PISA, Bielsa y el Barcelona

—Pero según PISA, desde que empezó a hacer mediciones en el 2000 al 2020, en promedio los países evaluados no mejoraron en aprendizajes. Es más, bajaron un poquito, y Uruguay es parte de los estables.

—¿Quiere decir que Uruguay universalizó el sistema sin bajar el nivel?

—Sí, la conclusión es esa: Uruguay incorporó más población al sistema y mantuvo los aprendizajes. Pero hay intereses en mostrar la debacle. Hay gente que se queda con el discurso de que nos va mal en PISA y en los rankings, porque me da la impresión de que cierra con sus prejuicios. Es un problema de un sistema que fue exitoso pero selectivo y que naturalizó la selección. Hemos avanzado mucho y ya es más difícil argumentar un discurso selectivo.

—¿Usted dice que Uruguay está mejor de lo que muestran sus indicadores?

—A Uruguay le va en sus indicadores en PISA como le tiene que ir. Y sí, hay distancia frente a los países desarrollados, como hay distancia en mortalidad infantil, en PBI, en patentes generadas. Pero hacemos la simulación de que hay una competencia y creemos que es fútbol, que se homogeneizan las reglas para jugar los 90 minutos. Y en esa comparación claro que estamos lejos.

—¿No debería compararse con esos países?

—Sí, uno tiene que querer ser el Barcelona, pero es como dijo Marcelo Bielsa (entrenador de la selección uruguaya de fútbol): “Los mejores jugadores de Uruguay van a los mejores países del mundo; los otros van a América Latina y así”. Cuando uno mira cuánto invierten los países que tienen grandes desempeños en educación, claro… PISA es una buena referencia que tensiona al sistema educativo hacia la mejora. No es una buena referencia en el sentido de: “Ah, estamos horrible porque no estamos llegando a los niveles de ciertos países”. Si uno sale de esa lógica, ve una mejora sistemática, que en educación son todas acumulaciones de administraciones anteriores.