sino por el rendimiento del cultivo debido al déficit hídrico. “Necesitamos que el clima se normalice en enero y febrero para consolidar la producción de soja en ese nivel”, comentó.
Ranqueado en tercer lugar el Frigorífico Tacuarembó, del grupo brasilero Marfrig, disminuyó su facturación. Pero el director del grupo para el Cono Sur, Marcelo Secco, señaló que en conjunto las exportaciones crecieron 3,5% respecto al 2019 (considerando Tacuarembó, Establecimientos Colonia e Inaler). Dijo que el comportamiento fue “anticíclico” puesto que todo el rubro cárnico registró una disminución de faena y de envíos al exterior, mientras que Marfrig logró capturar crecimiento en ambos.
“Haber logrado un desempeño mayor con una menor dependencia de China, exportando más a Estados Unidos, Canadá y mantener las colocaciones a Europa, si bien hubo caída en las ventas a la región, muestra que se logró diversificar el portafolio frente a los competidores, se capitalizó en este año que pasó y es parte del desafío que viene”, afirmó Secco.
A escala del sector en general, Secco se refirió a “cierta bendición” porque a pesar de la pandemia se pudo seguir comercializando y generando actividad, en comparación con otros rubros más afectados.
Para Marfrig el 2021 arrancó con una demanda internacional “estable”, aseguró Secco, a excepción de los países europeos por el confinamiento resuelto ante el recrudecimiento de la pandemia.
Con optimismo, Secco consideró que, aunque el Covid-19 seguirá afectando al comercio exterior todo este año, los mercados “están encontrando cierta estabilidad que no la tuvieron el año pasado”, en particular en cuanto a la demanda y precios de China.
Otro factor positivo, apuntó, es que el precio de los granos en Estados Unidos para alimentar el ganado está en alza, lo que también apreciará el valor internacional de la carne.
“El mercado va a estar bien, va a estar fluido, Uruguay va a tener más carne para vender, con un stock recompuesto, aunque el déficit de agua pone un desafío forrajero, que ojalá se resuelva a lo largo del año”, señaló.
Secco proyectó un incremento cercano al 10% de la faena y la exportación si el clima es “medianamente benévolo”.
La “incógnita más importante” es Europa, destino de los cortes más valorados que se colocan en los restaurantes y hoteles, ambos giros en crisis por la pandemia.
Para el ejecutivo, el país tendrá en la cadena cárnica “volumen de oferta y demanda de mercado”, pero “necesita un cierto impulso de competitividad”. Ello, a su juicio, puede venir por el lado de mejorar el acceso y reducir la carga arancelaria que paga la carne uruguaya en el mundo. “En ese capítulo es donde está la perilla más importante donde podemos esperar tener algún resultado. Cualquier elemento de mejora en el acceso a Corea, Japón, China, Estados Unidos, y el propio acuerdo de Unión Europea-Mercosur, va directamente al precio y mejora de la competitividad. En esa agenda está todavía la esperanza bastante intacta. Habrá que ver cómo se pueden articular acuerdos, o el inicio” de ellos.
En tanto, en el rubro del arroz, Saman volvió a figurar entre los principales exportadores en el plano nacional. En el quinto puesto, el año pasado la arrocera del grupo brasileño Camil Alimentos aumentó 28,6% sus ventas al exterior en relación al 2019. Ello sucedió a pesar de la caída del área sembrada, que fue compensada por un rendimiento entre los máximos históricos y una valorización del grano por las restricciones a la exportación adoptadas por los países asiáticos, que afectados por la pandemia priorizaron el consumo interno frente a los negocios del exterior.
El gerente de exportaciones de Saman, Diego Nicola, explicó que otro factor que ayudó al incremento de las colocaciones uruguayas fue la “muy buena” logística de exportación del país, que a pesar de la pandemia siguió funcionando y con costos de fletes dentro de parámetros normales, a diferencia de algunos competidores.
Así, el arroz uruguayo se colocó en mercados no tradicionales como Panamá, Angola y Haití, entre otros.
Nicola también prevé un buen panorama exportador para 2021 si bien permanece la incertidumbre en cuanto a la evolución de la pandemia y el factor climático, que probablemente afecte el volumen de producción del cereal.
Sin embargo, mencionó que el nivel de búsqueda de negocios “está firme”, porque, por ejemplo, desde Europa ya están tratando de cubrirse anticipando decisiones de compra porque ven que será otro año “complicado”.
Además, dijo que hay “buenas señales” de Irak —que suele ser un cliente importante para Uruguay— que el año pasado no compró y es probable que sí lo haga en 2021.
Aunque el área sembrada de arroz no variará en este año agrícola, para Nicola se “arranca con viento a favor”. A su juicio, falta terminar de entender en qué nivel de precios se estabilizarán los negocios. “No vamos a arrancar ni en los US$ 540 ni en los US$ 680 (por tonelada), es probable que se esté en algún punto entre medio”, señaló.