“Hoy que la situación cambió y los precios se ajustaron a la baja, los productores tienen mayor avidez por conocer dónde están las zonas en las que hay un mejor resultado del negocio y separar aquellas en las que no existe renta”, comentó.
En la distribución del territorio uruguayo los suelos de mayor aptitud agrícola están ubicados como en un tablero de ajedrez, y por eso la precisión y el conocimiento de cada porción de un campo puede ser decisivo a la hora de pasar raya a la cosecha.
Al respecto, Ernst señaló que “en Uruguay hay suelos con capacidad de uso agrícola muy buenos, como para poder seguir haciendo agricultura en más de un millón de hectáreas, pero esos campos no están todos juntos, sino que están dispersos en el paisaje”.
“Entonces lo que se debe hacer es identificar esas zonas e implementar sistemas agrícolas, y en las que tienen limitantes buscar variantes y el manejo apropiado”, consideró.
Enfatizó que “no existe una zona que permita hacer agricultura sin respetar la variabilidad en la capacidad del uso del suelo”.
Durante su presentación, ese técnico mostró resultados de las investigaciones realizadas en diferentes suelos, separados por ambientes, y con el tratamiento de distintos tipos de fertilizantes.
La tarea consiste en “identificar las zonas con capacidad de uso agrícola que tienen potenciales de rendimientos diferentes cada una de ellas, lo que es fundamental para diseñar sistemas de rotación y estrategias de manejo de cultivos”, explicó Ernst, que trabaja en la estación experimental Mario Cassinoni de Agronomía, en Paysandú.
Dijo que con la agricultura por ambientes “se puede inferir la capacidad de uso de suelos”, y el punto es que una vez identificadas esas zonas los agricultores y técnicos “actúen acorde a esa capacidad de explotación, principalmente respetando las limitantes estructurales que están definidas por las características del suelo y que no son fácilmente solucionables”.
En el proceso de crecimiento de la agricultura de los últimos 15 años, “en muchos casos la expansión no respetó la capacidad de uso del suelo”.
Algunas medidas de manejo de las chacras “ya se tomaron a partir de la regulación impuesta por el plan de uso y manejo del suelo” del Ministerio de Ganadería (MGAP), “que está focalizado en el riesgo de erosión, y hay otras que se adoptarán ahora”, acotó. Y consideró que “siempre se está a tiempo de tomar definiciones”.
Indicó que “algunas zonas o chacras dentro de una región agrícola histórica, como es la del litoral oeste de Uruguay, entraron a un esquema agrícola muy intenso, que generó una serie de problemas que hoy limitan la producción o requieren altos costos para hacerlo productivo”. Esas “son las zonas que están comprometidas para seguir dentro de ese esquema”, planteó.
Mirada analítica
Una de las firmas pioneras en la adopción del sistema de agricultura por ambientes en Uruguay es ADP. Y en momentos en que el precio de los granos registró una caída, esa firma plantea incrementar los kilos en las próximas cosechas y para eso resulta clave tener un manejo adecuado a las características de cada zona del predio.
“Hay que enfocarse en producir mejor”, porque “cuando la soja valía U$S 500 los agricultores plantaban en campos marginales y no tan buenos, y eso hay que corregirlo”, señaló a Campo el gerente general de ADP, José Santos.
Consideró necesario “tener una mirada más analítica y decidir la siembra en los mejores ambientes de los campos o tratar de realizar adecuaciones en los ambientes menos favorables, para producir y mejorar los rindes”.
Dolores es una de las zonas agrícolas en las que esa firma registró los mayores rendimientos de productividad en kilos por hectárea. Este año fue de 4.400 kilos, aunque ese máximo registro es inferior al previsto en enero, cuando hubo varias lluvias y los productores esperaban cosechar unos 5.000 kilos, contó Santos.
Dijo que “lo fundamental para alcanzar ese volumen es el tipo de suelo y la agricultura por ambientes, que permite elegir los mejores espacios dentro de un campo, además de la fertilización variable del suelo y la genética de las semillas,” entre otros factores.
La empresa arma un historial con los resultados obtenidos en los diferentes ambientes del campo y a lo largo de las zafras, lo que genera mucha información para luego adoptar las decisiones correspondientes.
ADP, que está comprendida por capitales uruguayos y argentinos, arrienda el 100% del área en producción, que son unas 38.000 hectáreas.
Respecto a la posibilidad de lograr un aumento en los rendimientos de los cultivos, Santos resaltó que la tendencia del promedio de rendimiento de soja en los últimos años indica un aumento en Uruguay. “Igualmente está por debajo de los otros países productores de la región”, reconoció.
No hay crisis
Pese a la caída de los valores de los granos en el mercado de Chicago, que en el caso de la soja bajó de U$S 500 la tonelada a U$S 350 en un año, y a la pérdida de kilos en la última cosecha de verano por el déficit de lluvias, el gerente general de ADP consideró que el sector agrícola local tendrá “un par de años complejos, pero no hay una crisis”. “Es un cambio de ciclo, que hace necesario repensar y revisar lo que se venía haciendo”, opinó.
Dijo que esa situación “no es de una zafra sola, (porque) los fundamentos que inciden en los precios de los granos muestran que esto vino para quedarse unos años, y cualquier cambio alcista debería ser algo extraordinario”.
En ese contexto “habrá una retracción de la agricultura”, vaticinó y planteó la necesidad de tener “cuidado con los costos de producción”.
Para ese ejecutivo, “el agua es fundamental pero no todo pasa porque llueva o deje de llover, hay que aplicar fertilizantes, tecnología”, entre otras medidas.
Valoró que “hay ajustes en las rentas de los campos, alguna rebaja en el costo de las labores agrícolas, y en el caso de los insumos es un poco más complicado, aunque todavía hay espacio para achicar los costos internos”.
Más allá de eso, Santos enfatizó que “la agricultura en Uruguay sigue siendo rentable, pero readecuando los costos”.