Sigue un resumen de la entrevista de Markarian con Búsqueda.
—¿Realmente le sorprendió que Arim saliera a disputarle el rectorado, como declaró en El País el domingo?
—A mí me ha sorprendido que mientras el Consejo Directivo Central (CDC) lo votó vicerrector en el mes de marzo, cargo al que lo propuse yo, él declarara en Búsqueda que ese mes empezó a pensar en ser candidato. Eso me sorprendió un poco, si bien no había una condición prohibitiva. En discusiones con mis colaboradores en mayo insistí en que él no se iba a presentar, pero ahí está.
—En la entrevista con Búsqueda, Arim dijo que se propone liderar un “recambio generacional” que le permita gobernar una universidad “bastante trancada” en discusiones estratégicas. ¿Qué responde a eso?
—La expresión “recambio generacional” siempre es bien recibida. Es lo mismo que decir que haya igualdad. Todos estamos de acuerdo. Esas cosas uno las dice y no paga nada. Pero tampoco gana por decir eso. En mi equipo también hay gente muy variada en género, en juventud y hasta hay quienes han votado contra mí en las pasadas elecciones. Esa es una muestra de que la amplitud no se perora, se hace.
—¿Y en cuanto al trancazo…?
—La universidad es muy conservadora, y una razón de ese conservadurismo universitario es conceptual. El sistema de educación está hecho para mantener el funcionamiento predominante. Por esa razón, a estas instituciones les cuesta cambiar. Pero eso pasa en casi todas las universidades grandes, y más en las que están atadas a una estructura jurídica tan rígida como la nuestra. Tenemos lentitud para nombrar cargos, hacer evaluaciones... Y queremos hacer las cosas bien.
—Según Arim, la universidad discutió cambiar la Ley Orgánica, que regula desde hace 60 años su funcionamiento, pero no logró concretarla, entre otras cosas, porque cambió la relación de fuerzas internas. ¿Qué dice de eso?
—Las discusiones hay que plantearlas bien. Ahora, nadie dice nada de cómo hay que discutir la Ley Orgánica. Dicen que hay que cambiar la Ley Orgánica y ‘vamo arriba’ la Ley Orgánica. Pero discutir sobre la base de analizar el articulado, sin más, no la va a cambiar nunca. Lo que cambia es la universidad. No precisamos la reforma de la ley, precisamos la ley de la transformación, invertir los términos.
—¿Se trata de un debe de su gestión?
—No, porque yo no me propuse cambiar la ley en este período. Quien lo propuso fue (el exrector Rodrigo) Arocena, y esa discusión se trancó. Cuando apareció la propuesta de que la universidad tenía que ser dirigida por un Consejo Central de 30 miembros, nosotros dijimos que así no vamos a ningún lado, porque un organismo de 30 miembros no dirige a nadie.
—¿Y para usted es prioritario retomar esa discusión?
—Sí, yo digo categóricamente que es prioritario, porque la ley es vieja. Es prioridad estudiar en serio cuáles son las condiciones que hicieron de la ley, y a la luz de eso analizar cómo estamos hoy. Si es por tratar de que haya más democracia, voto a favor. El asunto es ver cómo se hace. No discutir el articulado: discutir la esencia. Yo pido un estudio realista de la Ley Orgánica, no un planteo de consignas.
—¿Cree que el CDC termina discutiendo demasiados puntos que quitan tiempo a los temas de fondo? ¿Hay un “trancadero burocrático”?
—El CDC, desde que yo soy rector, jamás duró más de tres horas. El último duró cuatro por la discusión del estatuto del personal docente. Si alguien considera que eso está mal, que lo diga explícitamente. Yo no digo que el CDC sea un organismo liviano, pero que sea un trancadero, tampoco. Afirmar que el CDC es un organismo rutinario no corresponde a la verdad. Hay que leer las actas. En el consejo se discuten tres o cuatro temas por sesión, no los 80 del orden del día. Y hay puntos que la ley dice que se discutan ahí. Si alguien considera que la dirección de este monstruo no merece reunirse tres o cuatro horas cada dos semanas... Otra vez, la propaganda.
—Pero ¿no debería existir una estructura institucional más liviana y menos rutinaria?
—Estoy de acuerdo. Pero ¿por qué va la prensa a las sesiones del CDC? ¡Vamos! ¿Por temas de rutina? Va porque allí se discuten las cosas fundamentales. Puedo dar fe de eso.
—Arim también dijo que en las pasadas elecciones al rectorado se generaron “alianzas inconsistentes” que comprometieron su gestión como rector, debido a que sus apoyos eran muy heterogéneos y resultaron “débiles” para encauzar los cambios de fondo.
