Dicen que es el hombre con mayor suerte del planeta. En agosto de este año, Mohammad Abdul Bashir Khadar, de 62 años, viajaba en un avión hacia Dubai. En determinado momento, el avión se incendió y debió realizar un aterrizaje de emergencia. Todos los pasajeros sobrevivieron. Tras vivir horas de angustia en la pista, con los coches de bombero y las ambulancias a su alrededor, los pasajeros salieron del aparato sanos y salvos, dispuestos a largarse lo más pronto posible del aeropuerto. Pero Mohammad tuvo una corazonada y se detuvo un instante: en el mismo aeropuerto compró un billete de lotería. Y ganó un millón de dólares. El tipo tentó a la suerte o redobló la apuesta y le fue bien, pero cometió un error: salió en los diarios y en los portales sonriendo, más que sonriendo, con una cara de tonta felicidad. No avives giles ni juegues con el destino, Mohammad. Ahora te vigilan de todos lados: los acreedores; los familiares pobres; los vendedores de alfombras y otras chucherías, que no te los vas a sacar más de encima; los ladrones, que están averiguando tu dirección; algún pasajero de los que salieron ilesos, que te la puede dar de puro envidioso y la Parca, que con sus manos huesudas está mirando tu foto, Mohammad, en la que sonreís para la cámara como si fueses invencible.