Cuatro productos del agro (soja, carne bovina, arroz y lácteos) sumaron casi U$S 4.000 millones en exportaciones hasta noviembre de este año y lideraron el ranking de rubros vendidos al exterior. Esas actividades, además, implican la ocupación de miles de trabajadores y tienen un efecto multiplicador en el comercio, los servicios y el transporte.
La creciente demanda de alimentos en los años recientes a nivel internacional impulsó las diferentes actividades productivas en el campo uruguayo, pero eso generó una fuerte presión sobre los recursos naturales. Como las perspectivas indican que esa situación tiende a mantenerse en los próximos años, algunos investigadores advierten sobre la necesidad de analizar en profundidad ese tema para adoptar medidas adecuadas a la situación.
Es el caso del director del Departamento de Sistemas Ambientales de la Facultad de Agronomía, Valentín Picasso, quien realizó una exposición sobre “Agronegocios y gestión de los recursos naturales” a fines de noviembre, en la Universidad ORT Uruguay.
Para tener una idea de la dimensión de este asunto, el académico destacó que el riego demanda más del 80%, mientras que el consumo humano abarca el 10% y el resto se reparte entre industria y otros usos, según datos de la Dinama.
Picasso insistió en mantener un equilibrio en el análisis del tema. “No solucionamos nada con ser fundamentalistas. Ni del ambientalismo extremo, ni del productivismo extremo”, dijo.
Considerando que hasta ahora no se exigía un plan de uso y manejo de suelos, basado en una pérdida tolerable de suelo, es probable que la producción de granos de años anteriores haya generado mayor pérdida de terreno que la calculada. Más allá de eso, “el mensaje principal es que se puede hacer ese cálculo y luego de darle un valor a ese suelo, tratar de ponerle cifras económicas”, enfatizó.
El agro tiene una “altísima importancia” en la economía uruguaya, específicamente en las exportaciones y en los efectos multiplicadores, como puede ser en los sectores de servicios y transporte, indicó.
Esa actividad, agregó, tuvo “drásticos cambios” en la forma de producir mediante sistemas intensivos aplicados en los cultivos y la pecuaria. Al mismo tiempo, Picasso resaltó la “mayor presión” que eso significó para los recursos naturales, generando erosión de suelos, en la calidad del agua y en la pérdida de biodiversidad y de campo natural.
Mencionó también el aumento en el uso de productos fitosanitarios (agroquímicos) en la medida que la agricultura registró una expansión en diversos puntos del territorio uruguayo.
“Hay regulaciones y políticas públicas en curso, pero el asunto es ver la capacidad de control”, dijo. A su parecer existen “pocos controles” en estos temas.
“Es un tema que no tiene solución si no se trabaja en forma coordinada e informada entre los tomadores de decisiones, la academia y la sociedad civil”, opinó.
Ordenamiento territorial
Un primer avance en el ordenamiento de las actividades del agro en el territorio uruguayo quedó definido en un reciente decreto del Poder Ejecutivo, fechado el 4 de noviembre, que establece las estrategias y criterios para su implementación en la región Este del país, que comprende los departamentos de Cerro Largo, Treinta y Tres, Maldonado, Lavalleja y Rocha.
Esa norma considera “establecer áreas de uso preferente, no excluyente, para la localización ordenada de acuerdo a sus capacidades, aptitudes y riesgos, recurriendo a políticas de aliento, incentivos, restricciones y, si fuera necesario, limitando ciertas actividades”. Eso “en el marco del desarrollo sostenible y con aplicación de instrumentos que dispongan las políticas públicas nacionales y departamentales”.
Dispone, además, “estimular y proteger la producción familiar en sus diferentes realidades socioproductivas, dignificando especialmente la forma de vida en las áreas destinadas a la producción agropecuaria”.
Otro de los objetivos previstos es “promover la conservación de los suelos y el agua previniendo la erosión, la desertificación y la contaminación, a partir del ordenamiento de las diferentes actividades productivas, considerando la vulnerabilidad de los ecosistemas de la región” de implicancia.
En el decreto figura la definición de criterios para “la convivencia de los agricultores” mediante la “coexistencia regulada de cultivos transgénicos, convencionales y orgánicos”.
La normativa en cuestión abarca en uno de sus artículos la forestación. Esa actividad a nivel industrial “será promovida solamente en las áreas de prioridad forestal en el marco de la ley 15.939 de 1987”, que creó las bases de la política sectorial, “así como el agregado de valor a la madera extraída”.
Con el argumento de “atender el interés general” establecerá criterios para “la localización ordenada de la forestación, para así preservar el ciclo hidrológico, la valorización del paisaje y, en su caso, la consideración de la producción familiar”.
El decreto señala la necesidad de “promover la concentración en el territorio de las áreas de nueva incorporación a la forestación, o a reforestar con el criterio de un uso más racional de la infraestructura vial para el transporte de esa producción”.
Para el cumplimiento de estos objetivos prevé la creación de un ámbito interinstitucional de coordinación y seguimiento que evalúe y actualice las estrategias regionales de ordenamiento territorial y desarrollo sostenible de la región Este del país.
¿De dónde comés?
“El uruguayo es muy citadino, en las ciudades del interior también. Tienen muy poco conocimiento del agro y muchas veces ven a uno con una camioneta cuatro por cuatro y les parece que es un enemigo de la ciudad”, comentó la titular de la Dirección de Recursos Naturales Renovables (Renare), Mariana Hill, en la jornada sobre “Agronegocios y gestión de los recursos naturales”, realizada en la Universidad ORT Uruguay.
A partir de algunas consultas del público sobre el tema, esa jerarca contó una anécdota que había vivido hacía pocos días y que ilustraba la visión que tienen los ciudadanos sobre el agro.
“Hace poco estuve en Mercedes en una reunión en un ámbito no precisamente agropecuario y un joven de ese lugar me dijo: ‘todos sabemos en este país que el sector agropecuario es el foco de todos nuestros problemas’. Entonces me di vuelta y le dije: ‘¿pero vos de dónde comés?’”, relató,
Hill añadió que “parece mentira pero Uruguay ve al sector agropecuario como un factor de contaminación, que es enemigo, y eso a veces dificulta las cosas”.
“Hay productores buenos y malos”, precisó.