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    Lustemberg: Orsi tiene un “perfil dialoguista” y la “decisión politica” de reformar la salud

    Para poder tener “otra incidencia”, la diputada será candidata al Senado durante las próximas elecciones

    Un conjunto de carpetas, apuntes y datos aparecen desperdigados y ordenados a la vez en el escritorio del despacho de la diputada Cristina Lustemberg. Detrás suyo, los biblioratos se organizan en función de los proyectos de ley a estudio de las comisiones donde se desempeña: “Eutanasia”, “Financiación de partidos”, “Primera infancia”, entre otros temas.

    Esta es la carta de presentación de esta presidenta de la Comisión de Salud de Diputados, exsubsecretaria del Ministerio de Salud Pública (MSP), que busca hacerse un lugar entre grandes sectores del Frente Amplio como cara visible de El Abrazo. Se trata de una alianza entre el sector que lidera, Participar, Articular, Redoblar (PAR), con Ir y Frente en Movimiento. Tras ocho años como diputada, Lustemberg admite que se sentiría más cómoda en un cargo ejecutivo, aunque razona que para ello deberá tener lo que en la política es el verdadero respaldo: los votos.

    Su perfil más dialoguista y menos combativo coincide con el del precandidato que apoya, Yamandú Orsi, de quien es su referente en temas sanitarios. De él resalta que está comprometido a realizar los cambios en la salud que Uruguay necesita: entre otros, una nueva e imprescindible reforma en el sistema y una actualización de las contraprestaciones a las instituciones de salud. Muchos de estos pasos, reconoce, debieron ser tomados con anterioridad, durante los gobiernos frenteamplistas, pero a su entender la inacción del actual Ejecutivo solo ha profundizado las carencias.

    Lo que sigue es un resumen de la entrevista que Lustemberg mantuvo con Búsqueda.

    —¿Ve bien la existencia del Hospital del Cerro?

    —Lo veo bien, pero con un modelo de gestión diferente. No se podría tener en el Cerro la complejidad de un hospital de tercer nivel, pero sí se deben tener especialidades que resuelvan el 80% de los problemas que haya en el lugar. Es un barrio con una alta densidad demográfica, pero que está a 10 o 15 minutos de los centros de tercer nivel. Nosotros no estamos de acuerdo con que haya una maternidad en el Cerro, pero sí tiene que haber personal formado para resolver cuando llega un parto en un período expulsivo. Nos vamos a acercar a verlo, el día del lanzamiento (6 de noviembre) entendimos que no era adecuado concurrir. Tenía pensado hacerlo, pero cuando se confundió esa inauguración con quizás un acto de campaña desmedido, me comuniqué con las autoridades para transmitirles que no me parecía adecuado asistir.

    —Desde su experiencia como autoridad de la salud, ¿dónde cree que han estado las mayores fallas de este gobierno?

    —Hay temas como la contratación irregular de las ambulancias, que ellos mismos han reconocido que todavía no han resuelto. Ese sistema de gestión de ambulancias de ASSE (Administración de los Servicios de Salud del Estado) no ha sido realizado con la mayor cristalinidad y en esto y otras cosas estamos atentos. ASSE ha tenido algunos aciertos y otros desaciertos. En la gestión de medicamentos seguimos teniendo problemas hasta hoy, en acceso y disponibilidad. Pero sigue fallando el rol rector y fiscalizador del MSP. Esa es una de nuestras prioridades: entendemos que hay que tomar decisiones políticas que deben estar precedidas por un diálogo con todos los actores. Es ineludible que el próximo gobierno debe hacer una segunda reforma del Sistema Nacional Integrado de Salud (SNIS). Quizá la deberíamos haber hecho nosotros. Hicimos cosas muy importantes y eso es indiscutible, ningún actor de la salud desconoce la reforma del sistema de salud. Hubo pilares sustantivos, pero no puede pasar que una reforma se estanque. Hay que avanzar en aspectos pendientes que tienen que ver con temas estructurales y de organización del sistema, como en los problemas que evidenció la pandemia. Aunque el SNIS fue muy importante para enfrentarla, hoy el sistema está medianamente estancado, hay una sobredemanda. Por eso es necesaria una segunda etapa de la reforma. En el balance de 2021, el gasto en salud fue 9,1% del PBI; de eso, solo 5,9% fue gasto público, sin contar la inversión del fondo Covid. Si se compara con 2019, hay un retroceso porque en ese año fue de 6,9%. La OPS (Organización Panamericana de la Salud) pide un piso de 6%.

    —¿Cómo sería un rol rector más fuerte del MSP?

