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    Milei puede ser una “púa envenenada” de Estados Unidos para combatir la integración regional

    “No cabe ningún tipo de dudas” de que Hamás realizó “actos terroristas” el 7 de octubre, opina el presidente de la Comisión de Relaciones Internacionales del Frente Amplio, Pablo Álvarez

    Después de ser diputado, director general del Ministerio de Educación y Cultura y coordinador general de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, a Pablo Álvarez le llegó un desafío diferente y además honorario: con una llamada, el actual presidente del Frente Amplio, Fernando Pereira, le ofreció dirigir la Comisión Internacionales de la fuerza política (Carifa). Su antecesor, el exvicecanciller Ariel Bergamino, había renunciado al cargo después de meses en los que la interna del organismo estuvo tensa y que intercambios de WhatsApp internos fueran filtrados a El Observador.

    Álvarez tiene la misión de mantener en el carril uno de los temas que causa mayor división en el Frente Amplio: las discusiones sobre el posicionamiento internacional de la coalición de izquierda.

    Lo que sigue es un resumen del diálogo de Álvarez con Búsqueda, que incluyó el funcionamiento de la comisión que preside, las guerras en Europa Oriental y en Medio Oriente y la estrategia de Uruguay en la región.

    —¿Cómo debería ser un buen funcionamiento de la Carifa?

    —Es una comisión que está definida por los estatutos, que su principal competencia es asesorar a la Mesa Política y a los órganos de dirección. Los temas internacionales para el Frente Amplio siempre fueron importantes. Creo que el Frente Amplio va a discutir temas de asuntos internacionales tenga o no tenga Carifa, así que lo mejor, al tener una comisión por estatutos, es que tenga la mejor Carifa posible, y esa es la idea para mí en esta etapa. La Carifa es una comisión asesora pero básicamente es política. Para informar toma posiciones desde un punto de vista político. Hoy la propuesta que hemos hecho a la Carifa es crear muchos grupos de trabajo permanentes que sean integrados por los sectores y las bases, pero también por otras personas que las bases y los sectores identifiquen que puedan aportar en esos grupos. Esos grupos son los que tienen que tener mayor profundidad en materia técnica.

    ¿Y estos grupos qué abordarán?

    —Lo que hemos estado discutiendo es crear grupos de trabajo permanente, por ejemplo, de encuadre geográfico, que hagan el seguimiento de Europa, de Asia, de China, de América Latina porque si no, caen los temas a la comisión y hay que resolver, pero hay que hacer un seguimiento. En esos grupos no tienen por qué estar los miembros que van a la Carifa propiamente, porque es una comisión especializada pero política, mientras que estos grupos deberían profundizar mucho más en el componente técnico más que político. Pero también son necesarios grupos que hagan seguimiento, por ejemplo, a la política exterior del país, al debate y a las instancias de integración regional. Hay que trabajar con temas de relacionamiento, porque el Frente Amplio integra al menos dos organizaciones de forma plena: el Foro de San Pablo y la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina.

    —¿Por qué cree que ha sido caótico el funcionamiento de la Carifa? 

    —En los temas internacionales muchas veces las posiciones que pueden asumir los sectores o personas pueden ser reafirmados de manera más enfática. Sin embargo, el Frente Amplio llega a acuerdos, como a los que llegó en este congreso desde posiciones que parecen distantes. Los hemos logrado en este espacio también.

    —¿Y en qué temas hay posicionamiento único del Frente Amplio?

    —Hay principios y valores que son comunes para cualquiera que integre el Frente Amplio y la Carifa. Están allí el principio de no intervención, de la autodeterminación, la solidaridad con los pueblos, la paz y los derechos humanos, el respeto al derecho internacional. Todo eso que ha aparecido en las diferentes declaraciones del Frente Amplio y sus congresos son principios a través de los cuales hay que analizar la realidad.

    —¿Le costó al Frente Amplio condenar el régimen venezolano en la elección pasada?

    —No creo que haya sido costoso electoralmente para el Frente Amplio ese tema. Puede ser la forma en que se asuma la discusión, pero no creo que haya sido costoso ni que jueguen en la definición política del electorado uruguayo.

    —¿Con Venezuela en particular o respecto a las posturas en temas del exterior?

    —No creo que el electorado, que duda en votar o no a un partido político, defina a último momento o en última instancia en función de ese posicionamiento.

    En la campaña que viene los candidatos del oficialismo van a volver a cuestionar el Frente Amplio por sus posturas sobre Venezuela, Cuba o Nicaragua. ¿Cuál debería ser la respuesta del Frente Amplio o su candidato ante esos cuestionamientos?

