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Prevalece el “curanderismo” en la gestión de las entidades públicas, dice un expresidente del Banco República
Julio Porteiro aboga por terminar con las designaciones en cargos de dirección basadas en “cuota política, militancia partidaria, nepotismo, amiguismo o fracaso” electoral
Julio Porteiro en la casa matriz del BROU, cuando ocupaba la presidencia del banco. Foto: Santiago Mazzarovich / adhocFOTOS
—Presidente, ¿tiene alguna idea sobre la orientación general del banco que me quiera proponer? —le preguntó a José Mujica el contador Julio César Porteiro minutos antes del acto en el que, el 21 de abril de 2014, sería investido como titular del Banco República (BROU).
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—¿Tás mamao? Aquí el que sabe de bancos sos vo. Ya me lo demostraste con el (Nuevo Banco) Comercial. Lo único que te puedo ofrecer es que, si te joden con la política, me llames. Te lo arreglo enseguida —le contestó Mujica en ese diálogo mantenido en el despacho de la Presidencia del banco estatal. Y le entregó el número de su teléfono celular personal, según relata Porteiro en su libro Alforja con mis recuerdos, que acaba de publicar la editorial Letrame.
Antes de llegar al BROU Porteiro había presidido el Nuevo Banco Comercial, una entidad nacida en 2003 para rescatar activos y trabajadores de tres instituciones financieras fundidas durante la crisis del año previo y que luego fue vendida al fondo de inversión Advent y otros socios.
Como presidente del República, Porteiro sucedió a Fernando Calloia cuando este renunció a raíz del aval otorgado en beneficio de un interesado en comprar los aviones de Pluna. Se manejaron otros nombres para el cargo, en medio de negociaciones entre Mujica y el vicepresidente de la República de la época, Danilo Astori. En su libro, Porteiro cuenta que, “a posteriori”, Astori —compañero de generación de la Facultad de Ciencias Económicas y amigo personal que lo había postulado para conducir el BROU— le “confío” que su nombre fue “el puente que permitió la unión entre las dos orillas”, aludiendo al Movimiento de Participación Popular liderado por Mujica y al astorismo.
Porteiro desarrolla en su libro un racconto de su actuación al frente del BROU y las distintas transformaciones en la gestión que propició dentro de la institución. También dedica un capítulo a la gestión en el Estado, bajo el título Recuperar las instituciones públicas (advenimiento de la dirección profesional), en línea con una constatación que hizo entrevistado por Búsqueda poco antes de dejar su cargo, en 2016: “‘¡Oh, tenemos un problema de gestión!’. Lo he oído hasta el cansancio. No alcanza con esa exclamación; hay que hacer todo lo necesario. No es un problema de gestión (en los entes), son muchos los problemas que tenemos. Y la manera de remediarlo supone gestionar profesionalmente”.
Según escribe en su libro el profesional, que realizó la mayor parte de su carrera como consultor en proyectos de inversión, “es una necesidad acuciante ubicar en el camino correcto a las entidades públicas que, tal como están, se apartan gravemente del logro de sus fines. Para regenerarlas hay que iniciar de inmediato una gran tarea”. Como inicio, postula la “profesionalización de la dirección de las instituciones públicas” como parte de una “enorme recomposición administrativa”.
Respecto de la función de dirección en el sector público, Porteiro reflexiona: “Nuestro estamento político parece no reconocer el carácter científico de la administración” como disciplina y “quizás por ello los líderes partidarios concluyen, equivocadamente, que no hace falta tener educación terciaria en dirección, pues cualquiera puede conducir los destinos de una institución. El resultado de ese estado de cosas es la prevalencia del curanderismo en la gestión de las organizaciones públicas, debido a la falsa creencia de que el director de organizaciones no se hace, sino que, por azar, nace”. Opina que tal situación tuvo al menos dos “consecuencias funestas”: “Banalizar el concepto de dirección de las instituciones públicas” y proveer los cargos de conducción “considerando innecesario que sus ocupantes cuenten con estudio, experiencia y habilidad específica para gestionar”.
“Amiguismo” y “fracaso”.
Según el expresidente del BROU, “la realidad es que si las empresas públicas aspiran a mejorar la gestión, sin demora deben profesionalizar su gobernanza, comenzando por el nivel superior de dirección”.
A propósito de las designaciones en los cargos más altos, cita las exigencias establecidas en el artículo 187 de la Constitución referidas a “condiciones personales, funcionales y técnicas”. Para Porteiro, no de ahora, las “mejores prácticas profesionales descartan los hábitos de uso tradicional” en Uruguay que, “además de carecer de rigor técnico, violan la norma constitucional”.
Aboga por “abandonar el uso de criterios de designación basados en el reparto por cuota política, militancia partidaria, nepotismo, amiguismo o fracaso del designado en algún intento previo por acceder a cargos elegibles”.
Señala, además, que la Constitución “no estipula que los líderes partidarios discutan y negocien entre ellos la cantidad de cargos que cada fracción política habrá de designar, dentro de qué niveles jerárquicos y en cuál repartición pública. En ese juego, finalmente llegan a arreglos como culminación de un proceso opaco que violenta la Carta Magna. Del otro lado, una ciudadanía inerte y desinformada observa con dolor, disgusto y resignación el triste espectáculo cuyo reestreno se cumple, como mínimo, en forma quinquenal”.
Porteiro entiende que el actual es un tiempo “propicio para iniciar un proceso de insurgencia de la administración en el sector público”. Visualiza un momento oportuno debido, también, a ciertos “eventos” de años recientes, como el compromiso firmado por los líderes de los partidos de la coalición multicolor que incluyó ocho acciones concretas orientadas a mejorar la gestión de las empresas públicas o las referencias al tema incorporadas en la Ley de Urgente Consideración de 2020.
Como síntesis final del capítulo, el exjerarca y exdocente universitario en Formulación, Evaluación y Gestión de Proyectos de Inversión asegura que las entidades estatales “deben transformarse de raíz”. Propone diseñar una “estrategia maestra” y fijar etapas para su ejecución, con perspectiva de largo plazo pero buscando, al mismo tiempo, “logros inmediatos”. Añade: “A menos que comience a actuar de inmediato la unidad ejecutora del proyecto de profesionalizar la gestión en las empresas públicas”, solo habrá “promesas políticas y esperanzas ciudadanas, pero no planes implementándose”.