—Yo fui electo en medio de una discusión importante. Había sectores que apoyaban a Álvaro Rico (decano de Humanidades), y otros a mí. Entonces se dijeron cosas muy agresivas sobre mi elitismo y mi presunto desconocimiento de los intereses populares de la universidad. Pero eso no fue ningún obstáculo para que yo obtuviera el apoyo de diversos sectores que votaron contra mí, y muy en particular de Rico y Arim, que claramente estaban en la otra orilla. Yo tengo experiencia de haber hecho eso. No es bla, bla lo mío. Mi interés en apoyar lo bueno de la universidad no mira a quién me apoyó.
—¿Y qué responde a la crítica de que usted consiguió los votos para llegar al rectorado, pero no para aplicar su agenda?
—Esa crítica es totalmente exagerada, porque si bien es cierto que en el caso del Hospital de Clínicas uno de los sectores que me apoyó estaba en contra de la forma de financiación (por la modalidad de participación público-privada, PPP), no conozco otro tema en lo que ello se haya manifestado explícitamente. Esa fue una discusión puntual, sobre la cual un grupo se manifestó en contra, y pudo haber tomado una posición muy radical y haber decidido que era un tema crucial. Pero es el único punto en el que hubo discrepancia. Que yo haya perdido el apoyo para aplicar mi agenda es algo totalmente sin fundamento. Dije muy claramente cuando fui electo rector y lo suscribo: “Solo me comprometo con lo que está escrito en mi plataforma”. No me comprometí con los que me votaron. Se acabó. Y lo hice. Otra vez, lo mío no es un bla, bla. Eso costó que uno de los grupos que me apoyó decidiera no acompañar una cosa muy importante como financiar las obras para mejorar el Clínicas.
—¿Cree que ese intento fallido de avanzar sobre las obras del Clínicas hipotecó su gestión?
—No, de ninguna manera. Todos los planes que teníamos planteados cuando eso se votó en el CDC siguieron adelante, y la mejor muestra es el estatuto del personal docente que se está por votar, y ojalá se vote. Así que el gran logro de este período final se alcanzó en medio de la presunta falta de apoyo. Decir que eso ha llevado a una desestructura de la gestión universitaria es una exageración muy grande. No considero que esté todo bien. Pero el gobierno universitario ha tenido mucha coherencia en este período.
—¿Y qué hará con el Clínicas si resulta reelecto?
—Hay que entrar en tratativas con el Poder Ejecutivo para ver qué formas de financiación tiene el hospital. Hay que vivir con los pies sobre la tierra. Pretender que vamos a cambiar todo discutiendo entre nosotros es vivir en otro mundo. La universidad del país es el país en serio, no es el país de la lengua de uno. Y el país hoy tiene un gobierno con dos años por delante y con una situación económica muy distinta a la de hace cinco años. El problema es que muchas de las experiencias de hospitales hechos por PPP, en virtud de que el diálogo con las empresas contratadas es muy sutil, han fracasado. Eso es así y ese punto es el que hizo que yo apoyara parar el proceso. En lo inmediato será muy difícil discutir una modificación.
—Desde la FEUU han cuestionado la independencia política de la universidad con respecto al gobierno central, y también lo compararon con el rectorado de Arocena.
—Durante mi rectorado la institución ha actuado sin ataduras de orden político e ideológico de los equipos de gobierno. La manifestación de discrepancias, esencialmente en las políticas científicas y educativas con el gobierno, como en el caso del decreto presidencial sobre la investigación de pesca y agua, son muestras de total independencia. No son discrepancias con alguien del montón, de abajo del gobierno. Esa independencia nos está costando, no digo que caro, pero nos cuesta. Afirmar que el rectorado actual fue igual al anterior respecto a estos problemas es exagerado.
—¿Y qué planes tiene para un eventual segundo mandato?
—Lo que digo con mucha seriedad y respeto es que el segundo mandato da más libertad para hacer algunas cosas.
—¿Por ejemplo?
—Tomar medidas que no sean muy populares, que toquen sectores... porque uno ya no tiene que cubrirse la espalda. Y lo digo con todas las letras. Yo soy muy llano y vengo de la nada, hablo con el lenguaje del barrio Puerto Rico, donde me crie, que era una zona de prostitutas, por La Unión. No digo que un segundo período sea para hacer barbaridades, pero sí para concretar otras cosas y dejar otro legado.
Información Nacional
2018-08-30T00:00:00
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