    —Antes hablé de los principios generales del Frente Amplio, de no injerencia en la política interna de un país, y además del principio de autodeterminación. Esos son dos elementos centrales con los que el Frente Amplio interpreta qué puede suceder en un país. Después no veo mayor problema en que el oficialismo quiera poner contra la pared al Frente Amplio con este tema. El Frente Amplio se puede expedir y si no tiene acuerdo internamente respecto a caracterizar de alguna forma un gobierno, no lo tiene.

    —¿Y el candidato podría dar su opinión personal?

    —Creo que sí. Está obligado a tener como base central el programa, como base central para analizar su gestión. Pero tampoco queda coartado a expresar lo que entienda pertinente.

    Basándose en el derecho internacional y todos los postulados a los que adhiere el Frente Amplio, ¿Venezuela es una dictadura?

    —No sé si es relevante que yo te dé una respuesta específica a eso. Lo único que sé es que el año que viene va a haber elecciones allá. Esperemos que ocurran de la mejor forma. Estados Unidos incluso le levantó sanciones a Venezuela en materia de política energética, sobre todo en materia de petróleo, en el marco de eso. Esperemos que se den las elecciones y veremos los resultados.

    Hubo dirigentes frenteamplistas que viajaron a Rusia invitados por el gobierno de Vladímir Putin. ¿Está bien que hayan ido a ver elecciones en los territorios ucranianos ocupados por Rusia como observadores?

    —Ninguno viajó en nombre del Frente Amplio o de la Carifa. Hoy pasa que hay organizaciones dentro del Frente Amplio que tienen su propia política en materia de relaciones internacionales. Muchos no precisan de la Carifa para llevar adelante su actividad, aunque la Carifa sí los precisa. Pero una cosa es que viajen a nombre personal integrando al Frente Amplio, o que viajen en nombre de su organización, y otra cosa es que viajen a nombre de la Carifa. La Carifa no puede hacerse responsable. Algo que hemos discutido ahora es que la Carifa va a ser explícita en cuanto a si alguien viaja a nombre de la Carifa y por lo tanto del Frente Amplio, o cuando alguien no viaja a nombre de la Carifa. Pero no podemos evitar que un frenteamplista viaje por su cuenta.

    —La guerra entre Rusia y Ucrania ha generado mucho debate interno en el Frente Amplio. ¿Qué posición tiene?

    —Con respecto a los valores del Frente Amplio, entiendo que la paz debería ser el mecanismo por el cual se resuelvan los conflictos a nivel internacional. Acá hubo una acción por parte de Rusia y que responde a una interpretación de cuál era la situación, sobre todo el avance en materia de OTAN. No estoy arriba de un tablero de ajedrez para ver si eso estaba bien o mal. Estoy en contra de la invasión de un país a otro país para resolver problemas. Será naif, ingenuo, el mundo funcionará de otra manera, pero para los intereses de mi país entiendo que ese no es el mejor mecanismo para resolver cualquier diferendo.

    —¿Y eso se extrapola a Israel en la Franja de Gaza?

    —Totalmente. El Frente Amplio lo ha expresado así. Se ha condenado el acto terrorista de Hamás, el del 7 de octubre, pero también se entiende que ese conflicto no empezó el 7 de octubre, y que a partir del 7 de octubre conocimos una de las peores etapas de este conflicto en materia de violencia, asesinatos, secuestros. Hoy, como Frente Amplio, estamos solicitando un alto el fuego inmediato, devolución o liberación de rehenes sin ningún tipo de juicio y la inmediata ayuda humanitaria. En dos meses hay casi 20.000 muertos en Palestina, la mayoría son niños y mujeres. Es una crisis brutal que ojalá se detenga pronto.

    —En este tema parece haber más unidad que con el conflicto Rusia-Ucrania…

    —Creo que fuimos construyendo la unidad. Quizás la interpretación de lo que había pasado el 7 de octubre podía generar dificultades. Pero a la luz de que el conflicto siguió y escaló, me parece que el acuerdo sobre lo que está pasando es mayor. Alguien podrá tener más o menos énfasis. Luego creo que hay una discusión global que es importante sobre organización terrorista y actos terroristas. Estados Unidos impulsa una lista de países promotores del terrorismo, de la cual entendemos que la integración de Cuba ahí no es correcta. Son interpretaciones políticas de los hechos.

    —¿Y Hamás es una organización terrorista?