    —Los contratos de gestión de los prestadores son de 2012. El MSP tendría que tener elementos de fiscalización y de contralor mucho más eficientes que los actuales. En nuestro gobierno también fueron débiles. Hay que reestructurar y reorganizar al SNIS, que requiere complementación entre prestadores públicos y privados. Y los prestadores privados están regidos por cosas básicas de la complementación y la competencia. Es un equilibrio que es difícil, pero son más difíciles si el MSP, que debe regular y fiscalizar la normativa, no tiene los elementos para poder fiscalizar los contratos de gestión, los decretos que delimitan los tiempos de espera o los criterios de calidad asistencial que tienen los privados pero también ASSE. Los tres ejes de la reforma fueron el modelo de financiamiento, de gestión y de atención. El que mejor se implementó fue el primero, a través del Fonasa, y de recursos que vienen por rentas generales, cápitas y metas asistenciales. Hoy hay que revisar ese pago per cápita que ya nadie discute, pero hay que ver de introducir otras variables, más allá de sexo, edad y riesgo, que tienen que ver con criterios de morbilidad. Hoy eso no está bien contemplado en el riesgo. También debemos incorporar colectivos, entre 100.000 y 300.000 personas según distintos estudios, que tienen doble y triple cobertura, a través de sanidad militar, policial y, específicamente, los trabajadores de las intendencias municipales. Pero hay otra propuesta que queremos ver: la posibilidad de incluir por medio de un pago a los 907.884 usuarios no Fonasa que tiene ASSE, que no tienen trabajo formal. Eso no solamente les daría la posibilidad a los usuarios de también elegir el prestador público o privado, sino que mejoraría la gestión de ASSE.

    —¿Y qué es lo que hace falta?: ¿recursos humanos?, ¿financiamiento?

    Primero que nada, decisiones políticas. También hay que dar un salto cualitativo en la introducción de prestaciones en el PlAS (Plan Integral de Atención a la Salud) y en el FTM (Fondo Terapéutico de Medicamentos). Hay una desactualización muy importante del PIAS que viene desde 2012. Este gobierno incluyó algo que yo destaco, que fue la Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias, pero es insólito que no se le haya dado ese rol como ocurre con sus pares en Reino Unido, Brasil o Colombia. Si gobernamos, queremos darle a esta agencia el rol que tiene previsto. Uruguay además tiene un debe muy importante porque no tiene agencia reguladora de medicamentos. La propuesta de la agencia reguladora ya estaba en el tercer gobierno del Frente Amplio, pero por no tomar decisiones políticas hoy Uruguay no la tiene.

    —¿El intendente Orsi tiene la voluntad política que usted sostiene que es necesaria?

    —La tiene. Por eso estamos trabajando con él. Sin voluntad política no se puede. Y fue claro en asumirla en una reunión con representantes de mutualistas y laboratorios.

    —¿Esta segunda reforma del sistema de salud está contemplada en la interna del Frente Amplio y en sus bases?

    —Se ha discutido en la unidad temática de salud, después en el programa que queda aprobado en el próximo congreso se verá. Tenemos compañeros bastante calificados que están participando de esa discusión, pero no hay duda de que algo hay que hacer. La otra semana hicimos una visita al Hospital de Clínicas, junto con Orsi, y estuvimos con su director, Álvaro Villar, conversando con el rector de la universidad, Rodrigo Arim, para ver cuál sería el rol del Hospital de Clínicas, donde se forman los recursos humanos, donde hay centros de referencia. Lo que es claro es que estamos trabajando dentro del programa del Frente en acciones concretas. También tenemos claro que hasta en los países con más gasto público los sistemas de salud están tensionados. Sin soberbia, nosotros somos conscientes de que el 70% de los problemas se puede resolver con la participación de los empresarios, los prestadores, la academia, los médicos y las organizaciones sociales.

    —En el caso de que el Frente Amplio sea gobierno, ¿en qué rol se siente más útil, el ejecutivo o el legislativo?

    —Aprendí mucho en los dos, pero me motiva más estar en un rol ejecutivo, donde uno piensa que trabaja 20 horas por día para cambiar la vida de la gente. Pero para que esas cosas se concreten, se requiere que las ideas se concreten en este ámbito legislativo. Hemos entendido que en salud son necesarios los acuerdos políticos con la oposición, más allá de marcos ideológicos diferentes, para tener un piso mínimo. Nadie puede discutir hoy que los acuerdos de gestión de los prestadores con la Junasa (Junta Nacional de Salud) son de 2012 y los primeros decretos son de 2007. Luego, una debilidad del MSP es que muchas de sus decisiones las define el Ministerio de Economía. Por eso lo involucramos en la ley de infancia, con un modelo que es llevable y escalable a otras decisiones del país. En cambio, la ley de salud mental, que se votó en la última administración sin recursos para su implementación y para la que este gobierno invirtió 20 millones de dólares, no tiene un plan ni estrategia concreta.

