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Un par de coincidencias sobrevolaron de la mesa redonda organizada el lunes 14 por UCU Business School bajo el título Fiscalidad internacional: desafíos y oportunidades para Uruguay. Por un lado, que el país no puede escaparles a los cambios en materia de tributación que están impulsando los países avanzados y entidades como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Por otro, que el conflicto bélico que estalló en febrero en Europa del Este puede incidir sobre ese proceso, por lo pronto, introduciendo “incertidumbre”.
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En la charla participaron la directora de la Asesoría Tributaria del Ministerio de Economía y Finanzas, Pía Biestro, la experta en impuestos de Pedidos Ya Daniela Lavin, la especialista en precios de transferencia de Tenaris Global Services Mónica Ríos, el catedrático de Derecho Tributario y Financiero de la Universidad de Valencia Alfredo García Prats, además del decano de la entidad organizadora, Marcos Soto.
La conversación giró en torno a los cambios en la fiscalidad internacional promovidos por las economías avanzadas, que necesitan financiar los cuantiosos déficits en sus cuentas públicas generados por la crisis del Covid. Con la mira puestas sobre grandes corporaciones de la economía digital como Google, Facebook y Amazon, una de las medidas apunta a localizar la fuente de la renta en el lugar donde se consumen los servicios y ya no en función de su presencia física. Asimismo, se acordó adoptar, a partir del 2023, un impuesto mínimo global a las multinacionales que facturen unos 750 millones de euros al año.
Paralelamente, Uruguay debe hacer otras adaptaciones a su fiscalidad luego de que en 2021 la Unión Europea le hizo algunas observaciones relacionadas con las rentas pasivas obtenidas en el exterior.
Biestro repasó el plan delineado para implementar esas adecuaciones, pero partiendo de la base de que el país se mantendrá apegado al criterio de “territorialidad” desde el punto de vista fiscal, como una “decisión política” que en los últimos 50 años “se ha defendido a ultranza” por ser un “importador” de capitales. La “solución” que se adopte “tiene que estar en consonancia” con los dos pilares de la nueva tributación internacional, recalcó. Después de completar un diagnóstico y de tener el feedback de “todos los involucrados”, a mediados de este año el gobierno hará una propuesta de “diseño normativo porque el compromiso es que rija desde el 2023”, dijo.
Para la directora de la Asesoría Tributaria, Uruguay tiene el “enorme desafío” de no solo dar cumplimiento a “esto que se viene”, sino también de “reforzar algunas cuestiones atractivas” para la inversión extranjera directa. En esa línea, opinó que existe la “oportunidad” de “hacer otro tipo de reforma”, en materia de infraestructura, logística o en “procesos plásticos” para ofrecer un “plus” a los inversores y “no solamente determinados incentivos tributarios”.
Guerra y plazos
De todos modos, para Biestro, la “pregunta es cómo va a jugar este contexto internacional nuevo” dado por la guerra surgida por la invasión rusa a Ucrania. “Si ya tenía dudas de que se iban a cumplir los plazos previstos por la OCDE, esto me genera más incertidumbre”, afirmó.
García, que aportó la visión del tema desde afuera, coincidió con la jerarca ministerial tanto respecto de la “capacidad limitada de negociación de muchas jurisdicciones” como acerca de la “incertidumbre” del momento, que “es lógica y puede retrasar los plazos de la puesta en práctica de los compromisos políticos”.
Para el español, Uruguay se encuentra en una “situación optima” para “aprovechar esta oportunidad” que le plantea esta reforma fiscal, en el entendido de que la competitividad de los Estados “probablemente va a desplazarse desde los incentivos fiscales hacia otro tipo de dinámicas”. García opinó que factores como la estabilidad política y jurídica jugarán un “papel muy importante en determinadas áreas para posicionarse en este nuevo mercado”.
Lavin, a su turno, habló de “expectativa” y de un estado de “incertidumbre” que causa incomodidad a las empresas. También Ríos se refirió a un panorama de “muchísima incertidumbre” y “complejidad” en torno a “lo que se viene. ¿Realmente va a estar en el 2023? Particularmente la situación de la guerra le da más incertidumbre (…) porque hay que ver cómo quedan parados los mercados”, añadió.