    —Yo defino que lo que ocurrió el 7 de octubre es un acto terrorista. No me cabe ningún tipo de dudas. La definición de Hamás… son definiciones que se toman, si sus iniciativas son todas similares, uno tiende a creer que puede ir en ese sentido. En su momento, Hamás fue utilizada para dividir al propio colectivo palestino. Le pasó a Estados Unidos con los talibanes una cosa semejante. ¿Entonces, cuándo pasa a ser y cuándo no una organización de carácter terrorista? Siempre termina siendo en función del que tiene capacidad de señalar a nivel mundial. Lo que sucedió el 7 de octubre no me cabe ningún tipo de duda de lo que fue.

    En su cuenta de X escribió que el nuevo presidente de Argentina, Javier Milei, iba a ser una “púa envenenada” para la integración regional. ¿Por qué interpreta eso?

    —América Latina viene intentando procesar espacios de integración desde hace como 200 años. Estoy convencido de que la integración regional es una necesidad del presente y del futuro, y no se explica por causas históricas. Lo que define hoy es el escenario geopolítico mundial. Además, somos la región menos integrada del mundo con respecto a los niveles de institucionalidad de la integración. La integración de América Latina no debe responder a la simpatía de los gobiernos sino a la necesidad del continente. Una mirada de Milei que dice que prefiere una Argentina sola en el mundo, que acusa a los gobernantes de la región de cualquier tipo de cosa puede ser una púa envenenada para la región. Pero me parece que la realidad después también ubica a cualquiera que se quiera alejar demasiado.

    —Él fue claro con sus prioridades viajando primero a Estados Unidos e Israel. ¿En el fondo la púa envenenada son los Estados Unidos?

    —Total. Estados Unidos tiene una mirada con respecto a la integración de América Latina que cuanto menos integrado esté, mejor. Y para mí eso es negativo. No es una acusación. Son definiciones de sus políticas históricas. Desde la doctrina Monroe para acá, con las diferentes valoraciones y modificaciones que se ha hecho. Estados Unidos tiene interés en que América Latina no avance de forma potente en su integración.

    El presidente suele decir que en política exterior “no hay amigos ni enemigos, sino intereses”. ¿Comparte esa afirmación?

    —Eso es una frase vieja de la política internacional. Me animo a decir que hay amigos y hay intereses. El Frente Amplio tiene una mirada antiimperialista, de integración regional y de solidaridad con los pueblos. Ahí hay una definición de amigos.

    —¿Eso no implica enemigos?

    —No necesariamente. Pero sí hay actores que pueden estar interesados en que esos amigos no se junten. No hay que verlos en la posición de enemigos porque ahí estaríamos en otra clave. No es lo mismo tildar de enemigo a un país. No estoy hablando en ese sentido, Uruguay tiene amigos y tiene intereses. A veces esos objetivos van de la mano.

    —¿Y quiénes son amigos de Uruguay?

    —Creo que la región es un amigo de Uruguay. Uruguay debe considerar que forma parte de esta región y por lo tanto tiene sus amigos allí. Te podés llevar mal o bien, sus intereses de momento podrán coincidir o no, pero no vería la región como una en la cual no haya una mirada de amistad. ¿Si no, qué integración es posible? Esa es la lectura.

    —¿Ve posible que Uruguay pueda permanecer en el Mercosur y a la vez negociar un acuerdo comercial con China?

    —Lo está haciendo de alguna forma, lo ha hecho con otros temas y lo seguirá haciendo. El Mercosur para Uruguay es estratégico y es central. China hoy para Uruguay es fundamental, es su principal socio comercial.

    —¿Entonces el acuerdo con China debería ser una política de Estado?

    —Viene siendo una política de larga data acordar las mejores condiciones para el comercio y la inserción internacional de Uruguay. Debería ser una política de Estado. No creo que Uruguay salga y deba salir del Mercosur. Pero también es cierto que la realidad es la realidad y cuando uno no puede modificarla tiene que encontrar los mecanismos para poder acercar los papeles a la realidad. Luego los acuerdos hay que leerlos, lo que importa es lo que dicen. Para un país pequeño como el nuestro, con una economía fundamentalmente exportadora de bienes primarios, muchos de estos acuerdos pueden perjudicar el desarrollo de áreas estratégicas para el país, por ejemplo, de áreas que el Uruguay o el Frente Amplio quisiera reforzar en materia de soberanía o de acceso a las tecnologías. Por eso hay que analizar los tratados capítulo a capítulo, uno a uno.