    —Hay sectores frenteamplistas que hablan de reducir la pobreza infantil extrema hasta eliminarla. ¿Es posible eso en cinco años?

    —Creo que sí. Eso va con acciones integrales, y no solo con trabajar en hogares donde están esos 175.000 niños debajo de la línea de la pobreza. Si lo vemos con indicadores multidimensionales, esa cifra es el doble. Eso en un universo de 870.000 personas. No se puede disminuir ni erradicar la pobreza infantil si no va de la mano con políticas dirigidas al mundo adulto. Es necesario trabajar en legislación, integración de esfuerzos públicos, políticas familiares y rediseñar el sistema de transferencias monetarias, algo que no se hace desde 2008. Hay un preconcepto sobre estas familias acerca de que viven de las transferencias monetarias, cuando estas no cubren ni un cuarto de las necesidades básicas de cualquier hogar. Y sin un sistema de cuidados fuerte este país no revierte la desigualdad de género, que es estructural. Las mujeres tenemos tres o cuatro veces más pobreza de tiempo porque cargamos con el trabajo no remunerado. Y a su vez, la mejor política pronatalista es cuidar a los niños que ya están. El Estado debe asumir, como los países nórdicos, un rol muy importante en garantizar derechos a las familias que deciden tener hijos. Se puede ir hacia ahí porque es vergonzante que Uruguay tenga la pobreza concentrada casi 10 veces más en los hogares con hijos.

    —¿Por qué decidió apoyar a Orsi?

    —Porque de verdad pienso que nos une mucho a PAR y a El Abrazo el perfil dialoguista que ha demostrado en su gestión y su capacidad de escucha. Es muy receptivo a los temas de salud, que ha delegado en mí particularmente, en políticas de infancia y en políticas de cuidados. Me une mucho cuando hablamos de la autocrítica, de qué deberíamos haber hecho antes para no perder el gobierno. El Abrazo es un espacio feminista e igualmente apoyamos a un varón porque esto no pasa por apoyar a alguien de un determinado género, sino a alguien que quiera traducir la igualdad en políticas públicas. Hay muchos independientes que ven en nuestro espacio una propuesta programática que los identifica y ven que Yamandú puede liderar los procesos, lograr consensos y la firmeza para tomar decisiones políticas.

    —¿Le gustaría que la fórmula fuera Orsi-Cosse?

    Sí, ¿cómo no me va a gustar? Nuestra fuerza ha decidido que sea una fórmula paritaria. Las encuestas, por ahora, dicen que esa sería la fórmula. Creo que con Yamandú tenemos más chances de llegar a la presidencia, por la capacidad de escucha que tiene, por su humildad, me identifica.

    —¿La candidatura de Mario Bergara es conveniente para la correlación de fuerzas del FA?

    —Es respetable esa convocatoria. Quizás no sean los únicos seregnistas, la figura de Seregni une a todo el Frente Amplio, pero la candidatura de Mario traduce la diversidad que tenemos todos. Además, la unidad del Frente Amplio es algo que quiero cuidar. Las elecciones internas tienen el riesgo de enfrentarnos a quienes tenemos que darle certezas a la gente de que somos la mejor opción del gobierno.

    —¿Tiene miedo de que se polarice?

    —(Piensa) Creo que vamos a ser cuidadosos porque los frenteamplistas aprendimos que la mejor medida de izquierda es volver a gobernar. Y volver a gobernar sabiendo para qué. Me desvela ofrecerle a la gente un programa que traduzca sus necesidades: educación, salud, seguridad, empresas, matrices productivas, cosas concretas y tangibles para la gente. Que la gente vuelva a creer en nosotros.

    —¿Va a encabezar la lista al Senado de El Abrazo?

    —Sí.

    —¿Y a Diputados?

    —No. Somos un espacio de personas que queremos hacer cosas, cambiarle la vida a la gente. No es fácil llegar a un Senado propio siendo un sector minoritario. Pero siendo minoritarios llegamos al Secretariado y a la Mesa Política del Frente Amplio, con votantes que no son parte de las estructuras de la organización. Queremos estar en el Senado porque ahí se toman otro tipo de decisiones, y ahí hay otro respaldo de votos, otra incidencia, otra capacidad de decisión y participación. No me parece adecuado, sabiendo que mi aspiración es el Senado, asegurarme un lugar en Diputados. Me parecería que sería una falta ética, aunque corro el riesgo de quedarme sin nada.

    Información Nacional
    2023-11-30T00:06:00