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    Productividad “aparente”: hubo más actividad económica con menos trabajadores en casi todos los sectores el año pasado

    Aunque con menos mano de obra ocupada —que se reflejó en un mayor desempleo—, la actividad económica creció en 2018. Fue otro año con aumento de la productividad “aparente”.

    Se trata de un concepto controversial, ya que si bien puede entenderse como una mayor eficiencia de los trabajadores, también está relacionado con mayores niveles de inversión o cambios en los procesos productivos. Consultado por Búsqueda, el asesor económico de la Cámara de Industrias (CIU) Sebastián Pérez opinó que se trata de un indicador “muy parcial, porque en realidad la productividad tiene mucho que ver con el factor capital y otras cosas más difíciles de captar”.

    La mejora de la productividad “aparente” —calculada por Búsqueda con datos del Banco Central y el Instituto Nacional de Estadística (INE)— fue de 3,3% respecto al 2017. Dicha estimación combina la evolución del índice de volumen físico de producción (el Producto Bruto Interno), la tasa de empleo y el promedio de horas trabajadas.

    En Uruguay, la discusión sobre cómo medir la productividad y la intención de incorporarla como una variable más en la negociación colectiva tuvo avances muy limitados. Ahora vuelve a estar sobre la mesa la idea de algunos precandidatos y sectores empresariales de tomarlo en cuenta de alguna forma. Por ejemplo, el postulante blanco Jorge Larrañaga dijo el 27 de mayo, en el marco de una presentación de propuestas por parte de la Confederación de Cámaras Empresariales, que está de acuerdo con los Consejos de Salarios, pero “hay que introducirle elementos como la productividad”. Por su lado, el PIT-CNT ha tenido una posición contraria a introducir la productividad como un elemento en la negociación alegando, entre otras cosas, que falta información para poder hacerlo.

    Evolución

    Con datos del INE y el BCU Búsqueda analizó la productividad aparente desde 2006 hasta 2018 para los distintos sectores de actividad. El indicador, calculado para el conjunto de la economía, mejoró cada año —respecto al anterior— y acumuló una suba de 63,5% en todo ese período. El menor incremento se dio en 2009 (1,6%), cuando Uruguay sintió los coletazos de la crisis económica mundial que se había originado en Estados Unidos en 2007-2008. Como rebote, en el 2010 se registró el mayor aumento del indicador (7,7%).

    Dentro del actual período de gobierno, la suba más modesta se dio, precisamente, en 2018; en el 2017 la productividad aparente había subido 4,8%, mientras que los dos años previos lo hizo algo menos de 4%.

    Sectores. Al analizar la evolución en los distintos sectores de actividad el año pasado, se observa que solo las “Otras” actividades redujeron su productividad (–0,3%). A su vez, los sectores primarios fueron los que tuvieron el mayor aumento (8,3%) gracias a un crecimiento del volumen físico generado utilizando para ello menos mano de obra. El transporte, almacenamiento y comunicaciones, junto con la industria manufacturera, mejoraron entre 6% y 7%, la construcción y el comercio estuvieron con aumentos por debajo de 2%.

    En un análisis de largo plazo, si bien todos los sectores aumentaron su productividad aparente entre 2006 y 2018, las magnitudes fueron dispares. El sector de transporte, almacenamiento y comunicaciones fue donde más creció (189%).

    Algunas actividades ocupan cantidades relativamente pequeñas de los empleados totales. Por eso, a los efectos del análisis, es conveniente agruparlos con otros para lograr una mejor aproximación a su productividad aparente. Es el caso del sector de electricidad, gas y agua, que sumado a la industria manufacturera mostró un incremento de 70% entre 2006 y 2018. El comercio, reparaciones, restaurantes y hoteles registró un aumento similar.

    La agropecuaria y las demás actividades primarias mejoró 49% su productividad, mientras que en los rubros que en las Cuentas Nacionales se agrupan dentro de “Otros” la suba fue de 44%.

    El peor desempeño se dio en la construcción; la productividad aparente bajó en casi todos los años, pero eso fue más que compensado por la suba en otros. Así, en 2018 se ubicó 8% por encima del 2006.

    Salarios y productividad

    Una de las mayores dificultades para incorporar la productividad a la negociación en los Consejos de Salarios son las discrepancias en torno a cómo medirla.

    Desde la CIU, Pérez comentó que el aumento de productividad que se observó en 2018, por ejemplo, tiene “mucho más que ver con la incorporación de maquinaria que con la productividad laboral”.

    En ese sentido, dicha cámara empresarial realiza una estimación de la Productividad Total de los Factores (PTF). El último cálculo informado para 2017 mostró un aumento de 3%; sin embargo, comparado con 20 años atrás bajó 14%. La CIU explicó que la PTF se reduce, ya que “hay una sobrecapacidad de maquinaria que no está generando la cantidad de producción que debería, y eso es justamente pérdida de productividad”.

    Si bien en un documento del año pasado el PIT-CNT utilizó la misma forma de cálculo que empleó Búsqueda para compararla con el comportamiento de los salarios, señaló que la productividad “no depende exclusivamente del trabajo, ya que existe un número importante de otros aspectos que afectan su evolución”.

    Desde la central obrera comparten que no es posible hablar de aumento de sueldos sin contemplar estos elementos, pero enfatizan que “no toda evolución salarial se puede explicar a partir de la productividad”. Esto, sostienen, llevaría a convalidar el actual peso de la masa salarial.

    En algunas empresas y también en ciertas áreas del sector público se aplican sistemas de remuneraciones asociadas al desempeño del trabajador o el logro de determinados resultados.

    En un estudio del 2015 realizado por técnicos del Instituto de Economía de la facultad estatal para el Ministerio de Salud Pública, enfocado en el ajuste salarial por productividad, se planteó que ese tipo de mecanismo es de los que más producen resultados a través de un mayor involucramiento de los trabajadores con objetivos cercanos a sus tareas.